Hipn¨®tico descenso a los infiernos

Mija¨ªl Baryshnikov es bajito, de la misma altura que Vaslav Nijinski y no obstante a su genialidad se le hizo peque?a el escenario del TNC, la noche del jueves, en su magn¨ªfica interpretaci¨®n en Letter to a man. Una pieza que re¨²ne los talentos del director de escena, Robert Wilson, ©¤presente en el patio de butacas©¤ de la core¨®grafa, Lucinda Childs y el de extraordinario bailar¨ªn ahora convertido en actor, Baryshnikov. Este ramillete de artistas ha creado una po¨¦tica, sensual, ¨ªntima y desgarradora pieza en clave de comedia musical, que se inspira en el Diario de Nijinski. Diario que el legendario bailar¨ªn ruso escribi¨® en su descenso hac¨ªa los abismos de la esquizofrenia en 1916. Tras la funci¨®n la generosidad de Baryshnikov sigui¨® despleg¨¢ndose. Atendi¨® y se fotografi¨® amablemente con los numerosos fans que le esperaban en el hall del TNC. Tambi¨¦n Bob Wilson departi¨® con los espectadores que se acercaron a saludarlo durante la preceptiva copa tras la funci¨®n.

En Letter to a man con asombrosa sabidur¨ªa imaginativa y elegancia Wilson recrea la atormentada alma de Nijinski a trav¨¦s de un imaginario mon¨®logo donde se mezclan frases de su diario, atormentadas y obsesivas opiniones sobre la guerra, el sexo, Dios y su relaci¨®n con las mujeres y Diaghilev. Tambi¨¦n se incluyen algunas frases de Romula, la esposa de Nijinski. El mon¨®logo en ingl¨¦s y ruso, aqu¨ª proyectado en catal¨¢n, est¨¢ recitado por las voces de Wilson, Baryshnikov y Childs. Para suavizar el drama que destila la obra Wilson convierte el escenario en una especie de teatro de variet¨¦s.

El espect¨¢culo sit¨²a la acci¨®n en Budapest, en 1945, donde el bailar¨ªn y su esposa se encuentran refugiados, y cuando la lucha entre soldados rusos y alemanes era encarnizada. Son las ¨²ltimas semanas de la Segunda Guerra Mundial. La primera imagen de Letter to a man es impactante, Baryshnikov aparece sentado en una silla con una camisa de fuerza. De repente se oye una m¨²sica y las correas de la camisa se desatan. Durante todo el espect¨¢culo su protagonista va maquillado de blanco y elegantemente vestido con un frac. Esta imagen le convierte a los ojos del espectador en el maestro de ceremonias de la locura de Nijinski, un gu¨ªa a trav¨¦s de los laberintos atormentados de una mente enferma. Un laberinto plagado de sugestivas y evocadoras im¨¢genes creadas por Wilson, como por ejemplo cuando los textos se refieren a la relaci¨®n del bailar¨ªn con las mujeres, en escena aparece una divertida mu?eca de madera rodeada de flores, una secuencia muy na¨ªf, y otra alusiva imagen es ver una especie de ba?era con Diaghilev dentro cruzar la escena. Humor y drama se entrelazan en un delicado y respetuoso espect¨¢culo que transmite al espectador la incomunicaci¨®n en la que vivi¨® Nijinski desde los primeros s¨ªntomas de su enfermedad mental.

En este montaje Baryshnikov no baila, ¨²nicamente realiza ciertos movimientos coreogr¨¢ficos ideados por Lucinda Childs, casi siempre ilustrados por partituras de musical, sin embargo esos gestos encadenados se convierten en una expresiva danza que grita en silencio la impotencia de un hombre ante un mundo que no comprende. Menci¨®n especial merece la m¨²sica original de Hal Willner a la que se a?aden fragmentos de otros compositores y cantantes como Tom Waits, Arvo Pr?rt, Bob Dylan, Henry Mancini y Alexader Mosolov.

Al final de Lette to a man, Wilson y Baryshnikov recibieron los largos e intensos aplausos de un p¨²blico emocionado, formado por actores, bailarines, maestros de danza y admiradores de estos excelentes artistas. Una noche para recordar.