Una oportunidad para cambiar la agenda catalana
La parte del catalanismo que ha rechazado el proyecto independentista debiera ser ahora la promotora de nuevas alternativas
La crisis constitucional en curso ha deparado tantos desprop¨®sitos y ha tenido giros tan dram¨¢ticos que una de las preguntas m¨¢s frecuentes entre quienes intentan comprenderla es ?c¨®mo se sale de este l¨ªo? La incertidumbre y la inquietud provocadas en amplias capas de la sociedad catalana por tanto anuncio de d¨ªas gloriosos y de amaneceres apocal¨ªpticos es probablemente la causa de que todos los partidos hayan aceptado una convocatoria tan excepcional y en condiciones tan an¨®malas. Ha llegado el momento en que lo principal es salir del l¨ªo. Para muchos, no se trata tanto de avanzar en esta o aquella direcci¨®n, sino de deshacer un nudo. Ver si la consulta electoral abre alguna puerta. Por esto se espera hoy un r¨¦cord de participaci¨®n.
Los observadores m¨¢s serenos han tenido muy claro desde el primer momento que la v¨ªa emprendida por el soberanismo en 2012 era un callej¨®n sin salida. Pero a medida que los gobiernos formados por CiU y ERC se adentraban en ¨¦l se ha ido viendo tambi¨¦n que la otra parte, los sucesivos gobiernos de Mariano Rajoy, le iban cerrando cualquier puerta y le iban empujando a seguir adelante. ?Hasta d¨®nde? Hasta el precipicio. Que es d¨®nde, al final, cayeron tanto el Gobierno de Carles Puigdemont como la mayor¨ªa parlamentaria que le sustentaba. Quienes durante esta etapa hab¨ªan demostrado en varias ocasiones una excelente habilidad t¨¢ctica demostraron al final, en la ¨²ltima semana de octubre de 2017, una ingenuidad de magnitudes siderales. As¨ª est¨¢n ahora, con un candidato entre rejas y otro refugiado en Bruselas.
Ahora bien, que todos los partidos aceptaran la convocatoria a las urnas, y con su aceptaci¨®n le otorgaran una legitimidad pol¨ªtica que sin ella no habr¨ªa tenido, no significa que estas elecciones se celebren, como pretende el PP, en condiciones de normalidad. Ni de lejos. Calificar de normales unos comicios en los que el l¨ªder del partido que va primero en los sondeos est¨¢ en la c¨¢rcel, y en la que el jefe de Gobierno destituido que aspira a la reelecci¨®n tiene que escoger entre estar en el extranjero o ingresar tambi¨¦n en prisi¨®n es lo m¨¢s alejado de la normalidad.
Esta situaci¨®n enturbia un debate real, en igualdad de condiciones, impide que los dem¨¢s partidos puedan mostrar limpiamente sus diferencias con ellos, algo que perjudica en particular al partido socialista de Miquel Iceta y a los comunes de Xavier Dom¨¨nech. Introduce como prioritarias, adem¨¢s, cuestiones que no lo son, o no debieran serlo, como la de qu¨¦ hacer, al d¨ªa siguiente de las elecciones, con unos posibles candidatos a la presidencia de la Generalitat, o a liderar la oposici¨®n, cuya expectativa inmediata es vivir en la c¨¢rcel. Esto no son condiciones de normalidad.
Poner a los electores como agente de normalizaci¨®n puede resultar positivo, aunque tampoco es seguro, pronto se ver¨¢. Pero esto no va a cerrar la judicializaci¨®n del problema pol¨ªtico, que va a dar mucho de s¨ª a juzgar por lo que se sabe de las intenciones del instructor de la causa. Al negarse a una negociaci¨®n pol¨ªtica y llevar el conflicto al terreno de la justicia penal el PP persigue reducir a sus rivales a la condici¨®n de presuntos delincuentes. Y no solo durante el periodo electoral. Pero, en realidad, esta opci¨®n le invalida como eventual promotor de una soluci¨®n pol¨ªtica. Naturalmente, los ingenuos irresponsables que se jugaron el Gobierno de la Generalitat en una tan alocada carrera tampoco son la soluci¨®n.
En buena l¨®gica, que no es siempre la que se impone en la pol¨ªtica, la parte del catalanismo que ha rechazado desde el primer momento la agenda independentista debiera ser la que elaborara a partir de ma?ana nuevas hojas de ruta para, en clave catalana, salir del l¨ªo; en clave espa?ola, aportar propuestas para resolver la crisis constitucional; y, en clave social, recuperar todo lo que se pueda de lo mucho que se ha perdido en esta etapa. Sea cual sea el resultado de la votaci¨®n de hoy, la nueva agenda catalana ha de ser un proyecto de integraci¨®n. Esta es la oportunidad que hoy se presenta a los electores. Pero si esto no se logra estas elecciones habr¨¢n sido una nueva patada al bal¨®n, para volver a tenerlo delante dentro de unos a?os, o unos meses.
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