Esto no es un refer¨¦ndum
El ¨²nico marco adecuado de referencia es el de las reglas y la pr¨¢ctica internacional
La aparente solemnidad de la presentaci¨®n de los preparativos del refer¨¦ndum del 1-O no puede ocultar la realidad: lo que se prepara no es ni puede ser un refer¨¦ndum.
Dejemos a un lado los aspectos m¨¢s ruidosos, como el choque con las instituciones centrales, el enfoque judicial de la cuesti¨®n o las divisiones internas en el mundo independentista. ?Servir¨ªa este tipo de consulta para conocer la opini¨®n de una sociedad o, m¨¢s a¨²n, para que tome decisiones de tal trascendencia? El ¨²nico marco adecuado de referencia es el de las reglas y la pr¨¢ctica internacional. Y aqu¨ª aparecen tres cuestiones cruciales.
La primera es la de la validez de un refer¨¦ndum de secesi¨®n. Solo se consideran v¨¢lidos aquellos que la comunidad internacional reconoce; y esta comunidad (normalmente encarnada por la ONU) plantea siempre una exigencia: la atribuci¨®n al ¡°Estado de partida¡± de la condici¨®n de ileg¨ªtimo. Ah¨ª apunta la reciente insistencia del Gobierno de Puigdemont en el car¨¢cter autoritario del Estado espa?ol. Confundir la naturaleza de un Estado con el estilo pol¨ªtico de su Gobierno es un error de manual, pero no hace falta remontarse tan lejos: basta con observar que Espa?a es considerada por el conjunto de los pa¨ªses democr¨¢ticos como un miembro del club.
El segundo requisito es una aportaci¨®n canadiense: la claridad. Y no tanto la claridad de la pregunta, sino la existencia de informaci¨®n clara sobre la situaci¨®n que se generar¨ªa, en caso de resultado afirmativo. Informaci¨®n que se oculta: la llamada ley de transitoriedad ser¨ªa solo discutida y aprobada en caso de la victoria del s¨ª. Por tanto, se ignora todo sobre el proceso posterior, las negociaciones con Madrid y Bruselas, la condici¨®n de los ciudadanos, etc.
Y esta ocultaci¨®n lleva a un tercer ¨¢mbito: el aplastamiento de los derechos de la oposici¨®n parlamentaria. Como muestran los estudios de opini¨®n, la opci¨®n independentista es minoritaria en Catalu?a; goza de una mayor¨ªa parlamentaria solo por obra de la ley electoral (por otra parte, muy cuestionada). El silenciamiento de la oposici¨®n, la introducci¨®n de un tr¨¢mite de lectura ¨²nica o la desatenci¨®n a los dict¨¢menes del Consejo de Garant¨ªas muestran una voluntad de predominio de la mayor¨ªa y de exclusi¨®n de las minor¨ªas (lo que se confirma con las previsiones sobre la financiaci¨®n de la campa?a previa, la creaci¨®n de una Sindicatura Electoral sin los requisitos que establece el vigente Estatuto, o las reglas sobre los medios de comunicaci¨®n).
Los promotores del ¡°proceso¡± han insistido en afirmar que ¡°esto va de democracia¡±. Y efectivamente, lo que est¨¢ en juego es el funcionamiento democr¨¢tico de la sociedad catalana. No hace falta remontarse a la legalidad constitucional vigente, o al marco normativo comunitario e internacional (cuyo veredicto no ofrece dudas): hoy el empuje de la causa independentista se propone reducir los m¨¢rgenes de pluralismo y de libre debate en la sociedad catalana.
Joan Botella es presidente de Federalistes d¡¯Esquerres.
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