Cuando la polic¨ªa es la investigada
La comisar¨ªa nacional en Ourense est¨¢ bajo la lupa de varios juzgados: una presunta trama de narcotr¨¢fico, un robo de armas, an¨®nimos injuriosos y el suicidio de un agente
C.B.A. era un poli con buena fama. Uno de los m¨¢s conocidos entre la gente de a pie. Mucho m¨¢s accesible que otros, hab¨ªa sido entrevistado por los medios locales y daba charlas en colegios y centros sociales para que los ciudadanos aprendieran a afrontar un peligro. Era el responsable de prensa y participaci¨®n ciudadana en la comisar¨ªa de la polic¨ªa nacional de Ourense, instructor de tiro y entrenador policial de defensa personal y artes marciales tan ancestrales como el kobudo. Coleccionaba cinturones negros. Impart¨ªa cursos sobre "arrestos de delincuentes violentos" o "asaltos a inmuebles con armas de fuego en situaciones de riesgo" para mejorar la seguridad de las brigadas. Era, seg¨²n dijo en caliente el Sindicato Unificado de Polic¨ªa, un "buen compa?ero"; uno de esos funcionarios policiales que ayudan a crear un buen ambiente en una profesi¨®n dura y tantas veces amarga. Un hombre "cordial, alegre, servicial".
Hace un a?o, el s¨¢bado 9 de abril de 2016 sobre las diez de la noche, apareci¨® en su despacho de la quinta planta muerto de un tiro. Casi seis horas antes, desde su ordenador y su m¨®vil envi¨® mensajes a mandos y a amigos. En los correos, el agente de 48 a?os ped¨ªa perd¨®n por el da?o causado a otros polic¨ªas. Por WhatsApp aseguraba a los miembros de su sociedad gastron¨®mica que lo sent¨ªa y que ya lo entender¨ªan alg¨²n d¨ªa. Muchos compa?eros y gente agradecida fueron a despedirlo a la parroquia el d¨ªa de su funeral.
La polic¨ªa vio desde el primer momento el caso como un suicidio que aclaraba muchas cosas, pero un a?o despu¨¦s el juzgado sigue investigando los hechos, mantiene la causa secreta bajo siete llaves y es por tanto todav¨ªa un supuesto que el zurdo C.B.A. se disparase en la cabeza con su mano izquierda, o que al menos lo hiciera por plena voluntad, sin condicionantes, libre de cualquier presi¨®n externa. La autopsia determin¨® que el proyectil entr¨® por el lado izquierdo y sali¨® por el derecho. Como suele pasar con estas cosas mientras un juez no saca conclusiones, la "hip¨®tesis m¨¢s probable" del an¨¢lisis forense es la del suicidio, una muerte precipitada por un descomunal cargo de conciencia; pero todas las circunstancias del suceso son presuntas de momento. En el correo enviado a varias cuentas de la polic¨ªa con el que ped¨ªa perd¨®n, el instructor de defensa personal se hac¨ªa responsable absoluto de la grave crisis de reputaci¨®n que atravesaba la comandancia, enclavada en el barrio de As Lagoas, desde hac¨ªa a?o y medio.
C.B. asum¨ªa el robo de seis armas reglamentarias (cuatro pistolas y dos rev¨®lveres) de polic¨ªas jubilados que se custodiaban en el b¨²nker. Y tambi¨¦n se autoinculpaba de los an¨®nimos enviados a Asuntos Internos, en Madrid, el 11 de noviembre de 2014, y a cuatro medios de comunicaci¨®n meses m¨¢s tarde, en los que se delataba el robo, se se?alaba a varios agentes y se destapaba con todo lujo de detalles una supuesta trama de corrupci¨®n. Una red tejida con la materia prima de la connivencia, la revelaci¨®n de secretos y el intercambio de favores entre miembros de un equipo policial y narcotraficantes de medio pelo.
