La construcci¨®n del odio
Una sociedad es m¨¢s libre cuanto m¨¢s grande es su capacidad de inclusi¨®n. Una sociedad libre es una sociedad fuerte porque puede integrar al m¨¢ximo sin poner en peligro su condici¨®n
Ahora la gente exhibe con orgullo su rechazo a los extranjeros¡±, dec¨ªa la fil¨®sofa alemana Carolina Enecke, autora de Contra el odio, en una entrevista publicada recientemente en este peri¨®dico. En la cultura democr¨¢tica actual la xenofobia ya no es tab¨². ?Qu¨¦ es un tab¨²? Es aquello de lo que no se puede hablar. Tradicionalmente se ha asociado con lo sagrado. En este caso, lo sagrado a proteger seria la condici¨®n humana. Se puede argumentar que en una sociedad desacralizada, en tiempos de salida de la religi¨®n, mantener tab¨²s no tiene sentido. E incluso que la mejor manera de combatirlos es dejar que la gente se exprese. Pero no se puede olvidar que, como dice la propia Enecke, el odio ¡°se construye y se alimenta¡± socialmente, no es una simple baja pasi¨®n privada.
Todas las sociedades tienen unas pautas morales y culturales de referencia que las articulan. Naturalmente, la construcci¨®n de estas pautas ¨Cla hegemon¨ªa cultural- es fruto de las relaciones de fuerzas que determinan qui¨¦n tiene la capacidad normativa, es decir, el poder social de influencia para incidir en la definici¨®n de los comportamientos adecuados e de los inadecuados.
Una sociedad es m¨¢s libre cuanto m¨¢s grande es su capacidad de inclusi¨®n. Una sociedad libre es una sociedad fuerte porque puede integrar al m¨¢ximo sin poner en peligro su condici¨®n. Pero una sociedad no puede ser libre sin el respeto a los dem¨¢s. Y ¨¦ste es el l¨ªmite. A su vez, como nos recordaba Claude Levi-Strauss una sociedad que no es capaz de generar su propia negatividad, es una sociedad sin futuro. Cerrarse sobre s¨ª mismo, negar el derecho a la transgresi¨®n, es expresi¨®n de debilidad e impotencia. El problema no es que la xenofobia se exprese, sino que se normalice, que se propague, que el desprecio al diferente se convierta en un signo de distinci¨®n y tenga recorrido pol¨ªtico. Es un s¨ªntoma manifiesto de carencia de autoestima que no se sienta verg¨¹enza al despreciar a una persona simplemente porque no es como nosotros, porque nos estorba, porque no sabemos c¨®mo relacionarnos con ella, porque no somos capaces de mirarla con los mismos ojos que miramos a los nuestros. La debilidad elude la complejidad, pide discursos simples.
La normalizaci¨®n del odio se ha consolidado cuando sectores pol¨ªticos y sociales de tradici¨®n democr¨¢tica, tanto de la derecha como de la izquierda, han legitimado el discurso xen¨®fobo asumiendo sus proclamas apenas edulcor¨¢ndolas en formulaciones como ¡°no cabemos todos¡± o ¡°los nacionales, primero¡±. Es m¨¢s f¨¢cil dar cuerda al discurso del miedo y de la discriminaci¨®n que afrontar las causas que la favorecen. ?De qu¨¦ es indiciaria esta situaci¨®n? De una enorme inseguridad respecto a la identidad que genera pulsiones constantes de hipocondr¨ªa.
?C¨®mo se ha fraguado este estado de esp¨ªritu? Es el fruto de la imposici¨®n de una ideolog¨ªa del desamparo a unas sociedades que hab¨ªan alcanzado un alto nivel de bienestar y que ahora se sienten amenazadas. 30 a?os de individualismo radical, de desocializaci¨®n, de cultura del s¨¢lvese quien pueda, de sospecha permanente sobre los derechos presentados como privilegios, 30 a?os de brutal aceleraci¨®n de las cosas, de cambio de escala y de referencias, de desplazamiento de las rentas del trabajo al capital, han sido el caldo de cultivo de esta explosi¨®n.
Pero la construcci¨®n del odio se sit¨²a en un horizonte de agotamiento de los recursos del planeta, que si no se remedia, puede condenar a miles de millones de personas. Se?al¨¢ndolas ya desde ahora como culpables de nuestras desgracias se preparan unos futuros tiempos de lucha a muerte por la supervivencia. En este sentido, Trump es coherente, prefiere preparar con el odio las rupturas del ma?ana que evitarlas trabajando para reequilibrar el planeta.
El rechazo al otro (al refugiado, al musulm¨¢n, al homosexual, al inmigrante) se asocia, a menudo, con enfermedades. El terror al contagio en una sociedad limpia. Los que contaminan son los que sobran. A la construcci¨®n del odio han contribuido dirigentes pol¨ªticos e ide¨®logos intelectuales que en vez de buscar y afrontar las razones que han movido a determinadas personas a parapetarse tras la xenofobia, han preferido adularlas, asumiendo su discurso y su agenda, sin dar la batalla de las ideas y de la defensa de una sociedad abierta, en la que el odio al otro deber¨ªa ser de modo natural residual y despreciable.
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