Turismo vital
El turismo es el sector econ¨®mico m¨¢s relevante de Barcelona lo que obliga a su regulaci¨®n y a replantear algunas de sus constantes
La dimensi¨®n y alcance del turismo es extraordinaria. En el sentido m¨¢s propio del t¨¦rmino. Nunca como ahora miles y miles de personas se mueven cada d¨ªa de un sitio a otro, sin que ese desplazamiento tenga que ver con su trabajo o con otras obligaciones o intereses. Lo hacen para ¡°visitar¡±, para ¡°conocer¡±, para ¡°vivir¡± una realidad distinta de la suya habitual. Puede ya afirmarse que el turismo es, en su conjunto, el sector de actividad econ¨®mica m¨¢s importante del mundo. En Europa representa el 10% del Producto Interior Bruto (PIB), pero en Espa?a es ya superior al 15%. Los datos de la Organizaci¨®n Mundial del Turismo (OMT) apuntan a que si en 1950 los viajeros internacionales eran poco m¨¢s de 25 millones, en el a?o 2000 fueron m¨¢s de 700 millones y en el 2015 alcanzaron ya los 1200 millones. En Grecia pasaron de 50.000 turistas en 1950, a m¨¢s de 23 millones en 2015. Y son ya muchos enclaves en los que el n¨²mero de visitantes supera ampliamente el de sus habitantes.
El turismo es una actividad econ¨®mica relevante, pero tambi¨¦n muy contaminante, no solo por el gran aumento de los vuelos, sino tambi¨¦n por los efectos que genera en el h¨¢bitat en el que se desarrolla, especialmente en el caso del turismo de nieve (obligado a fabricar nieve cada vez en mayor cantidad).
El turismo, en sus distintas variantes, forma parte ya de nuestra vida y, en muchos casos, altera tambi¨¦n la manera en que vivimos. La democratizaci¨®n del ocio, las vacaciones pagadas, la reducci¨®n de los costes de transporte, la mayor accesibilidad a la informaci¨®n y a la autogesti¨®n de las vacaciones, ha ido generando una clara masificaci¨®n de un fen¨®meno considerado, hasta hace relativamente poco, m¨¢s bien elitista.
La idea del ¡°grand tour¡±, de las gu¨ªas exclusivas, de la b¨²squeda de lo pintoresco y genuino, ha ido dejando paso a los viajes empaquetados en que se visitan los lugares mil veces vistos en televisi¨®n y pel¨ªculas, d¨®nde cada qui¨¦n debe hacerse el selfie que certifique su presencia en los lugares con m¨¢s ¡°estrellas¡±. La combinaci¨®n de certificaciones de ¡°patrimonio de la humanidad¡±, comida ¡°a visitar¡± y viajes low cost, ha ido produciendo efectos por doquier. En un muy lejano 1820, Sthendal se quejaba de que Florencia ¡°no es otra cosa que un museo lleno de extranjeros que alteran las costumbres propias¡±. Los centros hist¨®ricos de Florencia, Roma, San Gimignano o la totalidad de Venecia, son lugares en los que cuesta encontrar rincones no pensados para el turista. Es distinto una ciudad tur¨ªstica que una ciudad que vive tambi¨¦n del turismo. La situaci¨®n ahora, en muchos otros enclaves, es que se est¨¢ a punto de alcanzar un punto de no retorno. Mientras ese punto no se supera, los turistas disfrutan y acceden a servicios pensados para los residentes. Cuando ese punto de saturaci¨®n se alcanza, los residentes se ven obligados a utilizar los servicios pensados para los turistas.
Hace pocos d¨ªas se publicaba en el peri¨®dico brit¨¢nico The Independent que Barcelona forma parte de un conjunto de ciudades y zonas m¨¢s bien hostiles al turismo. En la lista figuran, entre otras, la capital holandesa, ?msterdam, la isla griega de Santorini o la zona de Cinque Terre en la Liguria italiana.
La inclusi¨®n de Barcelona en esta lista se relacionaba con las medidas tomadas para limitar la presi¨®n del turismo en la ciudad y m¨¢s concretamente en la congelaci¨®n o reducci¨®n de licencias para hoteles y apartamentos en las zonas que m¨¢s presi¨®n han tenido en estos ¨²ltimos a?os. Me parece razonable que el tema se aborde antes que las cosas vayan a peor. El tri¨¢ngulo ¡°turista-sector tur¨ªstico-ciudad¡±, forma un sistema ecol¨®gico que ha de lograr establecer relaciones y alianzas que no trastoquen gravemente los fr¨¢giles equilibrios existentes y que mantengan a la ciudad como un espacio complejo y plural de gentes y actividades. Y ello requiere diferenciar situaciones y crear espacios en los que las tensiones inevitables puedan debatirse.
Estamos en esa situaci¨®n en que el turismo ha llegado a ser el sector econ¨®mico m¨¢s relevante de la ciudad. Y ello obliga a su regulaci¨®n y al replanteamiento de algunas de sus constantes actuales, debido a la aceleraci¨®n de su crecimiento, los efectos directos e indirectos que genera y las condiciones de trabajo de muchos de los que a ello se dedican.
JOAN SUBIRATS es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la UAB
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