Al otro lado del ne¨®n de Schweppes
Un visita al hotel Vincci Capitol, el edificio art d¨¦co que aloja un cine y donde cuelga el ic¨®nico luminoso de la plaza de Callao
Se llama edificio Carri¨®n y pertenece al conde de Elda, pero por esas se?as pocos le sabr¨¢n dar norte. Pero si un turista despliega su mapa y pregunta por el edificio de la Schweppes, varios dedos se?alar¨¢n la plaza Callao, al emblem¨¢tico espol¨®n donde la Gran V¨ªa toma la curva de su ¨²ltimo tramo hasta morir en la Plaza de Espa?a. Es quiz¨¢ el chafl¨¢n m¨¢s luminoso y reconocible de la capital, que esta semana recibi¨® una visita concertada para explorar su interior con motivo del programa municipal Madrid Otra Mirada. El m¨¦rito de este hotel, que aloja el cine Capitol, no radica solo en el glamour de su ne¨®n de colores intermitentes. Se inaugur¨® en los a?os 30 siguiendo un proyecto arquitect¨®nico de gusto Art D¨¦co que se aprecia en su fachada y que se descuelga en una espectacular escalera de nueve pisos que conserva su baranda y sus cristales geom¨¦tricos originales.
La altura completa hasta coronar el famoso torre¨®n burbujeante alcanza 12 plantas y ofrece una visi¨®n sobre Madrid de vuelta entera que aprovechan las habitaciones m¨¢s solicitadas. En plena Gran V¨ªa, este edificio ejerce de parteaguas: a un lado, el poblach¨®n manchego se extiende hacia el sur entre tejados rojos hasta tocar el campo; al otro, el Madrid m¨¢s neoyorkino (oc¨¦ano mediante) deja ver un tr¨¢fago venoso y el videojuego de una poblaci¨®n a pleno rendimiento; por el cielo, la vista se pierde entre terrazas de hoteles que viajan al norte donde el p¨ªrrico skyline de Madrid se resume en cuatro torres.
Algunos datos antes de seguir: en los pasillos del hotel Capitol, que ahora es de la cadena Vincci, se muestran enmarcados los planos del proyecto que dise?aron Vicente Eced y Luis Mart¨ªnez-Feduchi Ruiz y que se concluy¨® tres a?os despu¨¦s, en 1933. Nunca fue un hotel de cinco estrellas, hoy tampoco (tiene cuatro), aunque s¨ª de los primeros que tuvieron ascensor y ¡°el primero con aire acondicionado¡±, explica la directora de Comunicaci¨®n del hotel, Aixa Rodr¨ªguez del Alisal. Toda una planta se destin¨® a la maquinaria de la novedosa refrigeraci¨®n. Sobre el plano se observa un dibujo con forma de quilla de barco, que da la cara en la plaza de Callao como un enorme mascar¨®n de proa destinado, ya en su d¨ªa, a colgar luminosos publicitarios. ¡°Imitaba los edificios de su ¨¦poca, los neones de Piccadilly, los chaflanes de Times Square¡±, prosigue la jefa de comunicaci¨®n. Al lado de la cafeter¨ªa se muestra la antigua maquinaria del cine, de 1934, que apareci¨® emparedada al reformar el hotel en 2002. Fue entonces cuando Antonio L¨®pez inici¨® uno de sus cuadros inacabados ¡°desde la terraza alargada que da a la plaza¡±. Y desde el sol¨¢rium, echando la vista abajo, se abre un enorme espacio cubierto de listas de madera en forma de abanico que es en realidad el techo del patio de butacas del cine. ¡°Es de los pocos ejemplos de patios racionalistas que quedan¡±.
Gustan los que organizan estas visitas, a la que el viernes pasado se apunt¨® un grupo reducido de personas y quiz¨¢ al a?o que viene puedan repetir otros tantos, decir que la curiosidad del hotel ¡°es el olor a palomitas de ma¨ªz que inunda el recibidor cuando el cine arranca su primera sesi¨®n de la tarde¡±. Es un hotel, en efecto, muy vinculado al cine, al que le hace gui?os en el dise?o de pasillos y habitaciones, y donde entran y salen numerosos actores los d¨ªas de estreno en el Capitol. Y ahora s¨ª: se abren los cortinajes como un telescopio austral y entra la luz en la habitaci¨®n del famoso ne¨®n, con la cama redonda en forma de chapa de botella y las paredes amarillo Schweppes. El luminoso lleva all¨ª 45 a?os haciendo su peculiar barrido sobre las teclas de colores. D¨®nde mirar si no es all¨ª, cuando el tr¨¢fico est¨¢ atascado, tantas noches de Madrid. ¡°Hay quien ha pagado buenas sumas por alquilar esta habitaci¨®n la noche de fin de a?o, porque se ve perfectamente el reloj de la puerta del Sol¡±. Y no, la famosa escena de la pel¨ªcula El d¨ªa de la bestia, de ?lex de la Iglesia, no se rod¨® all¨ª. Vaya por Dios.
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