?Miedo global, protecci¨®n local?
Surge lo imprevisto en medio de lo cotidiano. Y ello se hace m¨¢s incomprensible cuanto m¨¢s cercano es
El mundo se nos est¨¢ convirtiendo en una gran aldea desordenada, con capacidades de gobierno muy d¨¦biles. Proliferan los actores dispuestos a convertirse en los jefes del cotarro. En ese escenario global, los Trump, Putin y compa?¨ªa rivalizan teatralmente en ver quien es m¨¢s mat¨®n, mientras que, al mismo tiempo, otros actores transestatales buscan sus propios espacios. Redes financieras que burlan fronteras; mafias y dem¨¢s tramas de comercio fraudulento que crean sus propios c¨®digos; grandes compa?¨ªas digitales que pugnan por monopolizar flujos. Todos tratando de asegurarse el monopolio de las nuevas y rentables intermediaciones en ausencia de instancias gubernamentales capaces de regular y ordenar ese escenario global.
Esa sensaci¨®n de desorden, las incertidumbres sobre el devenir econ¨®mico, los efectos impredecibles del cambio tecnol¨®gico, generan desasosiego. Se palpa la sensaci¨®n de intranquilidad. Y se busca seguridad. El submundo del terrorismo y del tr¨¢fico de armas forma parte de esa realidad. Y es en ese contexto enmara?ado en el que se mueven los servicios de inteligencia y de polic¨ªa que operan dentro y fuera de sus fronteras. A diferencia de otros riesgos ya incorporados en el horizonte mental-racional de cualquiera (coches, inundaciones, accidentes dom¨¦sticos) actos como el acecido en Barcelona resultan incomprensibles (irracionales) y por tanto alteran profundamente la normalidad. M¨¢s all¨¢ del miedo global, incorporado en la incertidumbre general y en cuya respuesta no nos sentimos directamente involucrados, buscamos, al menos, una cierta protecci¨®n local.
Surge lo imprevisto en medio de lo cotidiano. Y ello se hace m¨¢s incomprensible cuanto m¨¢s cercano es. O¨ªmos estos d¨ªas expresiones que hemos o¨ªdo ya en situaciones distintas (como las relacionadas con la violencia de g¨¦nero), pero tambi¨¦n disruptoras: ¡°Eran chicos normales¡±, ¡°unos vecinos m¨¢s¡±, ¡°no se les notaba nada¡±. Es un terrorismo de proximidad y globalidad, ¨ªntimo y lejano, todo al mismo tiempo. Y ello lo hace m¨¢s dif¨ªcil de gestionar. Pasamos de las sentidas reflexiones de la educadora social de Ripoll que se preguntaba con sorpresa qu¨¦ estamos haciendo mal ante la constataci¨®n de qui¨¦nes eran los protagonistas del execrable acto de las Ramblas, al cierto alivio que supone la conexi¨®n del im¨¢n con Bruselas o el v¨ªdeo publicitario de ISIS hecho a posteriori. Es como si constat¨¢ramos que son gente como cualquiera de nosotros, pero finalmente son extra?os, no son de los nuestros. Alguien les lav¨® el cerebro y los convirti¨® en los monstruos que han acabado siendo.
Frente al miedo global y la incomprensi¨®n de lo que nos altera en la cotidianeidad, nos toca buscar qu¨¦ hacer para evitar que acabemos cediendo toda respuesta a los profesionales de la seguridad. No es un problema (solo) de m¨¢s y mejor polic¨ªa. De m¨¢s y mejores sistemas de control de las redes. De cerrar (m¨¢s) las fronteras. De evitar que llegue m¨¢s gente de ¡°los otros¡±. No es lo mismo tratar de evitar una repetici¨®n del 11-9, que controlar la venta de cuchillos, la acumulaci¨®n de bombonas de butano o el alquiler de furgonetas. Hay inseguridades globales e inseguridades locales, aunque todas ellas puedan parecer conectadas.
En el caso de la violencia de g¨¦nero, sabemos que no es solo un problema estructural y global, derivado de la sociedad jer¨¢rquica y patriarcal, y tampoco es un tema que podamos circunscribir a unos pocos desalmados. Somos conscientes de que tiene que ver, tambi¨¦n, con el sistema educativo, con las pautas y estereotipos de consumo, con la composici¨®n equitativa de hombres y mujeres en las instituciones, administraciones p¨²blicas y cuerpos de seguridad. ?No deber¨ªamos asimismo procurar que la diversidad interna de nuestras comunidades locales acabe teniendo efectos en todos esos ¨¢mbitos y esferas?
El desequilibrio entre percepci¨®n de desprotecci¨®n e instituciones capaces de asegurar respuestas democr¨¢ticas, abiertas, plurales y al mismo tiempo protectoras aumenta. Y no es extra?o qu¨¦ en un escenario como este, la gente se refugie en lo conocido, en lo propio, en ¡°los nuestros¡± frente a ¡°los otros¡±. No conseguiremos ¡°inseguridad cero¡±, ya que hay factores a escala global que son dif¨ªcilmente gestionables desde cerca. Pero si deber¨ªamos conseguir que nuestras instituciones, administraciones y entidades sociales, reflejaran mejor la pluralidad y apertura que hemos de defender frente a la simplificaci¨®n identitaria y estrictamente securitaria que algunos ofrecen.
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