La gran aventura del pintor de aves Audubon, en c¨®mic
¡®Sobre las alas del mundo¡¯ recrea la vida del c¨¦lebre ornit¨®logo
El ornit¨®logo m¨¢s famoso que ha existido, J. J. Audubon (1785-1821) , naturalista y artista en la ¨¦poca de la frontera y la colonizaci¨®n del Oeste en los Estados Unidos (de origen franc¨¦s se llamaba Jean Jacques, pero como estadounidense se le conoce como John James), afront¨® el inmenso reto de dibujar todas las aves del nuevo pa¨ªs en formaci¨®n recorri¨¦ndolo l¨¢piz, pinceles y cuaderno en mano como un pionero y explorador m¨¢s y viviendo las mismas grandes aventuras y peligros (en la otra mano llevaba el rifle).
Tras una vida de esfuerzos y penalidades en la que el birder se mezclaba con el trampero, Julian Huxley con Daniel Boone, la realidad con el mito, Audubon produjo el asombroso The birds of America, un libro colosal en el que se dej¨® pr¨¢cticamente la vida, consistente en 435 grandes l¨¢minas (el tama?o se denomin¨® folio ¡°elefante¡±) con dibujos de p¨¢jaros a escala natural coloreadas a mano. Es la obra ornitol¨®gica m¨¢s famosa que se ha hecho jam¨¢s: de la primera edici¨®n, publicada por partes entre 1827 y 1838 y de la que se realizaron solo 200 ejemplares, algunos incompletos, se vendi¨® uno en 2010 por la friolera de 12 millones de euros. Las l¨¢minas muestran 497 especies de aves de Norteam¨¦rica, incluidas seis actualmente extintas, como la cotorra de Carolina, la paloma migratoria y el alca gigante. Audubon bautiz¨® 91 especies de p¨¢jaros (es verdad que en alg¨²n caso hasta cinco veces la misma).
Ahora, el guionista Fabien Grolleau y el dibujante J¨¦r¨¦mie Royer han acometido otro reto aparentemente igual de descabellado que es el de llevar la vida y la empresa de Audubon al c¨®mic. Y lo han hecho maravillosamente en una novela gr¨¢fica, Audubon, sobre las alas del mundo (Norma editorial) cuya publicaci¨®n coincide muy pertinentemente (y ah¨ª se celebrar¨¢) con el Delta Birding Festival, la gran cita ornitol¨®gica que abre hoy viernes sus puertas en el Delta del Ebro (hasta el domingo), con numerosas propuestas cient¨ªficas y de ocio.
Dibujar la biograf¨ªa de Audubon no implica solo reconstruir y plasmar su compleja personalidad, (con aspectos de visionario) y su ¨¦poca y los grandiosos paisajes naturales en los que se adentr¨® buscando sus aves, sino dibujar los propios p¨¢jaros, y, para complicarlo a¨²n m¨¢s, las l¨¢minas que Audubon pint¨®. Someterse a la comparaci¨®n con la maestr¨ªa art¨ªstica de Audubon es meterse en un buen embolado.A?adamos que la vida del naturalista, sembrada de leyendas, es de todo menos f¨¢cil de reconstruir y ha sido tradicionalmente un quebradero de cabeza para sus bi¨®grafos.
Nacido en la entonces colonia francesa de Saint-Domingue, hoy Hait¨ª, como resultado de la relaci¨®n entre un capit¨¢n de la marina francesa y una criada que muri¨® al poco de nacer ¨¦l, Jean-Jacques fue llevado a Francia y a los 18 enviado a Pensilvania, donde su padre ten¨ªa una plantaci¨®n, para evitar que lo reclutaran en los ej¨¦rcitos napole¨®nicos. El chico sin embargo ten¨ªa la cabeza llena de p¨¢jaros (no lo podr¨ªamos decir mejor) y se consagr¨® a realizar dibujos de aves, su gran obsesi¨®n.
El c¨®mic, que mezcla el realismo con algunas im¨¢genes de tinte surrealista como alucinaciones de la mente de Audubon, nos muestra parajes virginales, los vapores de palas de Nueva Orleans, indios, osos, bisontes, y sobre todo, claro, p¨¢jaros, con momentos sublimes.
El relato sigue a Audubon en varios momentos de su vida y flash backs arrancando con una expedici¨®n ornitol¨®gica al Misisipi en 1820. Lo primero que vemos, incluso antes que a ¨¦l, es una bandada de gansos del Canad¨¢. Su tes¨®n aparece muy bien retratado, as¨ª como su entusiasmo, su valor y su testarudez en conseguir su prop¨®sito, a¨²n a costa de su vida familiar, y en lograr que la comunidad cient¨ªfica se interese por su trabajo considerado demasiado art¨ªstico.. Asistimos a momentos que dieron pie a algunas de sus grandes estampas, como el de los cuitlacoches rechazando el ataque de una cascabel a su nido o los halcones peregrinos despedazando a una presa,. Aparece tambi¨¦n el famoso flamenco. Las vi?etas plasman toda la complejidad y la ambiguedad de Audubon, un hombre que no solo no dudaba en matar las aves que le fascinaban para dibujarlas (era lo l¨®gico en una ¨¦poca en la que no exist¨ªan c¨¢maras de fotos capaces de captarlas al natural) sino que opinaba que cuantos m¨¢s ejemplares cazaras mejor. El pasaje del c¨®mic en que dispara sobre una pareja de carpinteros reales (picamaderos picomarfil) y luego los exhibe muertos pone los pelos de punta a cualquier birdwatcher con coraz¨®n....Pero, en fin, es el santo patrono, era Audubon.
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