En aquel escrito se acusaba a personas con nombres y apellidos de actuar como un grupo paralelo que burlaba todo tipo de control en la investigaci¨®n de las bandas y el tr¨¢fico de drogas. Y adem¨¢s de incontables detalles que el agente muerto no parec¨ªa ser capaz de saber por s¨ª solo, el texto se trufaba de abundantes pistas falsas y acusaciones que la investigaci¨®n no pudo demostrar jam¨¢s. Siempre se tuvo claro que los an¨®nimos hab¨ªan salido de dentro de la polic¨ªa, y desde el principio se habl¨® de "ajuste de cuentas", "venganza", "vendetta".
Un a?o despu¨¦s, en noviembre de 2015, estallaba la Operaci¨®n Zamburi?a contra el tr¨¢fico de drogas y, adem¨¢s de una decena de traficantes, en una sola noche eran detenidos por compa?eros enviados desde Madrid el jefe de la unidad de estupefacientes y otro agente. Acababan imputados cuatro miembros de su equipo y la brigada antidrogas era desmantelada. Este caso y el del robo de armas en agosto de 2014 (que ya se anunciaba en el primer an¨®nimo aunque en la polic¨ªa nadie se hab¨ªa dado cuenta) eran asumidos por el juzgado de Instruccion n¨²mero 1 de Ourense; el de las supuestas injurias y calumnias lanzadas por el informante an¨®nimo, por el 2; y cuando apareci¨® muerto el delegado de prensa, el suceso que manch¨® de sangre la maltrecha y diezmada comisar¨ªa recay¨® sobre el 3.
Hoy, la titular de este juzgado, Eva Armesto, aspira a recomponer el puzle con todas y cada una de las piezas porque hay circunstancias del suicidio que no le encajan. Ha interrogado varias veces a un buen n¨²mero de agentes y, seg¨²n ha informado el diario La Regi¨®n, ha reconstruido recientemente durante toda una larga noche los hechos de aquel 9 de abril en que falleci¨® C.B. Desde que el agente aparc¨® su moto en el garaje poco antes de las cuatro de la tarde y entr¨® en el peculiar edificio de hormig¨®n que ocupa la polic¨ªa, hasta varias horas despu¨¦s del hallazgo de su cad¨¢ver.
Para matarse hab¨ªa utilizado una de las pistolas robadas, una Heckler & Koch USP Compact, un modelo que forma parte de la dotaci¨®n reglamentaria del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa. Tambi¨¦n sobre su mesa de trabajo reposaba otra de las armas robadas, y una tercera apareci¨® dentro del caj¨®n. Las otras tres que faltaban del armero siguen sin salir a la luz.
En el episodio del robo de armas nadie hab¨ªa desconfiado de C.B. hasta el momento de su suicidio y confesi¨®n. Aparentemente, el que era polic¨ªa nacional desde 1991 y fue destinado a Ourense en 2006 no ten¨ªa problemas con nadie. Pero d¨ªas antes de su muerte hab¨ªa cobrado fuerza el rumor de que los investigadores hab¨ªan identificado ya el ordenador desde el que se hab¨ªan enviado los an¨®nimos y que exist¨ªa un claro sospechoso.
No se ha podido aclarar, de momento, si en esta supuesta guerra interna hab¨ªa alguien m¨¢s involucrado que informaba, guiaba y marcaba los pasos del ¨²nico filtrador confeso. A la juez le saltaron las alarmas cuando descubri¨® que el arma suicida ten¨ªa alguna huella que no era del difunto y no se hallaba exactamente igual que hab¨ªa aparecido. Por si esto fuera poco, seg¨²n han informado varios medios locales, este mismo a?o a la magistrada le ha llegado tambi¨¦n un an¨®nimo desde otra ciudad gallega que describe una suerte de presiones sufridas en los d¨ªas previos por el polic¨ªa que se autoinculp¨® supuestamente antes de matarse. "Es un caso de pel¨ªcula; para m¨ª como ning¨²n otro que se haya visto en Galicia en un mont¨®n de a?os", comenta una persona relacionada con la investigaci¨®n antes de cerrarse en banda. El hermetismo es fuerte. "Probablemente todo se aclarar¨¢ muy pronto", consuela: "A su debido tiempo".
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