De segunda y regional
Lo peor, o lo mejor seg¨²n se mire, es que es muy dif¨ªcil empeque?ecer al otro sin volverse cada d¨ªa un poco m¨¢s peque?o
Recuerdo la escena porque ten¨ªa cierto aire teatral. Josep Piqu¨¦ le pidi¨® a Pasqual Maragall que retirase unas declaraciones. Maragall no sab¨ªa a qu¨¦ se refer¨ªa, lo cual, tampoco era tan infrecuente. ?Qu¨¦ hab¨ªa dicho? Que hab¨ªa una manera catalana de mirar el mundo. Maragall, lejos de retirarlas, repiti¨®, con aquella mirada de quien se sabe ganador por KO y lo deja a los puntos: ¡°Pues claro que hay una mirada catalana sobre el mundo, y quiero que conste en acta lo que digo¡±.
He pensado en ello a ra¨ªz de diversas noticias que han ido apareciendo durante las ¨²ltimas semanas y que, de alguna manera, enlaza con mi art¨ªculo anterior ¡°?Para qu¨¦ ha servido el proceso?¡±. De alguna manera, esa conversaci¨®n est¨¢ en la base de todo lo que estamos viviendo estos ¨²ltimos a?os. Maragall gobern¨® una ciudad al l¨ªmite del techo de cristal, un techo de cristal blindado que, clavado sobre Catalu?a, su propuesta de estatuto no pudo romper.
Lo mejor para el statu quo era que los enanos no crecieran, que la mirada catalana no se dirigiese al techo, aunque fuese de cristal. Para ello nada mejor que la jibarizaci¨®n constante de la cultura, que quienes participasen de ella supiesen que era una cultura auton¨®mica, que supiese que si quer¨ªa ir a Fr¨¢ncfort sin tutelas las pasar¨ªa canutas. Ese tipo de pensamiento que expresaba Josep Piqu¨¦ est¨¢ incrustado en la cotidianidad, lo han interiorizado quienes lo verbalizan y surge de manera habitual. El ¨²ltimo episodio lo hemos vivido con las chanzas sobre la relaci¨®n del consejero Puig y las sardanas que, a?adidas a las que se hicieron sobre su pasado como bombero, crean lo que podr¨ªamos llamar clasismo cultural. Otra cosa es si Cultura se tiene que dirigir desde Cultura Popular. Lamentablemente, la discusi¨®n no ha sido esa.
Para muchos ¡ªpara m¨ª¡ª la sardana es algo ajeno, pero no puedo obviar que las coblas han sido en muchas ocasiones lo ¨²nico que ha dado cultura musical a mucha gente que hubiese carecido de ella. No puedo olvidar el hilo que va de las descripciones que hace Gaziel de las andanzas de Juli Garreta por Par¨ªs a esa joya que es Una m¨¤quina d¡¯espavilar ocells de nit de Jordi Lara. S¨¦ que sin Ventura, Morera o Garreta la cultura de este pa¨ªs ser¨ªa m¨¢s triste y m¨¢s peque?a. Gaziel tiene tambi¨¦n p¨¢ginas memorables sobre Joan Maragall y la sardana.
La ridiculizaci¨®n es recurrente y as¨ª ha de ser para que el techo no se rompa. Mientras nuestros sabios locales se re¨ªan de Puig, el Tribunal Constitucional recortaba leyes de contenido ling¨¹¨ªstico denunciadas por el Partido Popular y el Gobierno. La del audiovisual llevaba paralizada desde 2006. M¨¢s recurrencias: no hace tanto que el jurado del premio Crexells se lo pasaba la mar de bien caricaturizando la literatura que se escribe en catal¨¢n mientras dibujaban de manera involuntaria su propio retrato.
Es la historia de siempre. En algunos casos, como los anteriores, por convencimiento. En otros, por deseo de aceptaci¨®n. Le pas¨® a Jaume Asens, que para justificar que el Ayuntamiento de Barcelona no entrase en la Asociaci¨®n de Municipios por la Independencia mezcl¨® a Verdaguer con una Catalu?a m¨ªtica cuya oscuridad ya solo necesitan quienes no tienen nada que ofrecer. Recuerdo los sarcasmos en las redes sociales. Es el rito de paso, denigrar un poco la cultura propia para ser aceptado por los dem¨¢s. Lo cierto es que Maragall dej¨® el list¨®n alto, y quiz¨¢s por eso lo quitaron de en medio. No solo ten¨ªa una mirada propia sino que la proyect¨® hacia arriba.
En el art¨ªculo anterior recordaba como muchos articulistas y escritores se re¨ªan del prus¨¦s, cuando a ninguno de ellos le pasar¨ªa por la cabeza ridiculizar de manera sistem¨¢tica el deje andaluz. Se ve que ya est¨¢n m¨¢s calmados y no lo dicen tanto. Mejor, no hay nada que produzca m¨¢s pena que esa mirada estr¨¢bica sobre uno mismo y sobre el mundo que lo rodea, esa mirada de la que tanto se re¨ªa Maragall. Lo peor, o lo mejor seg¨²n se mire, es que es muy dif¨ªcil empeque?ecer al otro sin volverse cada d¨ªa un poco m¨¢s peque?o.
A¨²n as¨ª, volver¨¢ a pasar. Ser¨¢ con otro baile, otra muestra de cultura popular, otro premio, otra feria, alg¨²n congreso o exposici¨®n, cualquier obra o acontecimiento que d¨¦ pie a la ridiculizaci¨®n. Se r¨ªen hasta cuando leen que la inversi¨®n cultural del Estado es el doble en Madrid que en Catalu?a. Eso s¨ª, cada vez son menos y su risa cada vez tiene un eco m¨¢s corto.
Francesc Ser¨¦s es escritor.
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