Honor al jefe de los ¡®gafas oscuras¡¯
El librero y ex comisario de la BCNegra Paco Camarasa recibe la Medalla de Oro de Barcelona en un acto con gui?os al g¨¦nero
La escena del crimen, como en toda buena novela negra que se precie, era chocante: el acusado iba escoltado por dos guardias urbanos, pero de roja gala, espada y casco con penacho blanco, y justo al verle entrar, los m¨¢s de 300 asistentes en el recinto se enfundaron unas gafas oscuras. Impactante: el gesto y porque ocurr¨ªa en el m¨¢s solemne de los espacios del Ayuntamiento, su Sal¨® de Cent. La clave del enigma estaba en la patilla izquierda de las gafas: llevaban el nombre de Paco Camarasa, el librero de la extinta Negra y Criminal de La Barceloneta y, hasta el pasado enero, comisario-jefe del festival de novela policiaca BCNegra, que iba a recibir de manos de la alcaldesa, Ada Colau, la Medalla del Oro al M¨¦rito Cultural.
A las 24 horas de perderse la sede de la Agencia Europea del Medicamento y volviendo a empezar, tras un cambio de rumbo, el encuentro de novela hist¨®rica, los 12 a?os de pasional y exitosa BCNegra es el mejor cartel que puede presentar hoy la Barcelona Ciudad de la Literatura (seg¨²n la Unesco) allende los Pirineos. ¡°Ha sido capaz de atraer siempre a los escritores de mejor nivel internacional¡±, le reconoci¨® Jaume Collboni, que tras la ruptura del pacto de Gobierno hablabla ayer como concejal-presidente del grupo municipal del PSC. Pero hasta poco fue de los seis responsables de la cultura municipal de tres partidos distintos que trataron con Camarasa, que le escuchaba rigurosamente de negro, pespunteado por una corbata del mismo fondo, pero cruzada con la silueta a yeso de un cad¨¢ver y las m¨ªticas cintas amarillas del Police Line.
Los concejales ser¨ªan el ministerio fiscal y los defensores, ¡°los miles de lectores que gracias a ti son hoy amantes de la novela negra¡±; la acusaci¨®n, m¨²ltiple: ¡°Incitaci¨®n a la lectura; recuperaci¨®n de un g¨¦nero marginal, apolog¨ªa del comercio de proximidad y conversi¨®n de todos en lectores m¨¢s inteligentes porque leer es protestar y lleva a exigir¡±, recit¨® Collboni.
Una ficha la suya muy cargada, que incluye? su pocas veces citada etapa de comentarista deportivo, la de distribuidor de libros, la de divulgador y la de dinamizador de cinco clubs de lectura, uno formado por Mossos de Escuadra, una representaci¨®n del cual estaba en primera fila
Andreu Mart¨ªn, el escritor, mud¨® en abogado de ¡°Paco el ciego¡±, como al parecer, por sus dioptr¨ªas, se conoc¨ªa en su ¨¦poca estudiantil a Camarasa (Valencia, 1950), etapa de agitprop que le llev¨® en 1971 a estar 19 d¨ªas detenido, con alguna sesi¨®n de tortura y la amenaza fiscal de nueve a?os de presidio. Una ficha la suya muy cargada, pero que, con los a?os se llen¨® con su faceta de librero debutante en La Ara?a, su papel en el Gremio de Libreros Valencianos, su pocas veces citada etapa de comentarista deportivo, la de distribuidor de libros, la de divulgador, la de comisario de la BCNegra y la de dinamizador de cinco clubs de lectura, uno formado por Mossos de Escuadra, una representaci¨®n del cual estaba en primera fila, gafas oscuras en ristre, claro.
