¡°Catalu?a tiene un concepto elitista de la cultura¡±
A¨ªda Pallar¨¨s y Manuel P¨¦rez reivindican la escena callejera en el libro ¡®?l carrer ¨¦s nostre¡¯
¡°El t¨ªtulo del libro nos ha fusionado con la actualidad¡±, dice Manuel P¨¦rez (Alcoi, 1981), coautor junto con A¨ªda Pallar¨¨s (Barcelona, 1986) de El carrer ¨¦s nostre (Raig verd), en referencia al grito Els carrers ser¨¢n sempre nostres!, de las recientes manifestaciones soberanistas en Catalu?a. El libro, una historia de las artes callejeras en Catalu?a desde finales del franquismo hasta la actualidad, es una cr¨®nica reivindicativa de un g¨¦nero maltratado por las instituciones.
Las artes de la calle se han mantenido siempre en una situaci¨®n de inferioridad. ¡°Catalu?a tiene un concepto muy elitista de la cultura que en las artes esc¨¦nicas se centra sobre todo en el teatro de texto y de sala¡±, explica Pallar¨¨s. ¡°Cuando La Fura dels Baus pronunci¨® sus primeras palabras, en el TNC, en los a?os 90, fue como si se le concediera el permiso a entrar en el selecto mundo del teatro¡±.
Un foro de debate m¨¢s all¨¢ de la calle
"No se puede entender el teatro de calle sin conocimientos urban¨ªsticos, arquitect¨®nicos, hist¨®ricos¡", aseguran los autores. El libro es un foro de debate en el que dan voz a personajes relacionados con la escena callejera: desde el antrop¨®logo Manuel Delgado o el arquitecto (y escen¨®grafo) Jordi Queralt, a artistas como Maria Thorson, de Insectotr¨®pics, o Ada Vilar¨®, que reivindica la performance, pasando por voces como la de Oriol Mart¨ª, de la Plataforma Arts al Carrer. Y una ilusi¨®n: que tenga continuidad y repercusin. "Si alguien tumba todas nuestras tesis ya habremos triunfado", comentan.
¡°Me qued¨¦ alucinando cuando vi que la primera tesina sobre artes de la calle en el Institut del Teatre se hizo¡ ?en 2011!¡±, dice Pallar¨¨s, que se queja de que en el Institut ¡°se ense?an como un arte menor¡±. ¡°Ni siquiera hay una formaci¨®n reglada, porque se delega en Fira T¨¤rrega¡±, apunta Manuel P¨¦rez.
T¨¤rrega hacogido el guante y produce, programa y forma (tiene un m¨¢ster en artes de la calle con la Universitat de Lleida) e incluso tiene el Off, el espacio de la programaci¨®n donde compa?¨ªas aficionadas tienen su oportunidad. Esto ayuda a que en Barcelona haya muy pocos espacios dedicados al teatro callejero: ¡°El Festival Escena Poble Nou, el MAC dentro de las fiestas de la Merc¨¨ y poco m¨¢s¡±, dice P¨¦rez. ¡°Al preguntar por qu¨¦ la ciudad no apuesta por las artes de la calle, la respuesta siempre ha sido la misma: ¡®Tenemos la Calbalgata de Reyes¡¯ y, acto seguido, nos remiten a T¨¤rrega. Siempre T¨¤rrega. Es dif¨ªcil entrar en Barcelona¡±.
Sin embargo, para los Juegos Ol¨ªmpicos del 92 se apost¨® descaradamente por La Fura dels Baus y por Comediants¡ ¡°Porque ya estaban consolidados internacionalmente y, no nos enga?emos, eran la vanguardia cultural catalana¡±, responden los autores del ensayo. Tras este repunte espectacular (¡°e interesado¡±, subrayan), el g¨¦nero volvi¨® al olvido. ¡°M¨¢s tarde, en la tremenda operaci¨®n de marketing que fue el F¨°rum de les Cultures de 2004, la dignidad la pusieron las artes de la calle¡±, proclama P¨¦rez. Las instituciones volvieron a confiar en grandes compa?¨ªas como Comediants o La Fura y en otros artistas como Sol Pic¨® , Sarruga o los payasos Monti y C¨ªa para proyectarse al mundo. ¡°Pero el programa de mano los relegaba a ¡®acciones teatrales y expresiones art¨ªsticas populares al aire libre¡±, lamenta A¨ªda Pallar¨¨s. ¡°Volvemos al arte menor¡¡±
El prejuicio de ser considerado un g¨¦nero ¡°de fiesta y animaci¨®n¡±, casi ¨²nicamente para ni?os, todav¨ªa pesa¡ ¡°El 70% del teatro de calle en Catalu?a es entretenimiento¡±, a?ade P¨¦rez, ¡°cosa que ya est¨¢ bien, pero es importante que no se vea solo como un mero entretenimiento sino como una cultura que tiene un retorno social. Y hace falta un enfoque m¨¢s maduro para aprovechar este retorno¡±, se?ala. ¡°Los programadores tienen una mentalidad mercantilista. Y ?c¨®mo se mide ese retorno, mercantilistamente? Si nos planteamos la cultura con esa mentalidad, lo tenemos jodido¡±.
¡°Ahora plantar una furgo en un espacio p¨²blico es casi imposible por cuestiones burocr¨¢ticas y muy complicado a nivel urban¨ªstico¡±, dice P¨¦rez. ¡°En las Ramblas de los 70 y 80 surgieron las grandes compa?¨ªas. Ahora, las Ramblas son un parque tem¨¢tico donde se exige titulaci¨®n a los que se ganan la vida haciendo de estatua¡±.
Las compa?¨ªas ¡°alternativas¡± (desde la Agrupaci¨®n Se?or Serrano hasta Kamch¨¤tka, pasando por Roger Bernat, Ernesto Collado -que acaba de bajar su persiana- o Insectotr¨°pics), en las que se incluir¨ªan las que se dedican al arte callejero, tienen mucha m¨¢s oferta en el extranjero. En Catalu?a se ha progresado poco. ¡°Los de La Fura lo dicen siempre: ¡®Tiene cojones que, despu¨¦s de 40 a?os, sigamos siendo un movimiento de vanguardia¡¯, dicen. Esto quiere decir que el modelo oficial de teatro es pseudoelitista¡±, dice Pallar¨¨s.
¡°Los pol¨ªticos no pueden controlar la calle, por muy acostumbrados que estemos a que sea solo un lugar de paso. No lo es. Es una f¨®rmula no instrumentalizada por ning¨²n poder pol¨ªtico¡±, sostienen P¨¦rez y Pallar¨¨s. Y todo regresa al origen. O eso esperan los autores del libro: ¡°El teatro de calle est¨¢ en la esencia de nuestra cultura¡±.
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