En la muerte de Rafael Metlikovez
Cuando yo lo conoc¨ª, Barcelona todav¨ªa no era ol¨ªmpica y la poes¨ªa se practicaba en la calle, en los bares, donde se pod¨ªa
Habr¨¢ quienes conozcan a Rafael Metlikovez (Canovelles 1964-Granollers 2017), por sus cr¨®nicas deportivas en este mismo peri¨®dico. Firmaba la secci¨®n En un periquete, dedicada al RCD Espanyol. Gran lector de Albert Camus, sab¨ªa que: ¡°El bal¨®n nunca viene hacia uno, por donde uno cree que viene¡±. O, como titul¨® una de sus obras esc¨¦nicas: ¡°Los planes nunca salen¡±. El azar, la fatalidad del azar, y las reacciones de la gente ante ese azar, parec¨ªan atraerle mucho m¨¢s que lo que ocurr¨ªa sobre el terreno de juego. Para Rafael, el balompi¨¦ era una cosa muy seria, y el humor tambi¨¦n. Afirmaba con Edgar Morin: ¡°Yo no soy de los vuestros¡±. En un pa¨ªs cul¨¦, su independencia le hizo un perico sin fanatismos, con la mirada distante del que sopesa una fruta antes de comprarla. Toda apariencia es enga?osa.
Me consta que mucha gente le le¨ªa, a¨²n sin ser del equipo blanquiazul. Incluso, a¨²n sin gustarles el futbol. ?l dec¨ªa que: ¡°Ilusionarse con el Espanyol es un viaje apasionante por una realidad alternativa, contracultural, periquita y perif¨¦rica¡±, pura filosof¨ªa de bolsillo para transitar por carreteras poco concurridas. Se sent¨ªa c¨®modo en el underground, bajo la superficie. Por eso, su observaci¨®n del acto deportivo era, principalmente, la observaci¨®n del p¨²blico. A diferencia de otras muchas cr¨®nicas de g¨¦nero, en las suyas aparec¨ªa la afici¨®n, el hombre de la grada, con sus miserias y sus alegr¨ªas, convertido en el centro de esa met¨¢fora de la sociedad que es un estadio de futbol.
Como una mu?eca rusa, antes que cronista deportivo, Rafael era terapeuta familiar. Un psic¨®logo sist¨¦mico, con una visi¨®n perturbadoramente compleja y hol¨ªstica de los trastornos mentales. La psicolog¨ªa le acercaba a las angustias y a las dudas ajenas, para comprender mejor las propias. Y eso le llev¨®, primero a la performance y a la poes¨ªa despu¨¦s. En esas fue cuando yo lo conoc¨ª. Barcelona todav¨ªa no era ol¨ªmpica y la poes¨ªa se practicaba en la calle, en los bares, donde se pod¨ªa.
Nosotros pudimos en Granollers, en el bar El Mirallet, donde debutamos en diciembre de 1991. Durante los primeros a?os, hac¨ªamos entre cinco y seis recitales a la semana. Le¨ªamos con Jordi Pope, Josep Ramon Roig, Enric Cassases o Carles Hac Mor. Recitamos desde Portugal a Francia, Italia o Alemania, a M¨¦xico, Colombia o Estados Unidos. Con Rafael viajamos mucho, primero en largu¨ªsimos trayectos en autocar, despu¨¦s en tren y en avi¨®n. Muchas de nuestras confidencias y conversaciones las tuvimos mientras nos desplaz¨¢bamos. Publicamos un CD y varios libros de poes¨ªa, y dos recopilaciones de aforismos. En esos a?os, compartimos escenario con poetas como Joan Brossa, John Giorno, Lello Voce, Jes¨²s Lizano o Jean Jacques Lebel. Escribimos para la Fura dels Baus, estrenamos varias conferencias esc¨¦nicas, y le¨ªmos all¨ª donde nos invitaron. Hasta que, en agosto de 2014, en Ripoll, invitados por Josep Pedrals, y con Francesc Garriga entre el p¨²blico, dimos por terminada nuestra ¨²ltima funci¨®n.
Pero la biograf¨ªa de Rafael incluye otros cap¨ªtulos. Escribi¨® para diversos espect¨¢culos de la bailarina Sol Pic¨®, y en otros tantos montajes de la marionetista Mariona Masgrau. Como humorista, colabor¨® en la malograda revista de Antonio Fraguas Forges, A las barricadas. Y a¨²n le qued¨® tiempo para crear sus propios mon¨®logos esc¨¦nicos, como el espect¨¢culo Circonferencias. O para escribir en un cat¨¢logo de la fot¨®grafa Consuelo Bautista: ¡°?Qu¨¦ es lo que tanto asombra a los esqueletos, que van todo el d¨ªa con la boca abierta? ?Fue lo ¨²ltimo que vio el vivo, o fue lo primero que vio el muerto?¡±
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