Volver a La Rambla
Tras un imp¨²dico aprovechamiento pol¨ªtico de los atentados, la pol¨ªtica catalana vuelve a su extra?a ¡®normalidad¡¯
Todo atentado terrorista consumado es un ¨¦xito de quienes lo perpetran y un fracaso de quienes se ocupaban de evitarlo. Est¨¢ por lo tanto fuera de lugar, es in¨²til, est¨¦ril, e incluso est¨²pida, la autocomplacencia de quienes se enga?an a s¨ª mismos pensando que su polic¨ªa ha acertado m¨¢s o menos que la de al lado cuando ha habido un desastre que ha costado tantas v¨ªctimas inocentes. En estas tareas, la jerarquizaci¨®n ha sido siempre clara, por mucho que alguien intentara esconder el bulto: tiene m¨¢s responsabilidad policial quien tiene m¨¢s responsabilidad pol¨ªtica, pero el fracaso es siempre, siempre, de todos los implicados.
Los sangrientos atentados del 17 de agosto en Catalu?a han sido sin embargo grosera e imp¨²dicamente utilizados por los medios afines al Gobierno de Mariano Rajoy para atacar al movimiento independentista y, luego, por los propios independentistas para sacudirse la cuota de responsabilidad del Gobierno de Carles Puigdemont en el fracaso com¨²n y para presentar como un ¨¦xito un desenlace que no tiene nada de brillante. Por lo que se ha visto, y sigue vi¨¦ndose, era ilusorio pensar que los dos bandos inmersos en la crisis constitucional catalana podr¨ªan escapar a la l¨®gica de la confrontaci¨®n que les arrastra desde 2010. Lo de esta semana ha sido un juego de la peor estofa pol¨ªtica, que a fin de cuentas solo muestra la baja calidad moral de quienes utilizan los cuerpos a¨²n calientes de las v¨ªctimas para cargarlos como culpa de sus rivales.
Ser¨ªa necio esperar rendimientos pol¨ªticos o electorales de estos esfuerzos, a los que tanta atenci¨®n medi¨¢tica se ha dedicado estos d¨ªas. El toma y daca de unos contra otros en un asunto tan doloroso provoca repugnancia m¨¢s que otra cosa. Pero desde luego hay quien cree que se puede sacar tajada del terrorismo, por tr¨¢gicas que sean las circunstancias.
Lo que ahora hemos vivido recuerda en buena medida la operaci¨®n deslegitimadora que una parte de la derecha lanz¨® contra el Gobierno de Jos¨¦ Lu¨ªs Rodr¨ªguez Zapatero durante la investigaci¨®n de los atentados del 11-M. La teor¨ªa de la conspiraci¨®n que defend¨ªan ciertos medios era pura zafiedad, como se denunci¨® desde el primer momento pero que solo muy a la larga se pudo zanjar. Ahora, en la operaci¨®n contra el independentismo, sus promotores han encontrado el terreno abonado por a?os de campa?as culpabilizadoras contra el nacionalismo catal¨¢n. Esta es la pol¨ªtica dise?ada por el PP en 2005 contra el Estatuto de Catalu?a y esta es la que desde entonces aplica sin apartarse ni un mil¨ªmetro del guion. Pero lo mismo vale tambi¨¦n para explicar el comportamiento de la coalici¨®n independentista gobernante en la Generalitat. Aqu¨ª se ha vivido otro episodio de una ya muy antigua ret¨®rica: los fracasos son culpa de Madrid, los ¨¦xitos, m¨¦rito nuestro.
De los a?os de la ETA m¨¢s activa aprendi¨® la sociedad espa?ola, y la catalana tambi¨¦n, que los terroristas atacan cuando pueden, donde pueden y como pueden. Persiguen sus objetivos, sean cuales sean las cuitas de la sociedad a la que golpean, que les importa un r¨¢bano, y a la que solo desean infligir el m¨¢ximo dolor que puedan. La respuesta ha sido siempre que la vida debe seguir, que ha de recuperarse la normalidad. Y que no hay que ceder al chantaje del miedo. La ciudadan¨ªa barcelonesa demostr¨® el s¨¢bado que as¨ª lo entiende. Como lo entendi¨® tras los atentados de ETA en Vic y en el Hipercor de la Avenida Meridiana; en su reacci¨®n a los atentados de Atocha o tras el asesinato de Ernest Lluch. Barcelona sabe mucho de bombas y bombardeos, desde el siglo XIX, para no remontarnos m¨¢s atr¨¢s, es la ciudad de las bombas. Por eso no es una sorpresa que sepa responder y lo haga siempre igual: volviendo a su vida. Que es tanto como decir, ahora y casi siempre, a La Rambla.
Puede que el atentado haya provocado alg¨²n cambio en el cronograma del Gobierno de Puigdemont para la jornada del 1 de octubre, sea lo que sea lo que ese d¨ªa acontezca. La presentaci¨®n, ayer, del proyecto de ley de transitoriedad jur¨ªdica y fundacional de la rep¨²blica catalana, que pretende romper con la legalidad espa?ola, es tambi¨¦n, desgraciadamente, el retorno a la normalidad, por extra?a y excepcional que sea.
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