Una Merc¨¨ a la islandesa
Reikiavik es la ciudad invitada de la fiesta en una ciudad donde viven 300 personas de la isla
El sabor de la horchata es el primer recuerdo de Halldor Mar en Barcelona. Este m¨²sico island¨¦s aterriz¨® en la ciudad con 21 a?os para continuar sus estudios de guitarra cl¨¢sica. Su profesor lo llev¨® a la horchater¨ªa La Valenciana de la calle Aribau para que probara algo que ¡°seguro que no hab¨ªa tomado antes¡±. Era 1993. Mar se estrenar¨¢ 24 a?os despu¨¦s como presentador de un programa de TV3 y es uno de los artistas islandeses que act¨²a esta Merc¨¨ cuando Reikiavik es la ciudad invitada de la fiesta.
De los cerca de 600 islandeses que residen en Espa?a, unos 300 ¡ªde hasta tres generaciones¡ª viven en Barcelona, una de las ciudades europeas con m¨¢s residentes del pa¨ªs, seg¨²n el Consulado Island¨¦s.
En el caso de Halldor Mar, el amor fue la raz¨®n para quedarse en Barcelona. El m¨²sico habla catal¨¢n y castellano con soltura casi nativa y durante a?os compagin¨® las clases con actuaciones en locales. El catal¨¢n lo aprendi¨® de sus profesores y alumnos y le permiti¨® conocer canciones ic¨®nicas de la m¨²sica catalana. De esta inmersi¨®n cultural naci¨® Winds, un disco de versiones en ingl¨¦s que pretend¨ªa ¡°exportar al resto del mundo¡± temas como Pa¨ªs petit de Llu¨ªs Llach o Al vent de Raimon. El ¨¢lbum tuvo gran acogida en Catalu?a y Mar no ha parado de conceder entrevistas y dar conciertos. Este a?o se estrenar¨¢ como presentador de Katalonski, un programa de TV3 con el que ha recorrido el mundo buscando a extranjeros que han aprendido a hablar catal¨¢n.
El profesor de Mas fue Arnaldur Arnarson, que lleg¨® a la ciudad en 1984, tras pasar por Alicante para aprender del maestro de guitarra Jos¨¦ Tom¨¢s. Por aquel entonces, la Escuela Luthier de m¨²sica y danza buscaba profesores y el guitarrista island¨¦s acept¨® la proposici¨®n de la directora del centro, Alicia Alcalay, que se acabar¨ªa convirtiendo en su mujer. Arnarson ha vivido la transformaci¨®n de la ciudad en las ¨²ltimas tres d¨¦cadas y pese a llevar tantos a?os aqu¨ª, no puede evitar sentirse ¡°un extranjero en Catalu?a¡±.
En el caso de Hjordis Audunsdottir, fue su empresa quien en 2016 le ofreci¨® trabajo en Barcelona. No se lo pens¨® dos veces: ¡°Nos subimos al avi¨®n y nos despedimos de todo lo dem¨¢s¡±, asegura. Vino con dos de sus hijos, Malen y Saevin, y su marido Lydur. La familia est¨¢ encantada en Barcelona. Los ni?os estudian en una escuela p¨²blica del Poblenou y se adaptaron enseguida al idioma. Hjordis solo lamenta la lentitud de los tr¨¢mites que tuvo que hacer, para cuestiones tan simples como para que su hijo jugara al futbol. Pero se lo toma con humor.
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