Seamos sinceros

Que Barcelona no sea la sede de la Agencia Europea del Medicamento es debido, como todos saben, a una causa principal: la inestabilidad pol¨ªtica e inseguridad jur¨ªdica que produce el llamado proc¨¦s. Tambi¨¦n a la err¨¢tica e ineficaz pol¨ªtica municipal barcelonesa desde que es alcaldesa Ada Colau. Sin duda, tambi¨¦n. Y combinados ambos elementos, la resultante es nefasta y muy peligrosa.

Barcelona era una ciudad de ¨¦xito, en franco ascenso desde los primeros ayuntamientos democr¨¢ticos. Las transformaciones urbanas desde la ¨¦poca de la transici¨®n la cambiaron de arriba abajo. Pensemos en las reforma de los barrios perif¨¦ricos, crecidos en total desorden entre mitades de los a?os cincuenta hasta los a?os setenta, hasta la ¨¦poca democr¨¢tica. Pensemos en el car¨¢cter que le gener¨® la remodelaci¨®n del casco antiguo.

Adem¨¢s, hasta esa ¨¦poca Barcelona era, incomprensiblemente, una ciudad sin salida al mar. El puerto y unas zonas industriales envejecidas eran un obst¨¢culo que parec¨ªa insalvable para que los barceloneses pudieran disfrutar del privilegio que supon¨ªa ser una ciudad mar¨ªtima. Pareci¨® un milagro la apertura de kil¨®metros de playas a las que el barcelon¨¦s pod¨ªa acceder f¨¢cilmente en metro o autob¨²s. Pero hubo m¨¢s. Barcelona pas¨® de ser una decadente ciudad industrial textil a un potente n¨²cleo tecnol¨®gico, especialmente en materias m¨¦dica y farmac¨¦utica. Hospitales, cl¨ªnicas, laboratorios, pasaron a formar parte del cotidiano paisaje econ¨®mico de la ciudad.

Finalmente, debido a la buena imagen de los Juegos Ol¨ªmpicos, Barcelona se convirti¨® en ciudad tur¨ªstica de primer orden, pasar d¨ªas de vacaciones en la ciudad ha sido algo com¨²n, como hab¨ªa sucedido antes en ciudades europeas de mediano tama?o: Florencia, ?msterdam, Praga¡­ El turismo permiti¨® consolidar una oferta hotelera y de restauraci¨®n m¨¢s que brillante, unos servicios que generaron numerosos puestos de trabajo, empresas grandes, medianas y peque?as. Adem¨¢s, se beneficiaban de todo ello no solo quienes resid¨ªan en el estricto municipio sino en toda su ¨¢rea de influencia. Barcelona pas¨® de ciudad a ¨¢rea metropolitana, la rapidez del transporte la convirti¨® en capital de una mancha humana de considerables proporciones.

Pues bien, todo esto se est¨¢ derrumbando, ha empezado una decadencia que puede ser imparable. Los obst¨¢culos del Ayuntamiento barcelon¨¦s al turismo, adem¨¢s de incomprensibles, han sido contradictorios, sin rumbo definido, el peor escenario para atraer inversiones, para consolidar proyectos. El intento de separar Catalu?a de Espa?a, y por tanto de Europa, es todav¨ªa m¨¢s trascendente, afecta a todo. Han huido en desbandada bancos, empresas, profesionales, inversores: todos desconf¨ªan de lo que pueda suceder.

Seamos sinceros: durante las ¨²ltimas semanas nadie en Barcelona cre¨ªa que la ciudad ser¨ªa designada sede de la Agencia Europea del Medicamente. Nadie. Algo, adem¨¢s, normal: si nos ponemos en la piel del otro, tampoco la hubi¨¦ramos votado. Demasiada incertidumbre, inseguridad y, para decirlo todo, estupidez. ?Trasladamos la Agencia desde Londres a otra ciudad europea debido al Brexit y escogemos a otra que tambi¨¦n quiere irse? Ni hablar: lo sensato, en beneficio de los europeos, es apostar por lo seguro, por ciudades en que prevalezca la sensatez y la inteligencia. Desde luego, no es el caso de la Barcelona de hoy.

Una muestra, una muy peque?a y anecd¨®tica muestra: las palabras, pronunciadas entre sollozos, que he escuchado estos d¨ªas a una emocionada Marta Rovira, candidata de ERC a presidenta de la Generalitat: ¡°No nos rendiremos, nosotros no haremos esto, lucharemos hasta el final, hasta el final¡­ Tenemos todo el derecho del mundo de vivir en un pa¨ªs libre, digno y justo¡±.

Seguramente si esto, dicho en un tono dram¨¢tico y apocal¨ªptico, numantino, lo han visto y escuchado los delegados europeos que deb¨ªan decidir d¨®nde ubicar la Agencia del Medicamento, sabiendo que Rovira puede ser la pr¨®xima presidenta de la Generalitat, se hayan echado inmediatamente para atr¨¢s. Pero, ?qu¨¦ le pasa a esta mujer? ?ante qui¨¦n no se debe rendir? ?es que Espa?a, un Estado de la UE, no re¨²ne las condiciones para poder vivir con libertad, dignidad y justicia? ?por qu¨¦ chilla, por qu¨¦ llora?

Este lenguaje no es el de la Europa del siglo XXI. No vamos a situar la Agencia del Medicamento, algo que es la quintaesencia del esp¨ªritu cient¨ªfico, en una ciudad gobernada por emocionales dotados de muy escasa raz¨®n. Los que asignaron la sede a ?msterdam no quer¨ªan correr riesgos e hicieron bien. Desgraciadamente, si no le ponemos remedio, apostar hoy por Barcelona no es prudente ni sensato, nadie lo har¨¢, seamos sinceros.

Francesc de Carreras es profesor de Derecho Constitucional.