Pajareando con lo mejor
Stephen Moss, Jennifer Ackerman y el hombre que rompi¨® el r¨¦cord de observaci¨®n de aves del Big Year, deleitan en el Delta Birding Festival
¡°?Kingfisher!¡±. El que se?ala un centelleante mart¨ªn pescador en un canal de la isla de Buda es nada menos que Stephen Moss, uno de los mejores y m¨¢s medi¨¢ticos especialistas en observaci¨®n de p¨¢jaros (birdwatching) del mundo, autor de libros como A bird in the bush (Aurum Press, 2004), una deliciosa historia de esa afici¨®n. Moss, que va ataviado como si estuviera con una patrulla del SAS infiltrada en el peor basti¨®n de los talibanes en Afganist¨¢n, incluidas bermudas que est¨¢n haciendo las delicias de los mosquitos, y carga un telescopio con tr¨ªpode que parece un lanzacohetes, es una de las estrellas ornitol¨®gicas del Delta Birding Festival del delta del Ebro, que celebra su nueva edici¨®n hasta la tarde del domingo en el recinto de M¨®n Natura junto a la laguna de La Tancada en las cercan¨ªas de Poble Neu del Delta. De nuevo el festival ha reunido a lo m¨¢s granado de la tribu birder, a profesionales, a gente que comienza en la afici¨®n y a p¨²blico familiar en tres d¨ªas consagrados a las aves con m¨²ltiples actividades. Pese a que el viernes llovi¨® no fue el aguacero del a?o pasado y luego el tiempo ha acompa?ado. Ha habido menos flamencos en La Tancada esta edici¨®n (y eso que hay 12.000 en el delta) aunque no han dejado de sobrevolar el festival como viejos amigos rosados.
En la espl¨¦ndida migraci¨®n de especialistas al festival este a?o, para dar charlas y firmar libros, est¨¢n la escritora estadounidense Jennifer Ackerman, autora del best seller de divulgaci¨®n cient¨ªfica El ingenio de los p¨¢jaros (Ariel); el holand¨¦s Arjan Dwarshuis, el hombre que rompi¨® el r¨¦cord del afamado Big Year (concurso en el que te pasas un a?o tratando de ver la mayor cantidad de especies de aves posible) apunt¨¢ndose la friolera de 6.852 especies (existen unas 10.000), para lo cual tuvo que vivir extraordinarias aventuras; la ornit¨®loga finlandesa Vilppu V?lim?ki o el gran especialista en gaviotas dan¨¦s Klaus Malling Olsen. Todos ellos participaron entusi¨¢sticamente en la tradicional salida de expertos a las ¨¢reas de reserva ornitol¨®gica del delta ¨Cun lugar de una riqueza excepcional-, salida en la que se cuela no menos tradicionalmente este enviado especial al mundo emplumado, y as¨ª fue posible captar la imagen juntos del hombre que m¨¢s p¨¢jaros ha visto en un a?o (Dwarshuis) y el que menos (quien firma estas l¨ªneas).