Mart¨ªn hizo gala de sus dotes de escritor de g¨¦nero y de sus estudios de Psicolog¨ªa describiendo ese gesto tan de Camarasa ¡ª¡°ojos entrecerrados, media sonrisa, dedo apunt¨¢ndote, dici¨¦ndote que te escucha pero que te dir¨¢ algo¡± (generalmente una referencia negropoliciaca o un matiz) ¡°m¨¢s subtil¡±¡ª, asi como su prodigiosa memoria ¡°con la que nos hace creer que se ha le¨ªdo todos los libros que dice¡±. Pero no menos elogi¨® sus agallas para abrir en 2002, en Barcelona, una librer¨ªa especializada en el g¨¦nero junto a su esposa, Montse Clav¨¦, ¡°una aportaci¨®n a la cultura catalana, algo que no podemos dejar en la estanter¨ªa de la Historia; fue tan especial y ¨²nico en Barcelona, tan valioso, que alguien deber¨ªa perpetuarlo¡±, lanz¨® dirigi¨¦ndose a la alcaldesa. La librer¨ªa cerr¨® en 2015, cuando Camarasa ¡°se cans¨® de que s¨®lo entraran guiris para hacer fotos¡±. Lo dijo como recriminando que sea m¨¢s f¨¢cil quiz¨¢ dar una medalla que ayudar a mantener una librer¨ªa.
En la sala donde se conceden los premios Carvalho de la BCNegra, all¨ª donde hasta doce veces Camarasa habl¨® de los galardonados, ahora le tocaba sobre ¨¦l mismo. Lo hizo en castellano (¡°No pude estudiar en biling¨¹ismo: es importante que la escuela catalana siga como hasta ahora¡±), y, claro, dijo que se encontraba feliz, pero tanto por su medalla como porque en esa misma sesi¨®n municipal ¡°se le retir¨® a Rodolfo Mart¨ªn Villa¡±, lo que le retrotajo a esas palizas que recibi¨® de polic¨ªas como Benjam¨ªn Solsona y Manuel Ballesteros, ¡°S¨ª tuvimos ruidos de sables y murmullos de torturas en la trastienda de la Constituci¨®n¡±.
Con la retranca propia de los maestros del g¨¦nero (¡°Este sal¨®n es anterior a los Reyes Cat¨®licos¡±; ¡°Se puede vivir sin novela negra, pero se vive peor¡±; ¡°?De qu¨¦ sirve un libro sin lectores y una ciudad sin librer¨ªas?¡±), Camarasa, a veces con un hilillo de voz entrecortado de tos, comparti¨® generoso que esa medalla era tambi¨¦n ¡°para muchos libreros que han quedado en el camino¡±, dijo que compens¨® la falta de imaginaci¨®n para escribir novela negra con la de ¡°saber combinar un libro con un lector, el hilo de ese encuentro m¨¢gico¡± y agradeci¨® a su mujer que le ense?ara a disfrutar de todas las Barcelonas, incluso de un Born donde vivi¨® (¡°antes de que fuera el barrio chic de la pijer¨ªa europea¡±) y de esa Barceloneta en la que resistir¨¢ ¡°esa presi¨®n urban¨ªstica de una supuesta libertad de mercado, la m¨¢s nefasta por insensible¡±. De nuevo, con la acidez de un Chandler o un Hammett, record¨® que hoy se viven m¨¢ximas que los lectores del g¨¦nero conocen bien, como que ¡°ley y justicia no van siempre juntos, lo legal no es siempre sin¨®nimo de justo y los jueces, que son personas, no son infalibles¡±. Y as¨ª reclam¨® la libertad de presos pol¨ªticos y de exiliados.
Hubo m¨²sica al final. Los cuatro temas parec¨ªan sus apodos: El tercer hombre, el Put de blame on Mame, boys de Gilda (s¨ª, a ¨¦l hay que echarle la culpa de que Barcelona sea ¡°la ciudad europea del crimen literario¡±, como ¨¦l mismo lo define), ?rase una vez Am¨¦rica (ha hecho creer que Barcelona? podr¨ªa serlo) y El padrino. A los acordes de este ¨²ltimo, se puso las gafas oscuras. La gente, claro, sigui¨® al jefe de la banda.
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