La jugada de billar de Iglesias
La moci¨®n de Podemos vuelve a situar al PSOE en la inc¨®moda posici¨®n de la investidura y a Ciudadanos ante el fracaso de su discurso de regeneraci¨®n
Podemos ha lanzado una moci¨®n de censura contra el PP que ha nacido muerta, pero para ser un cad¨¢ver est¨¢ resultando muy inc¨®modo. La iniciativa ha sido descalificada de plano y le ha valido a Pablo Iglesias todo tipo de improperios. Se le acusa de tacticismo, de practicar una pol¨ªtica m¨¢s efectista que efectiva y de utilizar torticeramente un instrumento parlamentario de excepci¨®n, no para derribar al Gobierno, sino para da?ar a sus rivales y recuperar la iniciativa pol¨ªtica perdida.
Algo hay de todo ello en esta jugada sorpresa, desde luego, pero la irritaci¨®n que ha provocado en el resto de fuerzas pol¨ªticas, particularmente en el PSOE y Ciudadanos, indica que la osad¨ªa de Iglesias puede tener mayor recorrido del que sus adversarios querr¨ªan. Lo que la c¨²pula de Podemos intenta en realidad es una jugada de billar de esas que llaman de fantas¨ªa, vistosa y con efecto carambola a varias bandas. Pero como todas las jugadas, tiene sus riesgos. Requiere una gran destreza y si Iglesias no consigue dar a la bola el efecto deseado, el fracaso puede ser tambi¨¦n estrepitoso. Quedar¨¢ en evidencia.
El primer efecto buscado es demostrar que Podemos va a por todas y que pretende erigirse en la alternativa al PP. Hacer visible que quien deber¨ªa ocupar esa posici¨®n, por la fuerza que le han otorgado los electores, ha renunciado a ello porque no puede o porque no quiere. La moci¨®n volver¨¢ a situar al PSOE en el dilema de la investidura, pero en un escenario a¨²n m¨¢s adverso, pues ahora ya no se trata de garantizar la gobernabilidad del pa¨ªs, facilitar la recuperaci¨®n econ¨®mica y evitar unas nuevas elecciones, sino mantener en el poder a un PP que supura corrupci¨®n por todos sus poros. Los ¨²ltimos casos han supuesto un salto a peor. Rajoy sigue negando obstinadamente cualquier responsabilidad y present¨¢ndose como v¨ªctima, pero ahora hay adem¨¢s evidencias de que el PP manipula las instituciones y maniobra para obstaculizar la acci¨®n de la justicia.
De momento, el anuncio de la moci¨®n ha logrado aumentar la brecha entre los candidatos del PSOE, que han reaccionado de forma muy diferente. Y ha conseguido colocar al Ciudadanos en una posici¨®n defensiva. Rivera va a tener que amparar de nuevo al PP, echando trag¨¢ndose todo su discurso de regeneraci¨®n democr¨¢tica. Y si Rajoy sale flote, no ser¨¢ por su fortaleza, sino por la debilidad de los dem¨¢s.
Podemos persigue tambi¨¦n trasladar al Parlamento lo que considera que es el estado de ¨¢nimo de la calle. El hartazgo de la ciudadan¨ªa frente a una situaci¨®n que se ha vuelto irrespirable. Ciertamente el nivel que ha alcanzado la corrupci¨®n justifica una moci¨®n de censura. Pero el hecho de que no haya una oposici¨®n capaz de hacerla prosperar genera impotencia y aumenta el descr¨¦dito de la pol¨ªtica como instrumento de intermediaci¨®n. Si esta no sirve para depurar responsabilidades en una situaci¨®n tan grave, ?para qu¨¦ sirve? Ilustra este divorcio la diferente acogida que la moci¨®n de censura ha tenido en los medios convencionales, y la que ha tenido en las redes sociales. Se ha vuelto a constatar que hay una brecha generacional y que la energ¨ªa pol¨ªtica de los m¨¢s j¨®venes est¨¢ cada vez m¨¢s lejos de los canales de expresi¨®n del statu quo.
La forma en que se ha anunciado la moci¨®n, sin aviso ni negociaci¨®n previa, tiene mucho de acto antisistema en el coraz¨®n del sistema. Es a la vez desafiante e irreverente. Algunos lo han interpretado como un golpe de efecto para tapar el supuesto fracaso del Tramab¨²s. Pero m¨¢s bien parece una forma de llevar el Tramab¨²s al interior del Congreso.
Esta es la tercera moci¨®n de censura que se presenta en democracia. La anterior fue hace 30 a?os. Las otras dos las presentaron las dos fuerzas que se han alternado en el poder en los a?os de bipartidismo y en ambos casos estaba claro que no buscaban derribar al Gobierno sino levantar la alternativa. Las dos sab¨ªan que la moci¨®n no iba a prosperar. Como ahora. La de Felipe Gonz¨¢lez contra Adolfo Su¨¢rez sirvi¨® para demostrar que el PSOE, que entonces dec¨ªa cosas muy parecidas a las que ahora dice Podemos, era realmente una alternativa de gobierno. Se confirm¨® en las siguientes elecciones. La de Hern¨¢ndez Mancha contra Gonz¨¢lez, en cambio, no logr¨® levantar a Alianza Popular y hundi¨® al candidato.
Est¨¢ claro que la moci¨®n de censura es un movimiento muy arriesgado. Si Podemos llega a presentar un candidato, en el debate le llover¨¢n obuses desde todo el hemiciclo. El ataque ser¨¢ fenomenal y est¨¢ claro que perder¨¢ la votaci¨®n. La cuesti¨®n es qu¨¦ efecto tendr¨¢ sobre la calle.
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