Combate a muerte entre sexos exhaustos
Jordi Casanovas refleja en 'Dansa de mort' la sociedad de la Espa?a de 1981
August Strindberg, por su biograf¨ªa un experto en compromisos fracasados, encierra al espectador con dos fieras atrapadas en una torre. Un hogar-prisi¨®n en una fortaleza-isla. Un matrimonio que en 25 a?os de erosionada convivencia ha perfeccionado una relaci¨®n de amor-odio hasta dominar un depurado juego s¨¢dico de la dial¨¦ctica del contragolpe. A veces ¡ªpara romper la monoton¨ªa¡ª abren la puerta a un invitado para que asuma el papel de voyeur y/o v¨ªctima en la discordia. Dansa de mort, un brutal combate entre sexos exhaustos en una situaci¨®n claustrof¨®bica.
Jordi Casanovas, tambi¨¦n responsable de la direcci¨®n de escena, agrieta este espacio viciado con referencias que buscan abrir el conflicto a un contexto hist¨®rico que explique la personalidad anacr¨®nica de alg¨²n personaje y la incapacidad de la pareja de cortar el nudo que les une. El lugar y la fecha id¨®neas son Espa?a, enero-febrero de 1981, entre la dimisi¨®n de Adolfo Su¨¢rez y la intentona militar. Meses antes de la aprobaci¨®n de la ley de divorcio. Una intervenci¨®n tan sutil y discreta que seguramente pasar¨¢ desapercibida para la mayor¨ªa del p¨²blico, sobre todo para el espectador que ya no recuerda los archivos sonoros de la ¨¦poca, como el discurso del presidente.
DANSA DE MORT
De August Strindberg. Direcci¨®n y adaptaci¨®n: Jordi Casanovas. Int¨¦rpretes: Merc¨¨ Ar¨¤nega, Llu¨ªs Soler y Carles Mart¨ªnez. Sala Muntaner, 19 de mayo.
En un texto que comienza a alejarse de los paradigmas naturalistas de anteriores obras de Strindberg quiz¨¢ no es necesario reconectarlo con la realidad para comprender el conflicto. Los tics fascistoides del capit¨¢n son menos importantes que la intuici¨®n que tras esa fachada de tirano primario late el peligro de un seductor capaz de arrebatarle a su presa mujer e hijos. Una fuerza m¨¢s poderosa que los ataques de ira de macho alfa con su posici¨®n amenazada. Aunque Llu¨ªs Soler escora su retrato interpretativo hacia los rasgos m¨¢s epid¨¦rmicos del personaje, respaldado por el nuevo argumentario historicista, su imponente presencia esc¨¦nica¡ªcon rostro y cuerpo tensionados por la rabia del poder en retirada¡ª es una excelente motivaci¨®n para acercarse a esta puesta en escena desde la mirada educada en el teatro de texto de siempre. Soler comparte el escenario con otros dos s¨®lidos talentos. Merc¨¨ Ar¨¤nega (la esposa), reci¨¦n salida de la farsa pujoliana de Marc Rosich, es una insatisfecha matrona que ha hecho de su hogar el ¨²nico teatro de su grotesco matrimonio. Un personaje lleno de recovecos mugrientos, pasivo-agresivo, dispuesto a emprender nuevos juegos de sumisi¨®n con el primer d¨¦bil que caiga en su trampa. Como su primo, una marioneta que ella manipula a su antojo. ?l es Carles Mart¨ªnez, tan bueno como sus compa?eros, aunque de alguna manera previsible, como si hubiera encontrado la llave maestra que encaja en cualquier personaje.
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