Nos deben una explicaci¨®n

Las cosas empiezan a ponerse en su sitio en Catalu?a. Pero no cada uno est¨¢ en su sitio. Algunos nos deben una explicaci¨®n.

Cuando digo que las cosas empiezan a ponerse en su sitio no pretendo insinuar que la crisis catalana est¨¢ en v¨ªas de soluci¨®n. Desgraciadamente, la convivencia civil y el progreso social y econ¨®mico est¨¢n seriamente afectados, tardar¨¢n en recuperarse. El da?o es considerable y las heridas siempre cicatrizan lentamente.

La aplicaci¨®n del famoso art¨ªculo 155 de la Constituci¨®n seguro que generar¨¢ tensiones e insumisiones. Todo ello est¨¢ a¨²n por ver y probablemente las emboscadas en los colegios del 1 de octubre se repetir¨¢n en contextos muy distintos. ?Acatar¨¢ su cese Puigdemont? ?Abandonar¨¢ mansamente su despacho del Palau de la Generalitat? ?C¨®mo recibir¨¢n algunos funcionarios a sus nuevos superiores jer¨¢rquicos? Sin duda habr¨¢ de todo. Algunos est¨¢n deseando que lleguen, otros dudan sobre qu¨¦ papel deben adoptar, unos terceros los ven como objetivos a combatir.

Deber¨¢n utilizar estos nuevos superiores mucho tacto y mano izquierda, limitarse a asegurar que las leyes se cumplan y no excederse en el objetivo para el cual han sido designados: restablecer el orden constitucional y garantizar que la Administraci¨®n P¨²blica debe servir ¡°con objetividad los intereses generales¡± y actuar ¡°con sometimiento pleno a la ley y al Derecho¡±, tal como prescribe el art. 103.1 de nuestra Constituci¨®n. Tras estos a?os de arbitrariedad politizada, de desprestigio oficial de la Constituci¨®n y de las leyes, de los jueces y sus sentencias, volver al funcionamiento regular de las instituciones no ser¨¢ tarea f¨¢cil ni c¨®moda.

Sin embargo, insisto en la idea primera: las cosas empiezan a ponerse en su sitio. ?A qu¨¦ me refiero? A que algunas mentiras, postverdades (o puigverdades, seg¨²n el chiste de moda) empiezan a desvelar su paladina falsedad. Algunos, muchos en realidad, ya argument¨¢bamos contra estas falsas ideas y hechos, pero despu¨¦s sal¨ªan otros que, impert¨¦rritos, las afirmaban como ciertas con una seguridad pasmosa: tanto pol¨ªticos, como expertos (sic), periodistas, columnistas o tertulianos. Machacaban diariamente a sus lectores y audiencias con embustes a la manera goebbelsiana y, como este sistema de propaganda no falla, el buen hombre de la calle, es decir, una inmensa multitud que conf¨ªa en que aquello que dice la mayor¨ªa es la verdad, les hac¨ªa caso y se lo cre¨ªa.

La econom¨ªa catalana deb¨ªa experimentar un subid¨®n impresionante con la independencia. Ahora sabemos que las empresas huyen, las inversiones se retraen y el horizonte es mucho peor que antes. Todo ello sin independencia, s¨®lo por temor a su mera posibilidad. Tambi¨¦n dec¨ªan, sin despeinarse, que Catalu?a tiene derecho a la autodeterminaci¨®n, a decidir su futuro como Estado separado de Espa?a. Incluso la Ley de refer¨¦ndum, aprobada tan irregularmente el 6 de septiembre, como quien dice hace cuatro d¨ªas, tiene como objeto regular el derecho de autodeterminaci¨®n de Catalu?a. Autoridades incontestables de la comunidad internacional han respondido recientemente que Catalu?a no reun¨ªa, ni de lejos, las condiciones para ser sujeto del derecho a la autodeterminaci¨®n. Tambi¨¦n ciertos enteradillos sosten¨ªan que un nuevo Estado catal¨¢n permanecer¨ªa en la Uni¨®n Europea. En Oviedo lo desmintieron el viernes pasado Juncker, Tajani y Tusk, las tres actuales cabezas visibles de la UE, durante el solemne acto de la entrega de los premios Princesa de Asturias.

En realidad, no hac¨ªan falta estos desmentidos, en los ¨²ltimos a?os se hab¨ªan producido otros muchos, cualquiera que supiera algo de econom¨ªa y derecho sab¨ªa perfectamente que los defensores del independentismo ment¨ªan, ment¨ªan a sabiendas, demostraban con enga?os su deshonestidad intelectual. Me refiero sobre todo a los considerados expertos, a los profesores de econom¨ªa, de derecho p¨²blico, de ciencia pol¨ªtica, de relaciones internacionales. Y si algunos ment¨ªan, otros muchos callaban, se escabull¨ªan y agachaban la cabeza bajo el ala, mientras conservaban cargos p¨²blicos muy bien remunerados o aspiraban a ellos.

Pues bien, todos estos personajes tienen nombre y apellidos, podr¨ªamos hacer la lista. Son, por acci¨®n u omisi¨®n, los autores intelectuales de una aventura peligrosa e in¨²til que ha conducido Catalu?a a un callej¨®n sin salida, ha deteriorado la convivencia civil entre catalanes y con el resto de espa?oles, ha perjudicado el progreso econ¨®mico y social, nos ha puesto en rid¨ªculo ante el mundo y ha comprometido nuestro futuro. No se les debe perdonar, tanta irresponsabilidad no les debe salir gratis, cuando menos nos deben una explicaci¨®n.?