¡°La Rambla es para quien la ramblea¡±
Vecinos y comerciantes tratan de volver a la normalidad tras la matanza de Barcelona
El diccionario barcelon¨¦s tiene dos t¨¦rminos propios del centro de la ciudad: ramblejar y ravalejar. Younes Abouyaaqoub los rob¨® el pasado jueves: primero con el atropello en la Rambla a bordo de una furgoneta blanca, que dej¨® 13 muertos y un centenar de heridos, y despu¨¦s con su huida por las calles del barrio del Raval. Una semana despu¨¦s, vecinos y comerciantes intentan recuperar estas palabras.
La Rambla, hace a?os un punto de encuentro, es ahora un lugar de paso para los barceloneses. Sin embargo, muchos se acercan ahora a esta calle, colmada de turistas, para ver con sus propios ojos el escenario del atentado. En la intersecci¨®n con la plaza de Catalu?a, al lado de un gran punto de homenaje lleno de flores y mensajes, Manel Navarro, de 81 a?os, se sienta en una de las sillas de la calle. "He venido a ver c¨®mo estaba la situaci¨®n, y est¨¢ como siempre, hay mucha gente. Tiene que ser as¨ª, la Rambla tiene que renacer", dice, apoyado en su bast¨®n.
A lo largo de la calle hay m¨¢s de diez altares improvisados. El m¨¢s grande se sit¨²a encima del mosaico de Joan Mir¨®, delante del Liceo, ah¨ª donde Abouyaaqoub abandon¨® su furgoneta. "Hemos querido venir, porque hasta que no lo ves no lo entiendes", afirma una pareja que saca fotos con el m¨®vil a las flores.
La asociaci¨®n de comerciantes Amics de la Rambla quiso ayer sumarse a esta voluntad de recuperar la calle. En un comunicado, defend¨ªa que esta calle "es un punto de encuentro universal. El atentado terrorista quiso acabar con este modelo de convivencia del que la Rambla es un ejemplo". La asociaci¨®n pidi¨® a los ciudadanos un ¨²ltimo esfuerzo: "No dej¨¦is de ramblear".
"Tenemos que volver a disfrutar de la Rambla, pero la gente todav¨ªa est¨¢ muy emocionada. Hoy mismo, una mujer me ha comprado una flor para la ofrenda y me ha abrazado, y no la conoc¨ªa de nada", explica Juanjo D¨ªaz, que trabaja en una de las florister¨ªas de la calle. "La Rambla es de todos, de los de aqu¨ª, de los de fuera... la Rambla es para quien la ramblea", a?ade.
A la altura del Teatro Principal, Mehmood Bassarat atiende a las mesas de la terraza de un restaurante. El d¨ªa del atropello masivo, Bassarat vio bajar corriendo por la calle a una multitud de gente. "Hab¨ªa muchos turistas llorando, yo me encerr¨¦ con mis clientes en el bar, estuvimos tres horas hasta que la polic¨ªa nos permiti¨® salir". "Esta semana ha sido dura, la gente no quiere sentarse en la terraza porque tiene miedo, pero espero que pronto vuelva la normalidad", afirma. Esta sensaci¨®n la comparte Xu Sufen, una caricaturista que trabaja cerca de la estatua de Col¨®n: "Estos d¨ªas la gente no est¨¢ viniendo mucho a hacerse caricaturas".
Al final de la calle, Josep Cardona descansa de su puesto de trabajo: disfrazado de Crist¨®bal Col¨®n, es una de las estatuas humanas de la Rambla. "Estos d¨ªas hab¨ªa tristeza por la calle, ahora empiezan a escucharse voces m¨¢s altas, pero todav¨ªa queda para que vuelva la fiesta que siempre hay". Cardona lleva siete a?os de estatua humana, y de joven estudi¨® en la cercana escuela de arte Massana. "La Rambla forma parte de mi vida", dice antes de terminar el cigarrillo y volver a la par¨¢lisis de su personaje, que con el dedo ¨ªndice se?ala el final de una calle inacabable.
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