Lo que el ¡®proc¨¦s¡¯ silenci¨®
Cinco a?os de par¨¢lisis institucional por los desacuerdos entre Generalitat y Gobierno han pasado factura a las infraestructuras y a todos los servicios p¨²blicos
Noviembre de 2010. Un Artur Mas todav¨ªa en rodaje como candidato a la Generalitat se dirige solemnemente a los empresarios catalanes para asegurarles que el Gobierno que quiere encabezar dar¨¢ m¨¢xima prioridad a la infraestructura que en ese momento est¨¢ en boca de todos los sectores econ¨®micos y sociales catalanes. Se trata del llamado Cuarto Cintur¨®n, una autov¨ªa libre de peaje que debe rodear el ¨¢rea metropolitana de Barcelona y descongestionar sus accesos. Era una obra largamente reivindicada que los gobiernos anteriores, el tripartito de la izquierda, hab¨ªan frenado por razones medioambientales.
Siete a?os m¨¢s tarde, los parajes por los que deb¨ªa discurrir esta autov¨ªa siguen siendo campos de cultivo en su mayor parte. Los pocos tramos que se han construido, de manera inconexa, han ido finalmente a cargo del Gobierno central pero ni el proyecto ni la obra tienen fecha de conclusi¨®n.
El Cuarto Cintur¨®n, una obra de competencia estatal pero que necesitaba el concurso de la Generalitat, es el ejemplo m¨¢s paradigm¨¢tico del retraso en infraestructuras que arrastra Catalu?a. Y ello no se debe solo a la crisis econ¨®mica que tantas obras ha paralizado. El proceso independentista iniciado por Mas en 2012 y la posterior negativa del Gobierno de Mariano Rajoy a negociar los traspasos y obras pendientes han dejado sumido en un erial el programa de infraestructuras de Catalu?a. El di¨¢logo entre gobiernos se esfum¨® y, con ¨¦l, los grandes proyectos de obra p¨²blica.
No solo las infraestructuras se han resentido de cinco a?os de conflictividad pol¨ªtica y desacuerdos entre administraciones. Los traspasos de nuevas competencias se han interrumpido y en muchos casos, la oportunidad hist¨®rica para lograrlos parece haber quedado enterrada definitivamente. Poco o nada queda del preacuerdo alcanzado entre Gobierno y Generalitat en 2009 para traspasar los aeropuertos de Girona y Reus a la Generalitat. Con la posterior privatizaci¨®n de AENA y la absoluta falta de sinton¨ªa entre Gobiernos, los partidos han pasado p¨¢gina a esta reivindicaci¨®n.
El proceso independentista ha dejado en un segundo plano varios problemas que sufre Catalu?a. EL PA?S empieza hoy una serie que repasar¨¢ aquellos asuntos que han quedado relegados del debate p¨²blico a causa del espacio que ha ocupado el desaf¨ªo independentista. Entre ellos, est¨¢n la cuesti¨®n de las infraestructuras, la sanidad, la educaci¨®n, los servicios sociales y la corrupci¨®n.
Porque el panorama de las infraestructuras se repite en todo lo que ata?e a los servicios p¨²blicos. El proceso independentista ha actuado como un gran agujero negro que ha absorbido el malestar social derivado de la crisis y los recortes y lo ha lanzado contra el Gobierno central y el Estado, que siempre dijo confiar en que el enrarecimiento de la situaci¨®n en Catalu?a era coyuntural, ¡°un sufl¨¦¡±, en boca de m¨¢s de un ministro.
Pocos pol¨ªticos nacionalistas se han atrevido a verbalizar claramente que el proceso haya servido para ¡°tapar¡± la parte menos amable de la pol¨ªtica catalana. S¨ª lo ha hecho Santi Vila, el exconsejero d¨ªscolo de Artur Mas y de Carles Puigdemont, que siempre tuvo un pie en el independentismo y otro en la realpolitik. En 2014, cuando era consejero de Territorio, Vila admiti¨® que el proceso soberanista les estaba ¡°permitiendo resistir¡± cuatro a?os de ajustes y recortes. Vila dijo que el del soberanismo era un proyecto ¡°m¨ªnimamente ilusionante¡± que evitaba la frustraci¨®n social. ¡°Si este pa¨ªs no hubiese tenido un relato en clave nacionalista, ?c¨®mo habr¨ªa resistido unos ajustes de m¨¢s de 6.000 millones?¡± lleg¨® a preguntarse en una conferencia ante empresarios.
No es que en Catalu?a no se haya hablado de Sanidad, pobreza, educaci¨®n o pol¨ªticas sociales. Ni que la Generalitat no haya hecho nada para solventar los problemas. Simplemente, lo que ha motivado el proc¨¦s es derivar hacia Madrid, el Gobierno Central o el Congreso de los Diptutados, cuantos desajustes, fallos, frustraciones y problemas, surg¨ªan a la hora de afrontar estos problemas. Y cuando los problemas ten¨ªan su origen en el Gobierno central, por acci¨®n u omisi¨®n, el problema era la supuesta falta de cooperaci¨®n o mala gesti¨®n de la Generalitat. Y, as¨ª, hasta el infinito. El resultado: toda la agenda social ha acabado condicionada a un proceso pol¨ªtico paralelo que ni avanzaba ni desbloqueaba otras cuestiones.
Tres legislaturas inconclusas con sus correspondientes adelantos electorales ¡ªtodos motivados por el proceso soberanista¡ª tampoco han ayudado a visibilizar los problemas que sistem¨¢ticamente quedaban en el caj¨®n. No hay debate en el que alg¨²n candidato no prometa acabar con los problemas de Cercan¨ªas o dar carpetazo definitivo a los recortes de Sanidad. Pero ni lo uno ni lo otro acaba de cuajar. Mientras tanto, camiones y coches siguen atascados en los accesos a Barcelona. El Cuarto Cintur¨®n, en buena parte de su recorrido, sigue siendo un p¨¢ramo.