Fantasmas convincentes
Magos y espiritistas usaban las linternas m¨¢gicas para presentar espectros
La ¨®ptica como ¨²til para fabricar visiones y espectros. Las m¨¢quinas cat¨®ptricas (que juegan con la reflexi¨®n de los espejos) y, muy en particular, las linternas m¨¢gicas, creaban una realidad virtual para el juego, el espect¨¢culo o la impostura cham¨¢nica. Ram¨®n Mayrata lo ha documentado en un libro (Fantasmagor¨ªa, La Felguera Editores). Un libro que inevitablemente tambi¨¦n ha de hablar de magia, de cultura y de ciencia. Las proyecciones de las linternas m¨¢gicas que pod¨ªan hacerse sobre humo o cortinas de agua para aumentar su apariencia inmaterial eran utilizadas por los espiritistas para simular su fraudulenta relaci¨®n con el m¨¢s all¨¢. Pero la fantasmagor¨ªa como espect¨¢culo tiene un primer gran nombre propio. Paul Philidor.
El libro reproduce un anuncio suyo en Viena, en abril de 1791, que es toda una proclama sobre el verdadero arte de la magia frente a quienes practicaban la impostura y la estafa: ¡°No voy a mostrar fantasmas ya que no existen tales cosas: pero voy a producir representaciones e im¨¢genes que se imaginaban fantasmas en los sue?os de la imaginaci¨®n o en las mentiras de los charlatanes. No soy sacerdote ni mago. No quiero enga?arte; pero te sorprender¨¦¡±. Philidor actu¨® con ¨¦xito en distintas capitales europeas, pero su historia termina en el Par¨ªs de la Revoluci¨®n cuando en su espect¨¢culo presenta al decapitado Luis XVI subiendo a los cielos. Aunque sostuvo que fue un error de su ayudante, fue encarcelado por la santificaci¨®n del monarca decapitado. No hay m¨¢s rastro sobre Philidor, pero Mayrata sostiene que reapareci¨® hacia 1801 en Londres. Un tal Paul de Philipsthal presentaba su espect¨¢culo en el Teatro Liceo en el que, entre truenos y rel¨¢mpagos, aparec¨ªan esqueletos y personajes conocidos. Un espect¨¢culo que gan¨® autenticidad cuando Philipsthal se asoci¨® con Madame Tussaud y mostraba en escena cabezas que eran los moldes originales de ajusticiados. Aunque los anuncios hablaban de ilusiones ¨®pticas y piezas mec¨¢nicas, a veces hab¨ªa que suspender el espect¨¢culo a causa de la gran alteraci¨®n que provocaba un p¨²blico cr¨¦dulo.
Y es que, comenta Mayrata, la historia de la magia no es lineal. ¡°Puedes encontrar en el siglo II a un pitag¨®rico como Celso que escribe contra los magos y los fraudes de los or¨¢culos. Un libro desaparecido del que tenemos conocimiento por Luciano de Samosata. Tambi¨¦n hay una parte de la intelectualidad alejandrina que, al igual que S¨¦neca, tienen un concepto moderno del espect¨¢culo. Pero en la Edad Media se impone la creencia religiosa, milagrera. La idea de enga?o es moderna, del Renacimiento¡±. El problema, prosigue, es que la Ilustraci¨®n no convence a todos, ¡°es incompleta porque no puede explicar el sentido ¨²ltimo de la existencia. Mucha gente se siente inc¨®moda con sus planteamientos no religiosos y, para ellos, el ilusionismo vuelve a provocar la sensaci¨®n de misterio, de algo imposible ante tus ojos¡±.
Dalmau el Tortosino era capaz de sacar por su boca un gran n¨²mero de batracios, ranas y serpientes
La sugesti¨®n de la magia, presentada como capacidad sobrenatural de su practicante, sigue viva en esa ¨¦poca. Lo demuestra el poder alcanzado por dos ministros de la corte de Federico Guillermo II de Prusia. W?llner y Bischoffswerder se hab¨ªan ganado la voluntad del pr¨ªncipe cuando, en 1781, hicieron aparecer ante ¨¦l los esp¨ªritus, entre otros, de Marco Aurelio y Leibnitz. En esta sesi¨®n utilizaron desde los aparatos que usaba el rosacruz Sch?pfer para convocar a los esp¨ªritus hasta un ventr¨ªlocuo. Su proyecto pol¨ªtico: devolver el pa¨ªs a la ortodoxia cristiana. De hecho, prohibieron a Kant, explica Mayrata, hablar de religi¨®n.
Otro mago cortesano, pero honesto con su arte, fue Dalmau el Tortosino, capaz de sacar por su boca un gran n¨²mero de batracios, ranas y serpientes. Trabaj¨® al servicio de Carlos V y a ¨¦l se le atribuy¨® un folleto con la explicaci¨®n de trucos como el de la cuerda rota. Pero su ¨¦poca, siglo XVI, era demasiado temprana para un concepto veraz de la magia ilusionista y ante las cosas maravillosas que hac¨ªa, casi sobrenaturales en apariencia, fue llamado por el Santo Oficio aunque no le encontraron causa y sigui¨® libre.
Mayrata, que adem¨¢s de historiador de la magia es profesor de literatura y novelista, present¨® su libro en la Calders de Barcelona en compa?¨ªa de Sergi Buka y su colecci¨®n de placas para linternas m¨¢gicas. Buka ya hab¨ªa ofrecido con ellas un espect¨¢culo en el TNC con m¨²sica de Jordi Sabat¨¦s. Mayrata, al d¨ªa siguiente, se fue al Congreso M¨¢gico Nacional de Manresa¡
Del congreso, del que habl¨¦ en su d¨ªa, citar¨¦ dos magos que no subieron a ning¨²n escenario. Uno es el serbio Rossy a quien compr¨¦ en la feria un juego de guantes de inspiraci¨®n fregoliana. Lo invent¨® hace 30 a?os y su encanto lo mantiene vivo en los cat¨¢logos. El otro, particularmente entra?able, es el mago Xarrin-Xarrin. Celador de hospital, adem¨¢s de actuaciones en escenarios previsibles, usa su magia para alegrar la vida de enfermos y organizar cursos y festivales en la escuela de educaci¨®n especial donde acude su hijo. La magia como herramienta para el alivio an¨ªmico o para trabajar la picard¨ªa e intencionalidad de los actos. En definitiva, la comunicaci¨®n con quien tienen dificultades para ello. Una magia solidaria que tambi¨¦n merecer¨ªa un libro.
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