Los columnistas tibios
Cuando se ataca al Estado de Derecho es un error, cuando se le defiende un ataque. Siempre ven el mundo al rev¨¦s
La versi¨®n que est¨¢n dando una buena parte de los medios de comunicaci¨®n catalanes sobre lo sucedido durante los ¨²ltimos d¨ªas es un modelo de c¨®mo puede entenderse el mundo al rev¨¦s.
No me refiero a los medios declaradamente favorables al separatismo sino a la prensa que aparenta ser moderada y no declaradamente partidista, aunque en la pr¨¢ctica, bajo una aparente equidistancia, se decanta descaradamente, en situaciones l¨ªmite, del bando de ¡°los nuestros¡±. Al final, y es la prueba del nueve, siempre concluyen que la culpa de todo lo que est¨¢ sucediendo es de Rajoy, o de Aznar. Son los tibios en el sentido evang¨¦lico de la palabra. As¨ª denominaba a este tipo de gente mi maestro Manuel Jim¨¦nez de Parga.
?Qu¨¦ ha pasado en este mes de septiembre? En todo caso, nada sorprendente. Puigdemont y los suyos han cumplido con la palabra dada: refer¨¦ndum (legal) o refer¨¦ndum (ilegal) y, si no, declaraci¨®n unilateral de independencia. Esto segundo todav¨ªa no es seguro aunque quiz¨¢s est¨¦ ya decidido, pero lo primero s¨ª: se insiste en llevar a cabo un refer¨¦ndum el domingo al margen de la legalidad. Sus propulsores saben perfectamente, lo sab¨ªan de antemano hace meses, m¨¢s de 18 meses, que dicho refer¨¦ndum no tendr¨¢ lugar. Nuestro Estado de Derecho tiene suficientes resortes legales para impedirlo, para que la ley se cumpla, como est¨¢ sucediendo.
Pues bien, este mes de septiembre nuestros tibios columnistas no se escandalizaron cuando el Parlament aprob¨®, por un procedimiento opaco, nada participativo y claramente antijur¨ªdico, con advertencias p¨²blicas sobre esto ¨²ltimo de los letrados de la c¨¢mara catalana y del Consejo de Garant¨ªas Estatutarias. A lo m¨¢s, los tibios se limitaron a comentar que se trataba de un error, una equivocaci¨®n que perjudicaba la causa del separatismo. No dijeron que la escandalosa aprobaci¨®n de ambas leyes, m¨¢s all¨¢ de cuestiones de procedimiento, era un espectacular atentado al orden constitucional, una forma de golpe de Estado: se sustitu¨ªa la Constituci¨®n vigente por otra distinta sin respetar los procedimientos de su reforma.
En efecto, el contenido de las dos leyes aprobadas es indiscutiblemente contrario al derecho vigente. Para darse cuenta inmediata, basta s¨®lo con leer los tres primeros art¨ªculos de la ley del refer¨¦ndum: regula el ejercicio del derecho de autodeterminaci¨®n, proclama que la soberan¨ªa reside en el pueblo de Catalu?a y establece que dicha ley es jer¨¢rquicamente superior a todas las dem¨¢s normas del ordenamiento jur¨ªdico. Por su parte, la llamada ley de transitoriedad jur¨ªdica, en realidad de fundaci¨®n de la Rep¨²blica catalana, es una aberraci¨®n todav¨ªa mayor pues consiste en una mini constituci¨®n, por cierto escasamente democr¨¢tica, cuya vigencia durar¨¢ un a?o hasta que se apruebe la Constituci¨®n definitiva. Ambas leyes est¨¢n suspendidas por el Tribunal Constitucional debido a los recursos de inconstitucionalidad interpuestos r¨¢pidamente por el Gobierno.
Pues bien, ante tama?os desafueros, nuestros tibios columnistas dijeron, a lo m¨¢s, que era un error, pero no un evidente ataque frontal al Estado de derecho y a la democracia. Un error, un simple error, achacable seguramente a los chicos de la CUP, a los que siempre pintan como los malos de la pel¨ªcula para exonerar de responsabilidades a Junts pel S¨ª. ?Ay, si no fuera por la CUP, que bien lo har¨ªan Puigdemont y Junqueras!, parecen decir siempre nuestros farisaicos columnistas. Se limitaron a decir eso: un error, un error de la CUP.
En cambio, cuando en un procedimiento iniciado en febrero de este a?o, a instancia no del Gobierno sino de particulares, el juez instructor de la causa ordena registrar la Consejer¨ªa de Econom¨ªa y manda detener a determinados altos cargos para que presten declaraci¨®n, todo perfectamente legal y con medidas proporcionadas a las finalidades, nuestro columnistas se echan las manos a la cabeza: ?Ah¨ª est¨¢ el represivo Estado espa?ol!. Y cuando se concentran ante el edificio miles de ciudadanos que, ante la ineficacia de los Mossos, impiden durante 23 horas la salida de los guardias civiles encargados del registro por el juez y destrozan tres de sus coches oficiales, nuestros amables y tibios columnistas no se escandalizan de estas evidentes formas de violencia sino de la decisi¨®n de un juez al que se acusa de estar bajo las ¨®rdenes de Rajoy.
Cuando se ataca al Estado de Derecho es un error, cuando se le defiende un ataque. Siempre ven el mundo al rev¨¦s.
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