Zadie Smith: ¡°Asistimos a la met¨¢stasis de la cultura de las ¡®celebrities¡¯¡±
La escritora inglesa radiograf¨ªa de nuevo con sutileza la sociedad actual en ¡®Tiempos de swing¡¯, su quinta novela
Sostiene Zadie Smith (Londres, 1975) en uno de sus ensayos de Cambiar de idea que toda novela ha de revelar ¡°informaci¨®n escondida sobre lo personal, lo pol¨ªtico y lo hist¨®rico¡±. Lo lleva haciendo desde hace casi 18 a?os, tras su rutilante debut con Dientes blancos, reflejo de la fragua incandescente de una Londres multicultural. Si entonces us¨® a dos gemelos, como en Sobre la belleza utiliz¨® un matrimonio, en su ahora quinta novela, Tiempos de swing (Salamandra), son dos mestizas, amigas desde la infancia de sus clases de ballet e hijas de sendos matrimonios mixtos de blancos y negros, las que reflejan el supuesto futuro ¨¦xito adulto de una, Tracey, y el supuesto fracaso de la an¨®nima narradora, particular asistente de una cantante blanca, Aimee, paradigma del triunfo de la cultura de las celebrities, una de las instant¨¢neas sociol¨®gicas del hoy. ¡°Vivo en Nueva York y a esta gente te los encuentras en los caf¨¦s y en los colegios de los ni?os¡ Esperaba que esa cultura de las celebrities, t¨ªpica de los 90, se desvanecer¨ªa en el tiempo; pero al contrario, hemos asistido a su met¨¢stasis, que ha acabado con que el m¨¢s famoso de la sala se ha convertido en presidente de EEUU¡±. Lo dice con voz cansada tras un largo viaje y a pocas horas de cerrar ayer el octavo ciclo Converses a La Pedrera en Barcelona, con su hom¨®logo catal¨¢n Jordi Punt¨ª.
Aimee transparenta muchas de las caracter¨ªsticas de Madonna, en un caldo donde riqueza y ¨¦tica no van de la mano, por m¨¢s que la celebrity, art¨ªstica o empresarial, sea supuestamente de izquierdas; un c¨ªnico ¡°filantrocapitalismo¡±, como lo ha bautizado la activista Naomi Klein en su libro Decir no no basta. ¡°Estrellas del pop, pero tambi¨¦n esos j¨®venes de Palo Alto o de San Francisco, que creen que con el poder de su dinero tienen capacidad para influir en los gobiernos y que pueden legislar el mundo sin haber sido elegidos democr¨¢ticamente¡ Quer¨ªa reflejar todo eso¡ A m¨ª, Aimee me gusta, ella cree que tiene m¨¢s poder y que por ello es m¨¢s libre, pero tiene un comportamiento y unas preocupaciones similares a las de la narradora¡ ?Filantrocapitalismo? Limpiar la conciencia social con el arte es de las cosas que m¨¢s me molestan en la vida¡±.
No puede Smith abandonar esa ¨¢rea del noroeste de la City, donde ya encaj¨® Dientes blancos o tambi¨¦n NW London. ¡°Es el mismo barrio, pero con historias y personas diferentes; pero hace 20 a?os no creer¨ªa que a¨²n estar¨ªa escribiendo sobre ¨¦l; hay algo ah¨ª subconsciente¡±. Lo que s¨ª es nuevo en su obra y a plena consciencia es su debut en el uso de la primera persona: ¡°Siempre me ha parecido un estilo restrictivo, dif¨ªcil para dejar margen, pero es cierto que la primera persona proporciona un efecto de realidad, creen los lectores que ese texto es entonces autobiogr¨¢fico; son bastante cr¨¦dulos y ese estilo es ¨²til para hacer veros¨ªmil una larga mentida¡±, dice quien admite que en ese aspecto se ha visto impregnada por el estilo de Elena Ferrante o las autobiograf¨ªas noveladas de Karl Ove Knausg?rd. Bajo esa capa formal aparecen los personajes, que admite Smith que plantea ¡°un poco como un videojuego, como avatares que est¨¢n vac¨ªos y que el lector debe rellenar y encarnar; es m¨¢s f¨¢cil para un blanco un proceso de identificaci¨®n con David Copperfield o Jane Eyre; yo llevo 20 a?os esforz¨¢ndome para que el lector no vaya de turista con mis personajes sino que se identifique tambi¨¦n con ellos¡±.
Tocada con uno de sus carism¨¢ticos turbantes (¡°cuando ten¨ªa 20 a?os, me molestaba que se hablara de eso y el machismo impl¨ªcito que comportaba: ven¨ªan a hacerme entrevistas y me tra¨ªan modelitos para que me las pusiera en las sesiones de fotos y les dec¨ªa: ¡®?Cuando vais a hablar con Ian McEwan tambi¨¦n le llev¨¢is trajes?¡¯; ahora todo esto tiene a¨²n menos sentido, es una p¨¦rdida de tiempo para todos¡±), Smith, paradigma de lo multicultural, ve en estos tiempos de radicalizaci¨®n pol¨ªtica un peligro a?adido. ¡°El multiculturalismo no es una idea pol¨ªtica es una realidad pr¨¢ctica, degradada como lo est¨¢ en tantos aspectos la vida social y pol¨ªtica, y este intento de restaurar la supremac¨ªa blanca es una idea muy peligrosa que ya est¨¢ impactando en lo multicultural¡±.
Miembro de la Royal Society of Literatura, profesora de escritura en EEUU, dos veces (2003 y 2013) mejor novelista joven brit¨¢nica, Smith est¨¢ ya en otra novela, de la que apenas deja ir el t¨ªtulo: ¡°Se llamar¨¢ El fraude y estar¨¢ ambientada entre 1840 y 1850, algo terap¨¦utico esto de poder ir a esa ¨¦poca y escapar de ¨¦sta. ?Argumento? Dos personas que, cada una a su manera, son un fraude para ellos mismos y para los dem¨¢s¡±. Actualidad rabiosa, o eso, novelar como una manera de revelar informaci¨®n escondida sobre lo personal, lo pol¨ªtico o lo hist¨®rico.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.