Melancol¨ªa campestre
Laura Cantrell es una cronista deliciosa, una artista sensible que utiliza la melancol¨ªa como una poderosa arma
¡°Sentada en la cocina con la radio encendida...¡±. No puede resultar del todo mala una canci¨®n, y por extensi¨®n un concierto, si el primer verso que brota de boca de la cantante es un apunte de solitaria cotidianeidad. Laura Cantrell es una cronista deliciosa de esas vidas en las que la lucha diaria rivaliza con la congoja. Pero la melancol¨ªa es un arma poderosa en manos de una artista sensible, y esta mujer de Nashville lleva m¨¢s de tres lustros acreditando su excelencia para las p¨¢ginas tristonas de filiaci¨®n campestre. Verla el s¨¢bado en un repleto Caf¨¦ Berl¨ªn era una bendici¨®n. Y reparar en que la visita constitu¨ªa su debut madrile?o, un motivo de envidia respecto a esas tierras brit¨¢nicas que casi la han adoptado.
A Cantrell le ha cundido poco su discograf¨ªa, acaso el mismo indicio de inseguridad que sugiere su voz, al principio algo destemplada. Es una sensaci¨®n que se repite en varios momentos, con arranques en falso (All the girls are complicated) y desajustes con la afinaci¨®n, a veces durante el puente completo de un tema. Cuando las piezas encajan, en cambio, acariciamos las praderas del para¨ªso. Y acontecen la lenta y precios¨ªsima Someday sparrow justo antes de que la m¨¢quina se desboque con Big wheel.
La vaquera de voz fr¨¢gil y mirada azul transita por los caminos que asentaron Linda Rondstadt y Nanci Griffith y que tanto han afianzado coet¨¢neas como Tift Merritt o Tanya Savory. El s¨¢bado los colore¨® con viol¨ªn y banjo de tonalidades bluegrass y hasta extrajo oro de tem¨¢ticas habituales: desde piezas para tararear en la cabina del cami¨®n a cr¨®nicas de mujeres brillantes eclipsadas por sus maridos. Y el licor amargo de la desolaci¨®n, claro, con The whiskey makes you sweeter. Una oda a los destilados tampoco es mala manera de rematar la noche.
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