Respeto y responsabilidad
Estamos en plena vor¨¢gine de linchamientos digitales. Y la erosi¨®n del respeto entre familiares, vecinos y conciudadanos es m¨¢s dif¨ªcil de recuperar que la erosi¨®n pol¨ªtica
Uno de los debates que atraviesa el escenario p¨²blico en estas ¨²ltimas semanas, y que probablemente ir¨¢ en aumento en los pr¨®ximos d¨ªas, es el de la convivencia social en Catalu?a. Las im¨¢genes del Parlament con la aprobaci¨®n de las leyes clave del proceso sirvieron de argumento a quienes entienden que se est¨¢n sobrepasando ciertos l¨ªmites, mientras que el tono festivo y tranquilo con que se desarroll¨® la Diada permiten argumentar lo contrario. Lo que parece claro es que cada vez cuesta m¨¢s moverse en esa zona de apoyos cr¨ªticos, de dudas razonables o de resistencias prudentes ante lo que se avecina: un refer¨¦ndum de cuyo resultado se quieren extraer decisiones de enorme calibre que nos vinculan a todos y que, en cambio, incorpora muchos interrogantes sobre la pulcritud procedimental de su despliegue. No voy a reiterar aqu¨ª lo que ya todos sabemos sobre las responsabilidades de quienes, con su calculada tozudez y su interesada negativa a cualquier di¨¢logo, nos han conducido a este callej¨®n. Pero la terquedad autoritaria y la confusi¨®n entre legalidad y democracia que ha practicado Rajoy y su partido en los ¨²ltimos diez a?os no pueden acabar justific¨¢ndolo todo.
No me siento neutral ni equidistante. No puedo serlo. Pero no quisiera que mi decidido apoyo a quienes quieren expresar pac¨ªficamente sus opciones y su derecho a decidir me condujera a justificar posiciones y expresiones inaceptables que hemos visto proliferar en redes sociales y que ha acabado contaminando a los medios de expresi¨®n m¨¢s convencionales. La falta de respeto con que se ha tratado la reivindicaci¨®n de gran parte de los catalanes para que se acepte la condici¨®n de sujeto pol¨ªtico propio del pa¨ªs y las consecuencias pol¨ªticas que de ello se deriva no deber¨ªa hacernos olvidar que el d¨ªa 2 de octubre seguir¨¢n trabajando, interactuando y conviviendo todos aquellos que hoy mantienen posiciones distintas. Y es evidente que cuantas m¨¢s dudas expresas, m¨¢s presi¨®n recibes por parte de quienes solo quieren o¨ªr adhesiones plenas.
En uno de sus ¨²ltimos libros, el fil¨®sofo Byung-Chul Han cita a Carl Schmitt y su c¨¦lebre definici¨®n de soberan¨ªa: la capacidad de decidir en momentos de excepci¨®n. Y cuenta c¨®mo en sus ¨²ltimos a?os coment¨® con sorna que ¡°soberan¨ªa la tiene qui¨¦n controla las ondas (los medios de comunicaci¨®n)¡±. El mismo Han a?ade por su cuenta que si Schmitt viviera ahora probablemente dir¨ªa que el que de verdad manda, el soberano, es aquel que controla los ¡°linchamientos digitales¡± (shitstorms). Y estamos en plena vor¨¢gine de ¡°linchamientos digitales¡±. Nos estamos acostumbrando a ello. Y en cada trinchera se celebran los apuros de quienes, en el otro lado, han de sobrevivir a esa escandalera virtual. Una sociedad sin respeto, sin la suficiente distancia entre pasi¨®n y convicci¨®n, acaba convirti¨¦ndolo todo en espect¨¢culo. Tratar de entender la posici¨®n del otro es clave para evitar acabar viendo el mundo en blanco y negro. El respeto surge de aceptar y reconocer al otro. El anonimato de las redes permite sobrepasar sin reparos aquello que nunca har¨ªas cara a cara. Pero, lo peor es que cuando te acostumbras a la tecla y al alias de la red acabas no distinguiendo realidad y virtualidad. Ya no argumentas, solo te emocionas.
El poder de Rajoy y de su gobierno es asim¨¦trico. Los dem¨¢s no disponemos de los recursos ni de la jerarqu¨ªa de que disponen para imponer su criterio. Pero, en cambio, el respeto s¨ª puede ser sim¨¦trico. Y esa simetr¨ªa, esa aceptaci¨®n del otro, es clave para que podamos seguir viviendo y decidiendo juntos. La erosi¨®n de la legitimidad del gobierno de Rajoy (y por ende del gobierno del Estado) es evidente en Catalu?a. Y no ser¨¢ f¨¢cil recuperar la credibilidad perdida. Pero eso es algo que en democracia sucede y que precisamente caracteriza la capacidad de perfeccionamiento y de revisi¨®n continua de tal sistema de gobierno. Pero la erosi¨®n del respeto entre familiares, colegas, vecinos o simplemente conciudadanos es m¨¢s dif¨ªcil de recuperar. Respetar implica tener la precauci¨®n y la consideraci¨®n necesaria en relaci¨®n con la opini¨®n de los dem¨¢s. M¨¢s all¨¢ de las expresiones ic¨®nicas de la Diada con centenares de miles de personas expresando juntas y en perfecto orden sus posiciones pol¨ªticas, deber¨ªamos pensar en la responsabilidad que tenemos todos en preservar los fundamentos c¨ªvicos que permitir¨¢n seguir expresando dudas, disensiones y posiciones contradictorias antes y despu¨¦s de que unos consigan lo que anhelan o que otros impidan que ello suceda.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la UB.
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