El reino de la irresponsabilidad
Puede que la presi¨®n judicial impida el refer¨¦ndum pero dif¨ªcilmente disminuir¨¢ el apoyo al independentismo
Por qu¨¦ no asume sus responsabilidades pol¨ªticas? Con raz¨®n Pedro S¨¢nchez y Pablo Iglesias, siempre m¨¢s dispuestos a entenderse en la cr¨ªtica que en la b¨²squeda de proyectos compartidos, piden que Rajoy comparezca en el Parlamento para responder a esta pregunta que lleva cinco a?os eludiendo, desde que se descubrieron los tejemanejes de B¨¢rcenas con los dineros del PP y el presidente se desentendi¨® del asunto, despu¨¦s de unas semanas surfeando con alto riesgo sobre sus mensajes de aliento y comprensi¨®n con el extesorero. De aquella decisi¨®n, estos hechos. Porque el gran problema de los a?os Rajoy es que se est¨¢n convirtiendo en el reino de la irresponsabilidad que tuvo un momento culminante en su declaraci¨®n en la Audiencia Nacional.
Bajo la apariencia de un hombre tranquilo, sereno, previsible, de orden y de sentido com¨²n se esconde una elusi¨®n permanente de responsabilidades que tiene graves consecuencias colectivas: rebaja la autoridad y el reconocimiento de la pol¨ªtica, y transmite un desmoralizante mensaje a la sociedad. ¡°Podr¨ªa haber utilizado aquella frase o cualquier otra¡±, respondi¨® cuando se le pregunt¨® sobre su SMS a B¨¢rcenas (¡°Hacemos lo que podemos¡±). Es decir, nada tiene importancia, las cosas son como son, y todo va como va.
Con malhumor y un rictus de manifiesta incomodidad, el presidente afront¨® el interrogatorio con una actitud m¨¢s propia del acusado que del testigo. ¡°Mis responsabilidades son pol¨ªticas, no de contabilidad¡±. Fiel a las instrucciones de su abogado, todo su relato gir¨® en torno a una sola idea: del dinero del partido nunca supe nada. Con lo cual la irresponsabilidad econ¨®mica se dobl¨® con la irresponsabilidad pol¨ªtica, que es el tatuaje que ¨¦l mismo escribi¨® sobre su carrera pol¨ªtica cuando estall¨® el caso B¨¢rcenas. El presidente de un Gobierno no es un ciudadano cualquiera. Adem¨¢s de responsabilidad penal tiene responsabilidad pol¨ªtica. Pero la defensa de su inocencia econ¨®mica ¡ªque era la que pod¨ªa ser objeto de actuaciones penales¡ª agrav¨® su irresponsabilidad pol¨ªtica. Por su cargo, si no sab¨ªa, ten¨ªa que haber sabido. Y en su celosa defensa incurri¨® en manifiesta contradicci¨®n: cuando quiso apuntarse la ruptura de relaciones del PP con Correa y cuando carg¨® sobre Esperanza Aguirre los desaguisados de algunas ciudades de la comunidad de Madrid el argumento de su ignorancia sobre los dineros del partido ca¨ªa a plomo.
Pero esta irresponsabilidad pol¨ªtica no es nueva. La conocemos en su relaci¨®n con la cuesti¨®n catalana. Que empieza, no lo olviden, con una irresponsable campa?a callejera contra el Estatuto catal¨¢n. La estrategia de la Moncloa se funda en criterios de una gran ligereza: que el independentismo se agotar¨¢ por s¨ª mismo, que la sociedad catalana se fracturar¨¢, que no hay que hacer ninguna concesi¨®n a Catalu?a porque el PP la pagar¨ªa en el resto de Espa?a y es un riesgo innecesario dado que en Catalu?a es y ser¨¢ siempre minoritario, y, en consecuencia, que no tiene nada que proponer a los catalanes. Resultado: desplazamiento a los tribunales. La ¨²ltima fantas¨ªa del Gobierno es que la presi¨®n judicial generar¨¢ el p¨¢nico y la desbandada. Puede que impida el refer¨¦ndum, puede que algunos dirigentes pol¨ªticos soberanistas se coloquen a buen recaudo, pero dif¨ªcilmente disminuir¨¢ el apoyo al independentismo. En democracia el recurso sistem¨¢tico a la justicia en cuestiones pol¨ªticas deteriora la imagen de quien lo pr¨¢ctica y la calidad del sistema. Y afecta a la propia reputaci¨®n de los tribunales y de las fuerzas de seguridad.
En el reino de Rajoy, todo acaba en la justicia. La pol¨ªtica es incapaz de combatir la corrupci¨®n por s¨ª misma: hacer limpieza en el partido, dimitir como gesto de reconocimiento y de reparaci¨®n de algo tan grave como una red estructural de tramas corruptas en torno al PP, facilitar la actuaci¨®n judicial aportando informaci¨®n y contribuyendo a esclarecer los hechos y no a confundirlos. Nada de eso ha estado en la agenda de Rajoy, que se ha limitado a contemplar la ca¨ªda de aquellos imputados sobre cuya honestidad hab¨ªa apostado su palabra hasta el ¨²ltimo momento y a intentar minimizar los efectos de los casos judiciales que afectan a su partido. La pol¨ªtica es incapaz de afrontar la cuesti¨®n catalana, con un Gobierno convertido en correa de transmisi¨®n permanente hacia la fiscal¨ªa, los tribunales y el Constitucional. Cuando todo pasa por los jueces es que algo falla en el sistema democr¨¢tico.
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