7 de octubre
La represi¨®n de octubre de 1934 fue un bumer¨¢n contra la derecha. ?Hay alguien tan cerril para creer que la misma f¨®rmula va a resolver algo en 2017?
A lo largo de este ¨²ltimo lustro, el 6 de octubre de 1934 ha sido invocado frecuentemente por parte del unionismo (dentro de Catalu?a) y del espa?olismo (fuera). Lo ha sido como exorcismo antiindependentista, como humillante recordatorio de que la ¨²ltima tentativa secesionista catalana hasta hoy termin¨®, ocho d¨¦cadas atr¨¢s, en la derrota y el rid¨ªculo.
Se ha tratado de unas invocaciones no por repetidas menos falaces y tramposas porque, en octubre de 1934, nadie proclam¨® independencia alguna. El presidente Companys vulner¨®, desde luego, la legalidad entonces vigente, tanto como el conjunto de los republicanos la hab¨ªan vulnerado el 14 de abril de 1931, al derrocar la monarqu¨ªa en virtud del resultado de unas municipales. Pero el Estat Catal¨¤ de la Rep¨²blica Federal Espanyola no pretend¨ªa romper con Espa?a, sino cambiar el rumbo pol¨ªtico de Espa?a, corregir la derechizaci¨®n antiautonomista iniciada tras las elecciones de noviembre de 1933.
Es verdad que, en el desencadenamiento de ambas crisis, se hallan diversas sentencias de altos tribunales politizados e ideol¨®gicamente sesgados: en 1934, la del Tribunal de Garant¨ªas Constitucionales contra la ley de Contratos de Cultivo; desde 2010 las del TC contra el Estatuto ¡ªun hito crucial¡ª y contra todas las dem¨¢s iniciativas autodeterministas tomadas por las instituciones catalanas. En todo caso, el relativo paralelismo termina ah¨ª: con Companys, el plazo entre la sentencia y el cenit del conflicto fue de apenas cuatro meses; ahora han pasado siete a?os, tiempo m¨¢s que suficiente para un crecimiento geom¨¦trico del independentismo y una acumulaci¨®n de fuerza reivindicativa que brillaron por su ausencia en 1934.
La proclama de Companys respondi¨® a la improvisaci¨®n de unas horas; su Estat Catal¨¤ no ten¨ªa ning¨²n aval de las urnas, y el Parlament fue un convidado de piedra del que la oposici¨®n se hab¨ªa retirado meses antes. M¨¢s diferencias: un sector del nacionalismo de 1934 ¡ªera el aire de los tiempos¡ª hab¨ªa tomado disposiciones seudob¨¦licas que, a la postre, dieron al fracaso pol¨ªtico ribetes de farsa; y, 36 horas antes de que el presidente de la Generalitat violase la ley con un discurso, el gran partido de la izquierda espa?ola (el PSOE, s¨ª) lo hab¨ªa hecho con una insurrecci¨®n armada que tendr¨ªa en Asturias su epicentro, y de la que Companys se declar¨® fraternalmente solidario. Ya ven qu¨¦ separatista.
Si no hay en perspectiva, pues, ninguna reedici¨®n siquiera corregida del 6 de octubre, en cambio s¨ª parece prepararse un remake del 7 de octubre, a cargo ahora como entonces del Gobierno central y de sus instrumentos. Induce a pensarlo el clima com¨²n de uni¨®n sagrada en Madrid: en 1934, al d¨ªa siguiente de la ¡°rebeli¨®n de la Generalidad¡±, Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera encabezaba una manifestaci¨®n por ¡°la unidad de Espa?a¡±; luego, el joven marqu¨¦s a la par que l¨ªder fascista era recibido cari?osamente por el presidente del Gobierno, el antiguo comecuras y anarquizante Alejandro Lerroux; m¨¢s o menos como ahora Rajoy, Rivera y S¨¢nchez olvidan sus diferencias en defensa del statu quo.
Sobre todo, los presagios de un nuevo 7 de octubre se acumulan en el terreno de la represi¨®n. Entonces, bajo el Ejecutivo del ex Emperador del Paralelo, hubo casi 4.000 detenciones (consejeros, alcaldes, diputados, concejales, militantes...) y cientos de ayuntamientos suspendidos; la Generalitat qued¨® intervenida, toda la prensa catalanista de izquierdas fue clausurada, el Parlament convertido en cuartel de la Legi¨®n, etc¨¦tera.
No aparece muy distinto, a d¨ªa de hoy, el panorama previo a la convocatoria del 1 de octubre: Gobierno de la Generalitat y Mesa del Parlament procesados con petici¨®n fiscal de c¨¢rcel e incautaci¨®n de bienes; casi un millar de alcaldes y otros altos cargos apercibidos de que les aguarda el mismo destino; decenas de miles de ciudadanos ¡ªvoluntarios para el refer¨¦ndum¡ª en el punto de mira; empresas registradas por la Guardia Civil; medios de comunicaci¨®n p¨²blicos y privados puestos bajo presi¨®n censora (no puede propagarse el refer¨¦ndum) y algunas redacciones ya registradas policialmente... ?Cu¨¢l es la diferencia entre esto y el estado de excepci¨®n? ?Tiene ya Rajoy dispuestos los recintos donde encerrar a miles de catalanes insumisos? En 1934 hubo que habilitar los viejos trasatl¨¢nticos Uruguay y Ciudad de C¨¢diz, y el Manuel Arn¨²s en Tarragona. ?Y ahora?
La represi¨®n de octubre de 1934 fue un bumer¨¢n contra la derecha. ?Hay alguien tan cerril para creer que la misma f¨®rmula va a resolver algo en 2017?
Joan B. Culla i Clar¨¤ es historiador
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