Observar en su ambiente a los especialistas tiene tanto inter¨¦s como ver un chorlito carambolo y adem¨¢s resulta menos complicado. La excursi¨®n, con una notable participaci¨®n de mujeres, todav¨ªa minor¨ªa en el birdwatching pero creciendo, comenz¨® al alba, cuando a¨²n no hab¨ªan vuelto a casa los mochuelos y tuvo su primer alto en las salinas de la Trinidad mientras el sol que despuntaba ba?aba de rosa las monta?as de sal como icebergs y convert¨ªa en espejos de plata los grandes estanques rebosantes de aves. La tropa despert¨® en un amanecer de entusiasmo y avistamientos. Un no parar. Esta gente es que lo ven todo. Si eres amateur te cuesta m¨¢s, y eso que seg¨²n Ackerman hay entre doscientos y cuatrocientos mil millones de p¨¢jaros en el mundo (nos salen a entre treinta y setenta por persona), as¨ª que verlos no ha de ser tan dif¨ªcil. A veces la complicaci¨®n deriva de las circunstancias: en 1997 un roquero azul rareza en Australia apareci¨® en el pa¨ªs y hordas de twitchers (aficionados apasionados con incrementar sus listas de especies) corrieron tras ¨¦l, desembarcando con sus prism¨¢ticos y telescopios en una playa nudista¡
Ackerman, que no par¨® de tomar notas para su pr¨®ximo libro, de nuevo sobre el comportamiento de las aves, me explic¨® que su favorita es el sencillo carbonero, ¡°una cucada¡±, por el que siente algo cercano al amor. Y mira que ha visto p¨¢jaros, hasta el ave lira. Empez¨® de peque?a, con su padre que era birder, en las riberas del Potomac. Su conferencia el s¨¢bado fue de las m¨¢s seguidas. Insistiendo en su argumento de que las aves son mucho m¨¢s listas de lo que imaginamos e incluso algunas (como el cuervo de Nueva Caledonia) tanto como los primates, cont¨® que algunas garzas usan insectos como cebo para atraer peces y el arrendajo seduce a la hembra ofreci¨¦ndole probar manjares delicados. Moss se fij¨® por primera vez en los p¨¢jaros a los dos a?os y su especie preferida, su ave ¡°isla del tesoro¡±, es el somormujo lavanco (habitual en el delta, precisamente). Yo quer¨ªa que me contara lo de que una vez vio 20.000 grullas pero ¨¦l prefiri¨® preguntar por el soberanismo catal¨¢n y compararlo con el Brexit, aunque dej¨® en el aire la conversaci¨®n al localizar un ¨¢guila calzada.
Dwarshuis, todo un captain twitchpants, revel¨® que en su exitos¨ªsimo gran a?o fall¨® sin embargo en ver el vanga de casco en Madagascar y el tororo¨ª gigante de Colombia, que el d¨ªa anterior hab¨ªan fotografiado sin problemas 40 turistas japoneses; es verdad que en cambio tiene una novia de bandera: m¨¢s de uno aprovechaba la observaci¨®n de unas avocetas para echarle un vistazo disimulado con los prism¨¢ticos. Con el faro de la Banya a lo lejos topamos con un pato muerto, un tarro, a la vez que escuch¨¢bamos una voz melanc¨®lica: un chorlito gris, sentenciaron a la vez V?lim?ki, Olsen y los ornit¨®logos de casa David Bigas y Jos¨¦ Luis Copete: todos se pusieron a imitar al un¨ªsono al ave, para desconcierto de ella y m¨ªo. La finlandesa, que prefiere la lechuza de Tengmalm (el favorito de Olsen es el agilucho papialbo), confiaba que David le consiguiera poder tocar un autillo, cosa que este le prometi¨® (me consta que la promesa a Olsen de ver un chotagabras gris la cumpli¨®). De momento, el ornit¨®logo del parque nos explic¨® la receta del delta para comer, con perd¨®n, la polla de agua. Se prepara a la brasa, muy despacio. Las cercetas, en cambio, quedan estupendamente a la vinagreta.
Ya en la feria, sin haber visto (al menos yo) los esperados chorlitos divagantes (dorado siberiano y dorado americano), que ten¨ªan que ser la leche, fue posible contemplar una preciosa exposici¨®n de nidos, escuchar a Oriol Alamany, que ha retratado al leopardo de las nieves en Himachal Pradesh, hablar de su viaje a Svalbard en busca del oso blanco ¨Cmientras ca¨ªa un sol de justicia sobre el recinto-, disfrutar con las charlas de Ackerman, Moss o Copete, participar en una gymkana ornitol¨®gica, comprarse una impresionante reproducci¨®n de una culebrera o la impagable camiseta con el lema ¡°To bird or no to bird¡±, hacer que te limpiaran generosamente en la carpa de Oryx los prism¨¢ticos, adquirir la novela gr¨¢fica sobre Audubon, babear ante los nuevos Swarovski o salir en barco a ver aves pel¨¢gicas. Si todo esto no te convence siempre te quedan la cerveza y la playa. Y cuando menos te lo esperas salta el ave: como la garcilla cangrejera al borde la carretera. Uno de los momentos m¨¢s curiosos de la feria, con gran afluencia de p¨²blico, ha sido cuando todas las miradas se han alzado para observar el vuelo de un p¨¢jaro no identificado: era un dron.
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