?Qu¨¦ atentados?
Tres meses despu¨¦s, los ataques ya son la prehistoria
El lunes invit¨¦ a comer a Llu¨ªs Pellicer. Es periodista, a veces ejerce de jefe, y aun as¨ª hay quien dice que es buena persona. Recorrimos a pie los 500 metros que separan el inicio de La Rambla hasta llegar a La Boqueria. Hac¨ªa mucho que no pasaba por all¨ª, me dijo. Dejamos atr¨¢s a unos turistas, que se fotografiaban a las puertas del metro, y esquivamos a unos estudiantes plantados con sus mochilas en medio del paseo, en corrillo.
Delante de nosotros, una pareja recorr¨ªa la avenida peatonal sin soltarse de la mano, como si pudiesen ver el mar al fondo. M¨¢s abajo, a la izquierda, dos polic¨ªas hablaban en ingl¨¦s con una mujer, que se esforzaba en explicarse, con su hijo tambi¨¦n de la mano. Su marido la observaba, sin preocupaci¨®n aparente. Estaban al lado de uno de los muchos quioscos de La Rambla, donde venden ceniceros, imanes, postales¡ Hasta helados, aunque estemos a las puertas del invierno.
Pellicer y yo camin¨¢bamos tranquilos, charlando, como si no existiese el tel¨¦fono m¨®vil, ni Whatsapp, ni Telegram, ni la web. Sin las prisas que s¨ª llevaba un anciano, con la mirada fija en el suelo, que zigzagueaba para adelantar a la masa de guiris sin tropezar con las sillas de las terrazas o con el perro del se?or que ped¨ªa limosna, y salir cuanto antes de all¨ª. Cerca de La Boqueria, se lo pregunt¨¦:
¡ª?Piensas en ello?
Hace ya tres meses del atentado. El d¨ªa era soleado, m¨¢s o menos como el nuestro, pero en lugar de 15, hab¨ªa unos 27 grados. Poco antes de las cinco de la tarde, una furgoneta blanca entr¨® por La Rambla, se subi¨® a la acera y arremeti¨® contra todos los turistas, estudiantes, enamorados, madres, hijos, maridos, ancianos, perros y pobres que encontr¨®. Mat¨® a 14 personas. Y porque el airbag de la furgoneta salt¨® a altura de La Boqueria y le impidi¨® seguir.
Pellicer estaba de responsable en la redacci¨®n de EL PA?S en Catalu?a, que funcionaba a medio gas en agosto. Una redactora del diario, que vive justo en La Rambla, avis¨®. "Me llam¨® al m¨®vil, nerviosa, repet¨ªa que hab¨ªa habido un atentado", recuerda Pellicer. ?l fue algo esc¨¦ptico. "Pero ella repet¨ªa que s¨ª y que s¨ª y que s¨ª". Colg¨® y al poco oy¨® una estampida de gente gritando y llorando. La redacci¨®n de EL PA?S ¡ªque como todos los medios, se volc¨® en lo sucedido¡ª est¨¢ al lado de la plaza de Catalunya.
M¨¢s que un sitio al que se va, La Rambla es un lugar por el que se pasa. Los lugare?os no pagar¨ªamos una jarra de cerveza a precio de oro ni osar¨ªamos (creo) pedir una paella, pero es agradable dejarse caer de vez en cuando y ver los tenderetes de flores. Pellicer ha tardado en volver a cruzarla. "Me ven¨ªa a la cabeza los gritos, y ese momento¡", admite. Hasta el punto de pedirle a un amigo cambiar de ruta, una noche de copas, para no tener que revivir aquellos d¨ªas.
Pero esos recuerdos y sentimientos ya le quedan lejos, me cuenta mientras comemos una combinaci¨®n ex¨®tica de mejillones a la marinera, minihamburguesas y pescado frito, en un almuerzo que ya s¨ª compartimos con mi tel¨¦fono m¨®vil, y que al final pagamos a escote. Un camarero de Casa Guinart en La Boqueria nos explica que casi nadie les saca el tema del atentado. "Los primeros d¨ªas ¡ªrelata¡ª me preguntaron unos tres o cuatro turistas". Alguna vez, dice, puntualmente, hay quien lo menciona. Pero de refil¨®n, desubicados: "Ni siquiera saben que fue aqu¨ª delante".
El autor del atentado, Younes Abouyaaqoub, de 22 a?os, huy¨® a pie por La Boqueria, mientras la gente corr¨ªa presa de la histeria, sin saber muy bien qu¨¦ hab¨ªa sucedido. En unas im¨¢genes, difundidas por Antena 3, se le ve saliendo del mercado, a paso ligero. "?Sab¨¦is qu¨¦ ha pasado?", le pregunta una joven. "No s¨¦, eso est¨¢ pasando por all¨ª", le responde sin alterarse, y sigue su ruta. El jueves de la semana pasada recibi¨® el alta el ¨²ltimo del centenar de heridos.
"La independencia es el nuevo tema", sigue el camarero. Hablan de ello algunos turistas, pero sobre todo los que trabajan o hacen vida en las inmediaciones de la popular arteria. Es la conversaci¨®n a la hora del caf¨¦ o durante el desayuno. O el comentario ligero de primera hora de la ma?ana. Como si en Catalu?a todo lo que ocurre desde hace siglos gire alrededor de la independencia. "?Atentado?", dudan incluso algunas personas, recoloc¨¢ndose en el tiempo, cuando se les pregunta. Los ataques de Cambrils y Barcelona del 17 de agosto, con 15 v¨ªctimas mortales y el asesinato de Pau P¨¦rez, son ya la prehistoria.
Como la foto que ilustra este art¨ªculo, tomada en una rueda de prensa posterior al ataque en La Rambla. El presidente Carles Puigdemont ha sido cesado y ha huido a B¨¦lgica. El consejero del Interior, Joaquim Forn, lleva 15 d¨ªas en la prisi¨®n de Estremera. El mayor de los Mossos Josep Llu¨ªs Trapero, alabado por su gesti¨®n de los atentados, est¨¢ imputado por sedici¨®n, destituido como jefe y relegado a tareas administrativas en el cuerpo.
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