Civismo y democracia
Si hacemos caso a la idea de ¡°derecho a la ciudad¡± m¨¢s que al ¡°civismo¡±, las cosas cambian. Ser ciudadano no es ser inmune al entorno
La ordenanza del civismo de Barcelona entr¨® en vigor en enero del 2006. Fue precursora, si atendemos a la gran cantidad de normativas similares que la siguieron en otras ciudades. Su aprobaci¨®n coincidi¨® con una fase econ¨®mica expansiva, con la recepci¨®n masiva de inmigrantes y con la creciente tensi¨®n que se vivi¨® en las ciudades por los efectos urban¨ªsticos y sociales que todo ello gener¨®. Algunos llegan a considerar que la Ley org¨¢nica de seguridad ciudadana (m¨¢s conocida como Ley Mordaza) es la expresi¨®n ¨²ltima y radical de esa trayectoria aparentemente exitosa. No parecen creer lo mismo ni el equipo de gobierno actual en Barcelona ni tampoco la S¨ªndica de la ciudad, y por ello se pretende modificar tal ordenanza. ?Cu¨¢les son las razones que explican ese cambio de orientaci¨®n? ?No existe ya el problema que motiv¨® la ordenanza? ?Su puesta en pr¨¢ctica no ha servido para modificar el comportamiento de los inc¨ªvicos? A fin de cuentas, ?de qu¨¦ hablamos cuando nos referimos a ¡®conductas inc¨ªvicas¡¯ o a problemas de convivencia?
En pleno verano de 2005, la agenda medi¨¢tica de la ciudad qued¨® dominada por lo que se denomin¨® ¡°incivismo¡±. Y las fotograf¨ªas que acompa?aban esa ofensiva estaban relacionadas con consumo de drogas en cualquier esquina, personas durmiendo en las calles, ¨¢reas expl¨ªcitas de comercio y pr¨¢ctica del sexo en el espacio p¨²blico. A ello se a?ad¨ªan skaters, m¨²sicos callejeros o vendedores ambulantes. Los datos de la encuesta del 2014 sobre valores del propio Ayuntamiento, constata que la falta de civismo se relaciona hoy d¨ªa con ruido, tirar basura en la calle, deposiciones caninas, no pagar impuestos o incumplir las normas de circulaci¨®n.
Se percibe que si bien a los barceloneses les gusta su ciudad, no les gusta tanto lo que ven que ocurre en sus calles. Es una ciudad abierta y c¨ªvica hacia el exterior, pero de alguna manera desconfiada. Queremos vivir en una ciudad abierta, pero necesitamos protecci¨®n y cuidado para poder seguir disfrutando de esa apertura.
Barcelona es la segunda ciudad m¨¢s densa de Espa?a despu¨¦s de L¡¯Hospitalet de Llobregat. Una ciudad densa es una ciudad m¨¢s sostenible que una ciudad extensa, pero m¨¢s problem¨¢tica, ya que concentra problemas de movilidad, poluci¨®n, ruido y limpieza en muy poco espacio. Si adem¨¢s, a esa densidad y a los problemas que apareja, le a?adimos millones de visitantes al a?o, poco preocupados por la convivencia y los efectos que genera su presencia, la cosa se complica. En poco tiempo, a la densidad le hemos a?adido grandes dosis de diversidad. No solo por la llegada de inmigrantes o un turismo masivo, sino por la propia voluntad de diferenciarnos que todos tenemos y que relacionamos con autonom¨ªa y calidad de vida.
M¨¢s juntos, m¨¢s diversos y m¨¢s desiguales es un coctel complejo, rico, plural; pero tambi¨¦n tenso, potencialmente conflictivo y m¨¢s dif¨ªcil de gestionar.
La ordenanza de la convivencia o del civismo, fue aprobada con notable rechazo de entes y movimientos sociales. Viendo su pre¨¢mbulo se constata que se quer¨ªan afrontar las entonces nuevas problem¨¢ticas que generaban la inmigraci¨®n y el creciente individualismo. En estos 11 a?os se ha aplicado con resultados contradictorios como se?ala un buen informe. En Ciutat Vella se concentra m¨¢s de la mitad de la actividad sancionadora. La mayor¨ªa de las sanciones previstas han ido a parar a lateros, a practicantes del botell¨®n o a personas sin capacidad alguna para modificar su conducta.
Se ha reforzado la criminalizaci¨®n de las trabajadoras sexuales o la venta ambulante, cuando el origen del tema poco tiene que ver con la convivencia y sin que ello haya permitido diferenciar trabajo voluntario de explotaci¨®n por redes.
Al final, con la convivencia o el civismo estamos aludiendo a c¨®mo encaramos el derecho a vivir en la ciudad, con todas sus ventajas y todos sus inconvenientes. La ciudadan¨ªa no es un concepto est¨¢tico que deba defenderse de manera absoluta por los poderes p¨²blicos. Si hacemos m¨¢s caso a la idea de ¡°derecho a la ciudad¡± (Lefebvre) que a un ¡°civismo¡± descontextualizado, las cosas cambian significativamente. Ser ciudadano no es ser inmune a lo que te rodea. Sino que m¨¢s bien est¨¢ relacionado con la capacidad de actuaci¨®n de cada qui¨¦n, aceptando los valores de autonom¨ªa, igualdad y solidaridad que hist¨®ricamente caracterizan ese t¨¦rmino. Y por tanto, la convivencia y el civismo deber¨ªan estar relacionados con ello.
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