Aplausos y bravos para la desnuda pasi¨®n de Anna Karenina

El tel¨®n final no hab¨ªa llegado al suelo cuando los bravos y los aplausos estallaron en el Gran Teatro del Liceo, la noche del mi¨¦rcoles, tras la deslumbrante y seductora representaci¨®n de Anna Karenina por el Eifman Ballet. La velada tuvo una protagonista absoluta, la excelente y hermosa bailarina Maria Abashova, que encarn¨® de forma convincente a la hero¨ªna de Tolst¨®i. Su interpretaci¨®n fue elegante y virtuosa, supo transmitir con firmeza la pasi¨®n que sent¨ªa por Vronsky (Oleg Gabyshev) y lo tr¨¢gico de sus consecuencias. La Anna Karenina, que ha concebido el autor de la coreograf¨ªa y director de esta formaci¨®n, Boris Eifman, es una mujer fuerte y segura de sus sentimientos, no hay ni pizca de follet¨ªn en esta versi¨®n. Otro acierto es el bailar¨ªn Oleg Markow, que encarna a un distinguido y atractivo, Karenin; las simpat¨ªas del p¨²blico se inclinaron por ¨¦l en prejuicio del pendenciero Vronsky.

Eifman ha centrado la historia del escritor ruso en el tri¨¢ngulo amoroso formado por Anna-Karenin-Vronski y ha potenciado al m¨¢ximo los pasos a dos y tr¨ªos. En cada una de estas variaciones el core¨®grafo hace gala de un fluido vocabulario coreogr¨¢fico en el que la danza cl¨¢sica convive con el gesto contempor¨¢neo. Sin embargo los momentos m¨¢s brillantes de baile son a trav¨¦s de la danza cl¨¢sica; a las formaciones rusas la danza contempor¨¢nea todav¨ªa les es ajena, les falta tradici¨®n. Los tres protagonistas de este ballet tienen una excelente t¨¦cnica y una fuerte personalidad esc¨¦nica. En conjunto esta compa?¨ªa de danza est¨¢ formada por hombres y mujeres de gran atractivo y con un f¨ªsico alto y esbelto.

Los brazos de Maria Abashova son de una gran expresividad, su aristocr¨¢tico movimiento trenza amor y pasi¨®n con gran destreza. Mientras que la severidad y ternura en el gesto de Markow como Karenin enternece. Por su parte, Oleg Gabyshev como Vronsky exhibe una t¨¦cnica muy depurada y din¨¢mica. Eifman ha dise?ado para cada uno de ellos un vocabulario coreogr¨¢fico conforme al car¨¢cter del personaje que encarnan y por ello su interpretaci¨®n emana una fuerte energ¨ªa psicol¨®gica.

Tambi¨¦n resulta magn¨ªfico el trabajo coral del Eifman Ballet por su fuera y disciplina, un trabajo que hechiza en escenas como la del baile donde Anna Karenina conoce a Vronsky o el baile de m¨¢scaras al que asiste la pareja durante su estancia en Italia. La m¨²sica de este espect¨¢culo est¨¢ compuesta por fragmentos de composiciones de Piotr Ilich Chaikovski, el compositor favorito del core¨®grafo, que en esta ocasi¨®n est¨¢ interpretada por la Orquesta Sinf¨®nica del Gran Teatro del Liceo, bajo la direcci¨®n de Conrad van Aphen. Los pasos a dos mecidos por fragmentos de La Pat¨¦tica aceleraron el coraz¨®n del p¨²blico que llenaba el Liceo.

Desvelar como Eifman, al final de la obra, escenifica el suicidio de Ana Karenina al lanzarse a las v¨ªas del tren, restar¨ªa sorpresa al lector que tiene previsto ir al Liceo a ver esta obra, pero hay que decir que lo resuelve de forma inteligente y emocionalmente impactante.