Tiempo de alzar la voz
El m¨ªtico cantautor y activista brit¨¢nico enamora con un recital l¨²cido y concienciado, pero no exento de buena m¨²sica y humor

All¨¢ por los primeros ochenta, cuando comenz¨® a urdir sus acordes y versos inici¨¢ticos, Billy Bragg acaso confiara en que el mundo terminar¨ªa yendo a mejor. Llega la hora del balance, treinta y pico a?os m¨¢s tarde, y cuesta horrores encontrar argumentos para el optimismo. Bragg, contra pron¨®stico, s¨ª. ¡°Bien pensado, vivimos tiempos excitantes para un escritor pol¨ªtico¡±, reflexion¨® este martes en el auditorio del Conde Duque, abarrotado y expectante. Y lo demostr¨® durante 100 minutos que, pese a su condici¨®n de solista, resultaron especialmente llevaderos. Porque entre Trump, el Brexit y dem¨¢s calamidades, este hombre ha encontrado argumentos abrumadores para seguir levantando el pu?o.
Vivimos, reflexion¨® el brit¨¢nico, en un mundo carcomido casi a partes iguales por el fascismo y el narcisismo. Pero lo encantador de Stephen William Bragg es que, a sus casi 59 a?os, no engrosa todav¨ªa las filas de los esc¨¦pticos. ¡°Con ellos se puede hablar. A quienes ya no soporto es a los c¨ªnicos¡±, apunt¨® en un momento de la velada, suculenta en lo musical y hasta en lo pedag¨®gico. El grado de escepticismo por parte del oyente es, en efecto, modulable. Pero reivindicar el ¡°socialismo del coraz¨®n¡± como antesala de la solidaridad, la compasi¨®n y la empat¨ªa se antoja por un momento delicioso.
No resulta sencillo afrontar sin compa?¨ªa un concierto de enjundia, y bien que habr¨ªamos agradecido ese guitarrista de apoyo indispuesto a ¨²ltima hora. Pero esa raci¨®n extra de intimidad sirvi¨® para persuadirnos de que ha llegado el tiempo de alzar la voz. La de Bragg son¨® cristalina, con empaque y aplomo, muy presente siempre en la mezcla. Protag¨®nica como corresponde a quien nunca ha querido perderse en vaguer¨ªas. Pero no encontramos solo a un activista embaucador, sino tambi¨¦n a un hijo del post-punk que honra sin disimulo a sus mentores (Woody Guthrie, Dylan, The Clash) y lleva tres d¨¦cadas largas dejando huella por doquier.
Bastaba con escuchar la pieza inaugural, A lover sings, para intuir esas mismas melod¨ªas sinuosas sin las que Morrissey (que tambi¨¦n rivaliza en militancias e irreverencias) no ser¨ªa el mismo que hoy conocemos. Y sorprend¨ªa rastrear en la reciente The dream of the reason produces monsters, t¨ªtulo literalmente goyesco, esa misma gravedad emotiva que tanto conmueve en las baladas de Elvis Costello.
La noche incluy¨® momentos hilarantes, como una ¡°aproximaci¨®n diferente a la masculinidad¡± (Handy man blues) con la que Billy acota el alcance de sus virtudes: ¡°No soy bueno arreglando tejados, pero te puedo afinar la guitarra¡±. Hubo dos lecturas de Guthrie y un The times they are a-changin¡¯ en el que nuestro hombre a?ad¨ªa un ¡°back¡± a la estrofa original dylanita. Los tiempos est¨¢n cambiando otra vez, ciertamente, y buena falta hacen los referentes l¨²cidos y sensibles. Tipos capaces de rematar el concierto con su ¨²nico gran ¨¦xito, A new England, y dedic¨¢rselo a la madre de Kirsty MacColl, la malograda artista que lo populariz¨®. Jean MacColl falleci¨® este martes sin llegar a conocer un mundo razonablemente sensato. Sin un buen pu?ado de billybraggs, es probable que a nosotros nos acabe sucediendo otro tanto de lo mismo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.