A ¡®Claudia¡¯ le inventaron su vida

Cuando vas a ver Claudia,una obra testimonio sobre la Argentina de la dictadura militar, piensas que inevitablemente tendr¨¢ algo de panfleto ¡ªmerecid¨ªsimo, pero panfleto¡ª sobre aquellos a?os de sangre. Y, sin embargo, es un relato austero. La tragedia es de tal magnitud que no necesita ning¨²n truco de refuerzo, basta con contarla. Eso s¨ª, con una enorme sabidur¨ªa narrativa. A ello, adem¨¢s, se a?ade que quien lo hace es la verdadera protagonista de lo que se relata que, ahora, cuando conoce todo lo que pas¨®, a ella y a sus verdaderos padres, lo cuenta y lo hace sin abusar de la sabidur¨ªa retrospectiva. Cuando explica c¨®mo era y qu¨¦ hac¨ªa cuando era la ni?a Merceditas revive aquella falsedad que vivi¨® sin desmontarla sistem¨¢ticamente. Lo har¨¢ cuando empiece el relato de c¨®mo descubri¨® el enga?o en que hab¨ªa sido sumergida.

El montaje lo protagoniza la propia Claudia Victoria Poblete Hlaczik, que vivi¨® hasta los 21 a?os en casa de un matrimonio ¡ªel marido era un militar¡ª pensando que eran sus padres. Entonces se llamaba Merceditas e ignoraba que era un bot¨ªn de guerra, una ni?a robada a una joven pareja que luchaba contra la dictadura y que fue torturada y asesinada. Durante veinte a?os vivi¨® una vida que le hab¨ªa inventado el matrimonio. Ni tan siquiera le dijeron que era, digamos mal dicho, adoptada. En la escuela, cuenta Claudia en la obra, no comprend¨ªa que se hablara mal de los militares. En su vida familiar quiz¨¢ no hab¨ªa el afecto que otros ni?os recib¨ªan ¡ªel padre, estaba particularmente ausente, incluso en casa, reunido con sus amigotes¡ª, pero tampoco era inc¨®moda salvo que, con la edad, hac¨ªa peque?os descubrimientos que la confund¨ªan, como la excesiva edad de sus falsos padres.

Es sorprendente como lo teatral, porque de alguna manera hay que organizar el relato, no le quita ni una brizna de autenticidad

Cuando pudo probarse su verdadera identidad, un caso que abri¨® las puertas a otros juicios, Claudia tuvo que desaprender todas las mentiras que le hab¨ªan contado y descubrir la biograf¨ªa de sus aut¨¦nticos padres, de su lucha.

La pieza es un proyecto de la compa?¨ªa La Conquesta del Pol Sud. Carles Fern¨¢ndez Giua y Eugenio Szwarcer son los responsables del mismo. No es su primera experiencia en el terreno del teatro testimonio ni ¨¦sta ser¨¢ la ¨²ltima. Ellos tambi¨¦n est¨¢n en el escenario, de principio a fin, auxiliando a Claudia en la organizaci¨®n del relato que se presenta, en la escena inicial, cosiendo una tela de patchwork que adquiere su consistencia gracias a la suma de fragmentos. As¨ª es la pieza. El acompa?amiento audiovisual es igualmente sobrio. Por ejemplo, la visita a los antros de la tortura y la muerte, ahora habitaciones ruinosas. El espectador ya sabe, obviamente, cu¨¢l es el final de la historia. Lo que se cuenta es el trayecto de aquella ni?a hasta que le desvelan su identidad. Un camino que se recorre sin artima?as para apelar a la emoci¨®n que brota inevitablemente en la platea sin haber sido arteramente convocada desde el escenario. Claudia, ingeniera inform¨¢tica, no es actriz y ello la salva, precisamente, de actuar. Es sorprendente como lo teatral, porque de alguna manera hay que organizar el relato, no le quita ni una brizna de autenticidad. Claudia, es simplemente la protagonista y, ahora, narradora, como dice ella, del dolor de no saber, un dolor que no se puede cerrar.

Este montaje se vi¨® en el Grec 2016. Ahora hay una segunda oportunidad. No hay que desaprovecharla.