Llegan las ¡®pornorondallas¡¯
Toni Gomila vuelve a bucear en la tradici¨®n oral de Mallorca en ¡®Peccatum¡¯
En Acorar, Toni Gomila (Manacor, 1973) entraba en canal en la matanza del cerdo para bucear en la tradici¨®n de su tierra, Mallorca. Y denunciaba la p¨¦rdida de esa historia oral que tantas generaciones se han encargado de perpetrar. Ahora, Gomila se envuelve de nuevo en las costumbres de sus antepasados en Peccatum (La Seca, hasta el 8 de octubre), una selecci¨®n de las rondalles mallorquinas m¨¢s ¡°perversas¡± que recopil¨®, a finales del siglo XIX, el padre Antoni Maria Alcover. ¡°Son pornorondalles¡±, dice, sin tapujos, el autor y actor. ¡°De las 400 que public¨® el religioso, hemos recogido algunas de las m¨¢s incorrectas, que hablan de sexo, de violencia, de racismo¡ siempre fieles al car¨¢cter de la sociedad de la ¨¦poca¡±. Inconscientemente, surge la pregunta inc¨®moda, sonrojante: ?Estamos hablando de finales del 1800 o de la actualidad? ¡°Es la reflexi¨®n que le planteamos al p¨²blico. Hace 130 a?os, ciertos comportamientos eran el pan de cada d¨ªa. Desgraciadamente, no hemos prosperado mucho, m¨¢s bien nada¡±, responde Gomila.
Esos cuentos tradicionales mallorquines se transmit¨ªan de padres a hijos. ¡°Han sido la literatura popular de cabecera para tantas generaciones¡±, dice el actor, ¡°el regalo de comuni¨®n por excelencia, por encima de los libros de Baltasar Porcel, por citar a alguien. Total que, sin querer, me he vuelto a enredar en la Mallorca entra?able y perversa de la tradici¨®n, la que he mamado, claro¡±, reconoce el director, asegurando, con humor, que ya procurar¨¢ hacer tambi¨¦n otras cosas.
Hay quien dice que la tradici¨®n oral se est¨¢ perdiendo. Gomila no lo niega, pero lo matiza: ¡°La manera antigua de la tradici¨®n oral s¨ª se ha perdido, tal vez pisoteada por el mundo audiovisual. Pero cuando explicamos un cuento a nuestros hijos, eso es absolutamente historia oral. Por eso estoy esperanzado: creo que solo cuando un pueblo se quede mudo perder¨¢ su tradici¨®n oral¡±.
Hay cuentos fant¨¢sticos y maravillosos, pero tambi¨¦n los hay con episodios muy subidos de tono o pol¨ªticamente muy incorrectos, pornogr¨¢ficos (por mucho que Alcover pretendiera esconder algunos pasajes) o de violencia de g¨¦nero en toda regla, como cuando se dice que ¡°la mujer tiene poco cerebro¡±¡. Esos son los que Gomila lleva a?os estudiando y que ya en enero del a?o pasado adelant¨® en el Mald¨¤, invitado por la actriz Catalina Florit (con quien comparte ahora escenario) a una sesi¨®n del ciclo de rondalles mallorquines. Ahora, elaboradas, repasadas, reinterpretadas con la misma Florit despu¨¦s de pasar por Mallorca, Menorca o la Fira Mediterr¨¤nia de Manresa, recalan en Barcelona, en un espacio como La Seca, en el que el dramaturgo se siente como en casa.
Alcover aut¨¦ntico
Gomila destaca como uno de los valores principales de la obra el respeto al texto original: ¡°Todas las palabras son de Alcover¡±, asegura, orgulloso. ¡°No hay ni un ¨¢pice de adulteraci¨®n por nuestra parte. No hace falta, porque lo que buscaba el padre Alcover era la belleza est¨¦tica pero tambi¨¦n la belleza de la profundidad, del significado de esas palabras. Simplemente hemos decidido recuperar la palabra porque tiene un valor enorme¡±. El acaramelado y delicioso acento balear, tan musical como duro, cuando es necesario, ayuda a hacer elegante el gesto m¨¢s grosero.
Florit y Gomila se mueven en un espacio casi desnudo. ¡°La escenograf¨ªa es sencill¨ªsima¡±, explica el autor, ¡°como el croma en un plat¨® de televisi¨®n, en el que puede pasar de todo¡±. Ni m¨¢s ni menos que la recreaci¨®n simple de aquellas reuniones familiares al anochecer. ¡°Viene a ser la hoguera donde las familias pasaban veladas entra?ables a la luz y al calor del fuego, representado aqu¨ª por un t¨®tem central. Es un acto tel¨²rico tribal¡±.
El p¨²blico, que rodea el espacio situ¨¢ndose a muy poca distancia de los actores, se convierte en un elemento importante de la obra: ¡°No individualmente sino como conjunto, los espectadores dan sentido a lo que contamos en el escenario¡±, explica Gomila.
Adem¨¢s de la palabra, el movimiento corporal de los actores y la iluminaci¨®n juegan un papel fundamental en una coreograf¨ªa ¨¢gil, vertiginosa, trepidante que recrea ¡°una monta?a de pecados¡± (¡°en mallorqu¨ªn utilizamos la palabra pecatorum¡±, precisa Toni Gomila) que m¨¢s que plantear lo que es o deja de ser el pecado, ilustra sin censura la historia de toda una sociedad ¡°sin ninguna intenci¨®n moral o religiosa, solo social y real¡±.
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