Todas las violencias del mundo
Un inmenso Pere Arquillu¨¦ protagoniza el primer montaje catal¨¢n de ¡®Blasted¡¯, de la brit¨¢nica Sarah Kane, que llega al Teatre Nacional tras su estreno en Temporada Alta
En la carga de crueldad y violencia extrema de Blasted, la obra de Sarah Kane que revolucion¨® la escena brit¨¢nica a mediados de los noventa, hay resquicios para el amor, incluso r¨¢fagas de poes¨ªa entre toneladas de sexo sucio, violaciones, sadismo, antropofagia y cualquier forma posible de miseria humana. Alicia Gorina muestra esos destellos de humanidad en el primer montaje catal¨¢n de Blasted (Rebentats), que llega a la Sala Petita Teatre Nacional de Catalunya (TNC) tras su estreno en Temporada Alta; es duro, desolador y dif¨ªcil tanto para sus int¨¦rpretes ¡ªPere Arquillu¨¦, Marta Oss¨® y Blai Juanet¡ª como para el p¨²blico.
Kane estren¨® su demoledor texto con solo 24 a?os, a?adiendo un clavo letal en el ata¨²d del teatro naturalista que tanto odiaba; mucho ha llovido desde su pol¨¦mico estreno en Londres, en 1995 ¡ªel cr¨ªtico del Daily Mail afirm¨® que era un ¡°desagradable fest¨ªn de inmundicia¡±¡ª, y muchos han seguido su forma de entender el teatro. Su estreno catal¨¢n, con magn¨ªfica traducci¨®n de Albert Arribas, salda una asignatura pendiente que, en el caso de Gorina, fiel seguidora de la dramaturga brit¨¢nica, era todo un reto personal que ha encontrado en la complicidad de Pere Arquillu¨¦ su mejor aliado.
Blasted
Blasted, de Sarah Kane. Pere Arquillu¨¦, Marta Oss¨®, Blai Juanet. Direcci¨®n: Alicia Gorina. Teatre Nacional de Catalunya (TNC), Sala Petita.
Barcelona, 11 de enero. 11
Gorina sit¨²a la acci¨®n en un cuadril¨¢tero con cortinas transparentes que dejan ver la habitaci¨®n de un hotel en la que entran Ian y Cate. No hay forma de salvar a Ian, un periodista de sucesos maduro, mis¨®gino, hom¨®fobo y racista, que, a pesar de un c¨¢ncer terminal, fuma y bebe sin parar y muestra su asquerosa catadura en las frases que escupe mientras acosa a Cate, una joven que padece crisis epil¨¦pticas y ataques de p¨¢nico. Ian es un depredador que violar¨¢ y ser¨¢ violado y salvajemente mutilado en la segunda parte de la obra por un soldado transtornado que acabar¨¢ suicid¨¢ndose tras comerse los ojos de Ian.
La arquitectura de la obra es un golpe de efecto. Asistimos a una espiral de violencia y autodestrucci¨®n en una primera parte de di¨¢logos y r¨¦plicas lacerantes; de golpe, la guerra entra en la habitaci¨®n tras la explosi¨®n de una bomba y la entrada en acci¨®n de un soldado que lleva en la mochila los horrores de la guerra de los Balcanes. Kane dinamita cualquier l¨ªnea de espacio y tiempo. Lo que quedan son r¨¢fagas de actos infames; Ian, convertido en un despojo humano, llega a comerse el cad¨¢ver de un beb¨¦, en una agon¨ªa que encuentra consuelo en la ayuda de Cate, que sobrevive vendiendo su cuerpo.
La violencia interior queda expuesta con la crudeza de las palabras; el lenguaje soez, las heridas y la soledad de los personajes son tan hirientes como la violencia exterior que destruye sus vidas. Cuesta mucho, sin embargo, entrar en la propuesta, porque, quiz¨¢ como mecanismo de autoprotecci¨®n, preferimos ver a distancia el proceso de autodestrucci¨®n.
De hecho, Kane, que se suicid¨® en 1999, a los 28 a?os, retrata todas las formas de violencia ¡ªen una pareja, en un conflicto armado¡ª de una sociedad enferma. Y hay escenas estremecedoras ¡ªla violaci¨®n, el beb¨¦ que Kate lleva en sus brazos¡ª que Gorina resuelve con im¨¢genes y objetos de potente carga simb¨®lica.
Pere Arquillu¨¦ se vac¨ªa en escena y plasma con sabidur¨ªa y convicci¨®n ¡ªquiso interpretar a Ian desde que vio la obra por primera vez¡ª la abrumadora paleta emocional de un personaje repulsivo, despiadado, c¨ªnico y cobarde, que muta de verdugo en v¨ªctima sin redimirse ni ofrecer resistencia a una muerte que ponga fin a una vida sin amor ni ternura.
La actuaci¨®n de Oss¨® es tambi¨¦n impresionante; transmite la fragilidad e ingenuidad de Cate con naturalidad y salva con aplomo su transformaci¨®n en una superviviente capaz de conservar calor humano en medio del horror. Blai Juanet plasma con potencia la rabia, la violencia y el devastador poder destructivo de un soldado desquiciado por la guerra.
Buen trabajo escenogr¨¢fico de Silvia Delagneau y oportuna la ¨¢rida iluminaci¨®n de Raimon Rius, pero funcionan mal las idas y venidas de Arquillu¨¦ ¡ªcamino de un cuarto de ba?o¡ª por una puerta lateral del escenario.
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