Naturalidad que desarma
La cantante de Brooklyn no necesita de aspavientos en las Noches del Bot¨¢nico para resultar sencilla, encantadora y hasta hilarante
¡°Hagamos llover¡±, murmur¨® este viernes Madeleine Peyroux en su esforzado castellano cuando a las 21.10, con el mercurio a¨²n en cruenta ebullici¨®n, asom¨® por el escenario de Noches del Bot¨¢nico. No deb¨ªa de resultar sencillo involucrarse en un repertorio tan delicado y sutil mientras el planeta amenaza con desintegrarse cual bola de fuego, pero la experimentada jazzista supo no solo suministrar un repertorio encantador, sino erigirse en un personaje pr¨®ximo y de humor adorable. Fue una hora larga de jazz y blues afables en sencillo formato de tr¨ªo, pero con una espontaneidad muy inusual en una artista con dos d¨¦cadas largas en el cuentakil¨®metros.
¡°Me gustar¨ªa decir que soy de Nueva York, pero hay un neoyorquino que lo est¨¢ arruinando todo¡±, explic¨®, siempre en nuestro idioma, antes de lanzar una ¨¢cida e ingeniosa diatriba contra ese caballero que ustedes ya se imaginan. Luego intercalar¨ªa alguna maldad antipresidencial m¨¢s en If the sea was whiskey, que lleg¨® en amena lectura a tres voces. E incluso se permiti¨® dedicar a ¡°todos los que se sienten mal representados por el Gobierno¡± un cl¨¢sico sobre la soledad y la tristeza como I ain't got nobody. Todo muy en la l¨ªnea de Madeleine: una naturalidad que desarma y un pellizco de pimienta a modo de aderezo.
Peyroux es, de alguna manera, una artista de vieja escuela, abonada siempre a la canci¨®n atemporal pero con much¨ªsimo m¨¢s flujo sangu¨ªneo que, imaginemos, Diana Krall. Por eso esta vecina de Brooklyn considera que todo el repertorio posible ¡°es de amor, de blues o sobre bebida¡±, y a veces de casi todo a la vez, como en Guilty. O en su lectura de Tango till they¡¯re sore, de Tom Waits, empapada de elegancia noct¨¢mbula. Dosifica nuestra protagonista sus acercamientos al folk o la canci¨®n de autor, pero es un g¨¦nero en el que se desenvuelve particularmente bien. Qued¨® claro en su acercamiento a Bird on a wire, con el latido de vals acentuado y un precioso susurro final.
No nos perdon¨® la can¨ªcula, pero tampoco nos fall¨® Madeleine. Entra?able cuando recuper¨® al argentino en solitario al argentino Facundo Cabral -guitarra y voz sin aditamentos- con No soy de aqu¨ª ni soy de all¨¢. E hilarante cuando aprovech¨® Shout sister shout para burlarse de la simpleza consustancial al g¨¦nero masculino. Va a ser verdad que nosotros valemos m¨¢s bien poco. Afortunadamente, la Peyroux conserva la cotizaci¨®n al alza. Sin aspavientos. Y, encima, sin renunciar a la sonrisa.
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