Literatura sin personajes extraordinarios
Petros M¨¢rkaris y Francesc Ser¨¦s dialogan sobre migraci¨®n y sus fuentes de inspiraci¨®n
Los escritores Petros M¨¢rkaris y Francesc Ser¨¦s tienen poco en com¨²n, salvo quiz¨¢ su inspiraci¨®n en personajes mundanos. El periodista Antonio Lozano, moderador del di¨¢logo entre ambos que se celebr¨® el pasado viernes en Barcelona, les pregunt¨® qu¨¦ personas excepcionales les hab¨ªan marcado m¨¢s. M¨¢rkaris ofreci¨® como respuesta un recurso cl¨¢sico del novelista: ¨¦l bebe de su entorno, de gente com¨²n, de los tomates con pimiento que cocinaba su madre y que tambi¨¦n cocina Adrian¨ª, la mujer de su personaje m¨¢s popular, el detective Kostas Jaritos; de un tipo del bar que hay en la sede de su editorial griega y que convirti¨® en el asesino de Pan, educaci¨®n, libertad. M¨¢rkaris hil¨® un discurso memorizado y aportando apuntes que sobre todo pod¨ªan hacer las delicias de sus admiradores. Ser¨¦s fue m¨¢s all¨¢ y se arm¨® de ejemplos para explicar por qu¨¦ ¨¦l no cree en ¡°personajes extraordinarios¡±: ¡°La idea del h¨¦roe, personas que me han impactado m¨¢s, a m¨ª no me funciona. Yo colecciono antih¨¦roes que me permiten hacer literatura¡±.
Lozano destac¨®, para justificar el encuentro ¨Ccelebrado en el Museo del Dise?o en un ciclo de Sant Jordi del Ayuntamiento de Barcelona-, que M¨¢rkaris y Ser¨¦s han escrito en el contexto de la crisis econ¨®mica. Si M¨¢rkaris habl¨® sin salir del t¨®pico y de aquello que ha repetido en cien otras conferencias, Ser¨¦s intent¨® sorprender. El autor de la Franja dijo reconstruir vidas de individuos, quiz¨¢ m¨¢s complejos que de trayectoria especial, para convertirlas en literatura. Como uno de sus amigos, un antiguo profesor universitario, de or¨ªgenes acomodados, que acab¨® durmiendo en la calle hasta que C¨¢ritas le encontr¨® un peque?o piso de acogida; o el grupo de gente con el que ¨²ltimamente juega a p¨®ker, no por afici¨®n a las cartas sino por su inter¨¦s por lo que hay detr¨¢s de ellos.
Sobre la migraci¨®n en Europa, M¨¢rkaris insisti¨® en una de sus ideas m¨¢s reiteradas: ¡°La sociedad multicultural no existe, lo que existe es una sociedad multicomunal. Los grupos no se mezclan. Los alemanes no pueden pretender que los sirios o los iraqu¨ªs acepten su Constituci¨®n porque para ellos la Constituci¨®n es Saddam Hussein o El Assad. Hay que aceptar que son gente diferente que tiene un modo de vida diferente¡±. En consonancia con esta tesis, M¨¢rkaris escrib¨ªa en la novela Muerte en Estambul: ¡°A Murat le gusta mucho la cocina alemana. Porque naci¨® y creci¨® en Alemania. Yo fui all¨ª cuando ten¨ªa siete a?os. ¨CHace una pausa antes de a?adir con cierta amargura-: Yo aprend¨ª de los alemanes hasta su cocina. Los alemanes no aprendieron nada de m¨ª¡±.
Ser¨¦s aport¨® optimismo y defendi¨® modelos sociales de integraci¨®n como el de Canad¨¢ o Suecia, o incluso los de sociedades ¡°multicomunales¡±. Tan malo no ser¨¢ vivir en Alemania cuando acoge un mill¨®n de refugiados en un a?o, en su selecci¨®n hay jugadores de origen turco o polaco, o un exministro de Econom¨ªa nacido en Vietnam. M¨¢rkaris hizo hincapi¨¦ en el agudo rechazo al extranjero que, seg¨²n ¨¦l, se produce en las sociedades alejadas del mar, Ser¨¦s replic¨® que su pueblo, Said¨ª (Huesca), de 1.500 habitantes, nunca hab¨ªa tenido poblaci¨®n extranjera hasta que un d¨ªa llegaron 300 marroqu¨ªes. Lejos de estigmatizarlos, se convirtieron en vecinos, m¨¢s o menos integrados gracias al trabajo, porque los nativos y los reci¨¦n llegados sufr¨ªan por igual en el campo y conviv¨ªan entorno a ¨¦l. ¡°Desde los 80 hasta hoy no ha habido ni un solo conato de violencia¡±, a?adi¨® Ser¨¦s.
M¨¢rkaris naci¨® en 1937 en Turqu¨ªa en una familia cristiana, de padre armenio y madre griega y de educaci¨®n german¨®fila. Con un legado familiar tan rico, la explicaci¨®n que expuso de su politizaci¨®n y visi¨®n de la sociedad fue limitada: dijo que ¨¦l es producto de una generaci¨®n y que en casa solo se hablaba de comida, supervivencia y negocios porque ¡°las minor¨ªas no acostumbran a hablar de pol¨ªtica¡±. Los or¨ªgenes de Ser¨¦s parecen menos ex¨®ticos y en cambio el apunte que ofreci¨® de c¨®mo vivi¨® la pol¨ªtica en su infancia volvi¨® a superar al griego: cont¨® que su padre era miembro de un sindicato agr¨ªcola clandestino; en su casa se reun¨ªan los militantes, ¡°los barbudos¡±, como les llamaba, y record¨® c¨®mo planeaban sabotajes en las obras de la central nuclear de Chalamera. Ser¨¦s asegur¨® que esta memoria no le determina, m¨¢s bien lo contrario: ¡°Bajo la capa del compromiso pol¨ªtico he visto aut¨¦nticas barbaridades. Prefiero pensar en t¨¦rminos de moral; una cosa est¨¢ bien o est¨¢ mal¡±. Lo mejor de M¨¢rkaris es leerlo; en el caso de Ser¨¦s, se le puede leer y escuchar.
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