De espaldas a la secesi¨®n
Cornell¨¤, localidad del cintur¨®n de Barcelona, permanece mayoritariamente ajena al proceso
¡°?A dos! ?Las camisetas a dos!¡±. Pedro Campos, de 50 a?os, andaluz, es una m¨¢quina vendiendo en su parada del mercadillo de los jueves en Sant Ildefons, un barrio popular en Cornell¨¤ (86.000 habitantes), municipio del cintur¨®n de Barcelona. ¡°?La independencia? Aqu¨ª la gente no la quiere. Y ahora voy a seguir trabajando¡±. Pedro no se resiste y suelta al ver la c¨¢mara: ¡°?Viva Espa?a!¡± ¡°Y ustedes ¡ªdice p¨ªcaro mirando al enjambre de clientas¡ª tambi¨¦n¡±.
No se ven esteladas y un polic¨ªa, frente a una parada de flores, apunta: ¡°Hay mucho pasotismo. Alguna habr¨¢, pero la gente tiene otros quebraderos de cabeza¡±. El agente alude al ¨ªndice de paro: el 15%, el mismo que en el conjunto de Catalu?a. ¡°Aqu¨ª es una batalla perdida¡±, dice Montse Cerd¨¤, de 71 a?os, de Teruel y origen valenciano, que se siente una excepci¨®n. ¡°La gente de fuera no quiere ni o¨ªr hablar. Yo ir¨ªa a votar pero no s¨¦ el qu¨¦. Me da miedo¡±.
Tab¨² o no, el tema les parece lejan¨ªsimo a Rosario, de 66 a?os, y Maria Dolores Escamilla, de 58, ahora en el bar del mercado municipal, c¨¦lebre por nutrir de pescado a un buen n¨²mero de restaurantes de Barcelona. Dicen que ni siquiera sus hijos hablan del tema. Y Dolores, que solo ve TV3 por la telenovela La Riera. Hist¨®rico feudo del PSC ¡ªsu alcalde Antoni Balmon, susanista, relev¨® a Jos¨¦ Montilla¡ª, Cornell¨¤ tiene un Consistorio con solo dos ediles independentistas (sobre 25). El nacionalismo o el independentismo tienen un techo del 15% de votos. Y no es casual que Cornell¨¤ fuera uno de los pueblos donde hubo m¨¢s noes en el 9-N. En las elecciones del 27-S, calificadas de plebiscitarias, la proporci¨®n fue demoledora: un 74,6% de los votos para partidos antisecesionistas frente al 22% para Junts pel S¨ª y la CUP.
No todo es blanco o negro, porque en Cornell¨¤ hay varios Cornell¨¤s y ha brindado dirigentes secesionistas tan conocidos como el diputado Joan Tard¨¤. Existe el Cornell¨¤ d¡¯abaix (el de abajo), el del centro hist¨®rico, donde se bailan sardanas, y el de dalt (el de arriba), donde se cantan coplas. Y el coraz¨®n de la ciudad s¨ª que es mucho m¨¢s receptivo al proc¨¦s. El municipio tiene una rica vida asociativa con 600 entidades, entre ellas castells, diables y una pe?a de domin¨® de m¨¢s de mil asociados a la que ten¨ªa un cari?o especial Pasqual Maragall.
Joan Giner, diputado de Podem, dice que la ¨²nica forma para que el proc¨¦s entre en su municipio es como una conquista del ¡°derecho a decidir¡±. ¡°No va del s¨ª o el no. Se trata de votar y ganarlo¡±, afirma, evocando el Cornell¨¤ rojo de las grandes huelgas que luch¨® por sus derechos y provoc¨® que un general franquista dijera: ¡°Espa?a tiene dos problemas: la ETA y Cornell¨¤¡±. ¡°Hay gente enfadada por no poder votar. Y muchos quieren decidir pero para votar "no". Y a m¨ª me falta informaci¨®n¡±, avisa Maria Dolores Hidalgo, de 54 a?os, pescadera de mercado. En Com¨² Podem, de hecho, fue de largo la formaci¨®n m¨¢s votada en Cornell¨¤ en las dos ¨²ltimas elecciones generales. En el bar La Espa?ola, que fue de la familia de los Estopa, una clienta zanja: ¡°S¨ª, se habla de tema y la gente se r¨ªe. Hacen el pamplinas porque es algo ilegal. ?Qu¨¦ har¨¦? Me da igual. Yo seguir¨¦ trabajando¡±.
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