La decisi¨®n exacta

Hace dos semanas, escrib¨ª el segundo p¨¢rrafo de este art¨ªculo en una libreta que llevaba mientras esperaba el metro. Pensaba que ya no tendr¨ªa validez para cuando lo usara para el articulo que el lector est¨¢ ahora leyendo. Pero result¨® que el president Puigdemont no respondi¨®, por segunda vez consecutiva, a la carta del presidente Rajoy como ¨¦ste exig¨ªa que debiera ser. Tampoco como yo, en ese segundo p¨¢rrafo, ruego que suceda. El mismo fin de semana pasado, el Gobierno decide poner en funcionamiento el insondable art¨ªculo 155 de la Constituci¨®n Espa?ola. De alguna manera, la situaci¨®n se repite. El se?or Puigdemont dilata su respuesta (ni s¨ª ni no ni todo lo contrario) insistiendo en el di¨¢logo y el se?or Rajoy le responde que no es la respuesta que ¨¦l necesita para no aplicar el 155. O dicho de otra manera, el se?or Rajoy con el apoyo log¨ªstico del PSOE de Pedro S¨¢nchez y el partido de Albert Rivera quiere aplicar cuanto antes el 155, pero el se?or Puigdemont no se lo permite dada su gaseosa respuesta mezclada con una pronunciada insistencia en el di¨¢logo. No se sabe si al se?or Rajoy le molesta m¨¢s que el se?or Puigdemont no responda a su requerimiento o que se haga tan pesado con el dichoso di¨¢logo.

Escribe Isaiah Berlin en un cap¨ªtulo de su libro El sentido de la realidad, que a su vez se titula El juicio pol¨ªtico, que a un jefe de gobierno, emperador, rey o presidente de cualquier rep¨²blica en el mundo, lo que se le pide en un momento crucial de su ejercicio es ese don para dar con la decisi¨®n exacta. Para eso, argumentaba el pensador, no hace falta ser un sabio en ninguna materia determinada (ni que domine dos o tres lenguas, agregar¨ªa yo), solo hace falta que sea due?o de esa intuici¨®n demoledora, la ¨²nica que tal vez se le exija en su trayecto de gobernante, para no crear ni desaz¨®n ni miseria ni violencia a los ciudadanos que conf¨ªan en su buen gobierno. Tampoco necesita dicho gobernante ninguna teor¨ªa pol¨ªtica que avale su esperada decisi¨®n, nos sigue informando Berlin. S¨®lo tiene que mirar a su alrededor y unir todos los fragmentos sueltos que ve en el paisaje hist¨®rico-social que tiene ante s¨ª y reunirlos mediante un sentido decidido del principio de realidad, o sencillamente de ¡°sabidur¨ªa pr¨¢ctica¡±, ¡°raz¨®n pr¨¢ctica¡±, ¡°quiz¨¢s un sentido de lo que funcionar¨¢ o no funcionar¨¢¡±. Es probable que a los sibaritas de la teor¨ªa pol¨ªtica, esta especie de dec¨¢logo para la mejor gesti¨®n de los problemas o avatares pol¨ªticos de mayor o menor trascendencia, les parezca de poco vuelo. Pero es que el gobernante no tiene que volar tan alto al punto que le sea imposible avizorar los problemas que se suceden a ras del suelo y que tanto le ata?en.

?Estar¨¢ el se?or Carles Puigdemont dotado con ese don que exige Isaiah Berlin para tomar las grandes decisiones? Del se?or Rajoy este don, desgraciadamente, ya no lo podemos esperar. En ese don yo creo que tambi¨¦n debe estar incluido el don de la rectificaci¨®n a tiempo. Y tambi¨¦n el don de hacer rectificar a su oponente, que consistir¨ªa en obligar al se?or Mariano Rajoy a revisar su proverbial inmovilismo y contestar, entre otras cuestiones, a los 46 puntos que le detall¨® el presidente de la Generalitat hace m¨¢s de un a?o. Necesitamos todos que Carles Puigdemont este lunes pr¨®ximo, d¨¦ la respuesta que nos ahorre m¨¢s zozobra y tristeza. A lo mejor resultar¨¢ que quien gane esta partida sea Puigdemont y Catalu?a no aplicando la DUI y quien se vea obligado a negociar sin que valgan m¨¢s excusas ni dilaciones injustificadas sea el Gobierno del Estado. Ojal¨¢ Puigdemont tenga el lunes ese golpe de intuici¨®n casi milagrosa que Catalu?a, y Espa?a, necesitan de ¨¦l.

Ahora sabemos que esa respuesta la tendr¨¢ que dar el viernes, sin saberse ahora mismo si retirando la DUI y convocando elecciones servir¨¢ para que no se active el 155. Porque de lo que se trataba era de convocar elecciones al primer invite del se?or Rajoy, la decisi¨®n que seguramente Isaiah Berlin, tal como est¨¢n las cosas de graves, le hubiera aconsejado que hiciera. El Partido Popular (partido que tard¨® 27 a?os en condenar el franquismo en el Congreso y 40 en el Parlament) ya hizo todo lo que quer¨ªa hacer. Lo hizo cuando Pascual Maragall abog¨® por un federalismo asim¨¦trico. Lo hizo cuando recogi¨® firmas para impugnar un Estatut refrendado por los catalanes y aprobado en el Congreso de Madrid, con "cepillado" incluido.

Puestos ahora en lo simb¨®lico. El PP ya tiene su nuevo 1939, el luctuoso a?o del ¡°cautivo y desarmado el Ej¨¦rcito Rojo¡±. No s¨¦ si Puigdemont tiene previsto evitar un nuevo 1714.