Todos somos Santos
El recuerdo del artista emocion¨® en un Lliure abarrotado
Hace poco m¨¢s de un mes (el 4 de diciembre) Carles Santos inici¨® un nuevo camino hacia quien sabe d¨®nde. Solo han pasado cuarenta d¨ªas pero su ausencia ya se nota y se llora. As¨ª que amigos y conocidos se reunieron anoche en el Teatre Lliure de Montju?c (su Teatre Lliure, aunque hubiera sido mejor el de Gr¨¤cia pero la capacidad se impuso) para dejar muy claro que, aunque ya no se le vea por aqu¨ª, Santos sigue estando entre nosotros. En realidad todos somos Santos y deber¨ªamos seguir si¨¦ndolo porque cuando alguien se va y dejamos de acordarnos de ¨¦l, dejamos hablar de ¨¦l, ese alguien desaparece y, como sociedad con cultura que creemos ser, no nos podemos permitir el lujo (no ser¨ªa un lujo) de que una personalidad como la de Santos desaparezca.
El Santos estuvo en la noche de ayer en el Lliure inund¨¢ndolo todo, en el escenario, en la platea e, incluso, en el hall y en bar. Sobre el papel tendr¨ªa que haber sido una noche triste, llorar por el que se fue y compadecernos por su ausencia. Minutos antes de comenzar la velada el Lliure era lo m¨¢s alejado que uno pueda imaginar a un velatorio. Todo eran risas y buen humor, jolgorio, abrazos, an¨¦cdotas y naranjas. Actores, m¨²sicos, directores de escena, cineastas, bailarines y hasta alg¨²n exconseller de cultura, como si se tratara de la reuni¨®n de una gran familia bien avenida, hab¨ªan convertido la espera en una fiesta tal y como al Santos le hubiera gustado. Como suced¨ªa en todos sus estrenos. Y, adem¨¢s, con el olor y el sabor de las naranjas reci¨¦n peladas, aires de su Valencia.
Era la mejor manera de comenzar. Y lo mejor estaba por llegar porque dentro del recinto no hubo ni un solo discurso, ni una sola incitaci¨®n a la lagrimita f¨¢cil, ni un solo paneg¨ªrico edulcorado de falsas emociones. ¡°?Santos, cabr¨®n!¡± fue el grito que abri¨® el espect¨¢culo, toda una declaraci¨®n de intenciones en un mon¨®logo que ya hab¨ªa utilizo para abrir uno de sus ¨²ltimos montajes de t¨ªtulo inapelable Petetisme il.lustrat y que anoche encaj¨® de maravilla en un acto que fue mucho m¨¢s que un homenaje.
Un Santos (sin el Santos)
Un Santos (sin el Santos)
Coordinaci¨®n y direcci¨®n Montse Colomer y Anna Llopart-.
Teatre Lliure, 13 de enero
Tras un gui?o a su admirado John Cage, el piano de cola apareci¨® dominando la escena, iluminado pero solo, que no solitario aunque nadie lo toc¨® esa noche. Sonaron en la penumbra las notas del inici¨¢tico Bujaraloz by night alcanz¨¢ndose uno de los momentos m¨¢s emotivos de la velada cuando Cesc Gelabert danz¨® sobre las entra?ables repeticiones pian¨ªsticas.
Y el piano segu¨ªa solo, iluminado contempl¨¢ndolo todo. Una hora despu¨¦s de que Gelabert hubiera desaparecido dejando a los presentes con un suspiro, una enorme red met¨¢lica que sosten¨ªa varias bolas de acero cay¨® sorpresivamente (o no) sobre el piano destrozando el instrumento. Un aut¨¦ntico happy end (Santos dec¨ªa que todo pianista ten¨ªa que destrozar un piano como m¨ªnimo una vez en su vida para alcanzar la plenitud) para una noche de sobresaltos. Tras unos segundos de incertidumbre sonaron unos t¨ªmidos aplausos que se convirtieron en una ovaci¨®n cerrada y emotiva de varios minutos con todo el p¨²blico que llenaba el Lliure en pie y el gran tel¨®n rojo completamente bajado.
Entre la aparici¨®n del piano y su destrucci¨®n se hab¨ªan sucedido sobre el escenario fragmentos de los montajes m¨¢s emblem¨¢ticos de Santos, desde las piruetas vocales hasta la impresionante estructura sonora de los Cabo San Roque, desde destellos de su entra?able minimalismo fallero al r¨¦quiem coral,... Todo Santos en una preciosa c¨¢psula concentrada que es una l¨¢stima que se consuma en una sola noche y despu¨¦s desaparezca.
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