Sauna pop
Miss Caffeina llen¨® ayer la Sala Galileo al mediod¨ªa, en una de las jornadas m¨¢s calurosas de la capital en lo que va de a?o
Ante la mir¨ªada de bandas pop herederas de eso tan difuso llamado indie, el peligro de caer en la irrelevancia es un hecho. Lo que salva a Miss Caffeina y le permite destacar y vivir de la m¨²sica (algo reservado a unos pocos en la era Spotify) es algo tan sencillo como la honestidad. El grupo madrile?o no va de nada. Ni pretende inventar la rueda. Solo hacer un pu?ado de canciones que representen un momento musical de nuestro pa¨ªs, como ha dicho en varias entrevistas.
As¨ª fue el concierto de ayer en la Sala Galileo, dentro de Los Matinales organizados por EL PA?S en colaboraci¨®n con Planet Events y Les Nits de l¡¯Art: honesto. El cantante, Alberto Jim¨¦nez, representaba ese descreimiento cuando, a tres canciones de finalizar, hicieron el teatrillo de marcharse para que el p¨²blico gritase "?otra, otra!", y volv¨ªan a aparecer sobre el escenario al cabo de algunos minutos. "Ya s¨¦ que esto del bis est¨¢ pasado de moda, pero no hemos podido evitarlo", bromeaba el vocalista. Justo antes de la ¨²ltima canci¨®n, Mira c¨®mo vuelo, la m¨¢s esperaba por todos (mucha gente vest¨ªa una camiseta con el t¨ªtulo impreso), Jim¨¦nez se puso provocador: "?Os imagin¨¢is que ahora nos vamos sin tocar la que todos est¨¢is pensando?".
No pretenden los componentes de Miss Caffeina jugar la baza de grupo atormentado al margen de etiquetas, sino su rol, el de banda exitosa a la que las cosas le van muy bien. "Este es el momento en el que la m¨²sica alternativa deja de pertenecer a un gueto", dice Jim¨¦nez, y a?ade: "Lo minoritario no tiene por qu¨¦ ser mejor, todos los grupos queremos llegar al mayor n¨²mero de gente posible".
Su ¨²ltimo disco, Detroit, les ha sacado precisamente de las liguillas para jugar a lo grande. Las entradas para el concierto de ayer hace tiempo que estaban agotadas, y eso es algo que les sucede habitualmente. Hace meses que quer¨ªan dejar de girar para centrarse en componer, pero les ha sido imposible. "Nos salen bolos todo el rato, y no sabemos decir que no. Al fin y al cabo, estamos aqu¨ª para esto", explica el cantante.
Muchas canciones de Detroit son pelotazos a la primera escucha, cuando en ¨¢lbumes anteriores hab¨ªa que rascar un poco m¨¢s. Ahora, la banda se torna luminosa y digerible, que no es lo mismo que obvia: se permiten ser menos can¨®nicos, como con ?cido, que suena en directo a¨²n m¨¢s discotequera que en estudio. Por la pieza (la primera compuesta por el guitarra solista), que son¨® a¨²n m¨¢s discotequera en directo, discurren cierto deje del Hello again de The Cars, algunos arreglos sint¨¦ticos deudores de los ¨²ltimos Daft Punk y el erotismo chocarrero de Scissor Sisters. En Eres agua la guitarra adopta, desacomplejada, el tempo y la brillantez de muchos temas de The XX. Tambi¨¦n hay espacio para la reivindicaci¨®n: Oh! Sana critica sin ambages la postura de la Iglesia frente a la homosexualidad.
Y as¨ª transcurri¨® un concierto que super¨® la hora y media, generoso por parte de la banda, pero tambi¨¦n de su p¨²blico: fuera el term¨®metro se acercaba peligrosamente a los 40 grados, y la en la Sala Galileo el aire acondicionado no pod¨ªa competir con el calor de cientos de cuerpos que bailaban y gritaban desga?itados, sobre todo en el ¨²ltimo tramo, el m¨¢s marchoso. Y es que Miss Caffeina, cuando m¨¢s brilla, es cuando se aleja de los medios tiempos y sube el ritmo: "Si hab¨¦is venido a bailar a estas horas, es porque ayer seguuuuro que no salisteis de marcha, ?verdad?", culminada Jim¨¦nez, en un ambiente de complicidad fiestera.
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