Una joya del modernismo desempolvada
La fachada de San Bernardo, 67 vuelve a lucir sus molduras y forjas tras seis meses de restauraci¨®n
Podr¨ªa parecer que la arquitectura modernista de Madrid se esconde a los ojos del visitante habitual. Pero est¨¢ all¨ª, esperando a ser descubierta. M¨¢s all¨¢ del Palacio de Longoria (la sede de la Sociedad General de Autores y Editores, en Pelayo, 61) o del hotel Reina Victoria (plaza de Santa Ana, 14), la ciudad cuenta con viejas joyas forjadas entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX, impregnadas con el calor del art nouveau franc¨¦s y belga, el liberty italiano o el modernisme catal¨¢n y, por supuesto, con un toque muy madrile?o. Tal es el caso del edificio de San Bernardo, 67, que tras seis meses de rehabilitaci¨®n en su fachada ha vuelto a cobrar vida.
La portada, ¨²nica en la capital, tiene un excepcional trabajo de forja art¨ªstica del hierro, protagonista en los balcones y miradores. Sus cer¨¢micas ¡ªhechas por Juan Ruiz de Luna Rojas, fundador de la F¨¢brica de Cer¨¢mica Art¨ªstica de Nuestra Se?ora del Prado en Talavera de la Reina (Toledo) en 1908¡ª adornan diversas partes del inmueble y lo convierten en una pieza inefable entre los edificios del barrio de Universidad, gracias un friso en el que se representan escenas de El Quijote de la Mancha. El paso del tiempo, sin embargo, no perdona.
La obra, edificada en 1927 bajo la direcci¨®n de Jos¨¦ Antonio de ?greda, uno de los arquitectos que embellecieron la ciudad durante los a?os veinte del siglo pasado, estaba en ¡°completo deterioro¡±, argumentan Macarena Sanz y Daniel Mu?oz, directores de Garanza, firma que estuvo a cargo de la rehabilitaci¨®n. Todo se inici¨® en 2014. La comunidad de propietarios alert¨® del mal estado en el que estaba una cornisa. ¡°Nos llamaron y despu¨¦s de hacer una inspecci¨®n de la pieza advertimos de que hab¨ªa riesgo grave e inminente de desprendimiento de ca¨ªda a la v¨ªa p¨²blica¡±, narra Gemma Fern¨¢ndez, del estudio de arquitectos Arquimia, empresa que dirigi¨® la obra.
¡°Luego revisamos al detalle el resto de la fachada y nos percatamos de que hab¨ªa m¨¢s problemas: parte de la cerrajer¨ªa estaba en mal estado, la cer¨¢mica estaba llena de golpes, fisuras, desconchones¡±, detalla Alberto Escudero, tambi¨¦n de Arquimia.
As¨ª que se pusieron manos a la obra, no sin antes tener el aval de los vecinos. No ha sido un trabajo sencillo. El inmueble, catalogado como edificio con protecci¨®n integral (de gran calidad, que presenta valores arquitect¨®nicos y ambientales), necesit¨® un proyecto de rehabilitaci¨®n, que sali¨® adelante gracias a la Comunidad de Propietarios, a la gesti¨®n de la Administraci¨®n de Fincas y a las ayudas concedidas por el Ayuntamiento de Madrid, a trav¨¦s de la EMVS. En Junio de 2017, Garanza puso en marcha los trabajos de restauraci¨®n que terminaron la semana pasada.
Fue un trabajo que super¨® la simple chapa y pintura. Algunas piezas de hierro de sus anchos miradores trapezoidales y balcones estaban totalmente destruidas y tuvieron que ser sustituidas por reproducciones. ¡°Hab¨ªa partes que parec¨ªa que las hubiesen sumergido en el fondo del mar¡±, explica Sanz, que tambi¨¦n estuvo a cargo de la restauraci¨®n hecha en la Fuente de Cibeles, en 2016. Adem¨¢s se eliminaron diversas capas de pintura que se sobrepon¨ªan e imped¨ªan ver la belleza del trabajo de forja. ¡°Se ha recuperado su color original: un negro sin brillo, como el que ten¨ªan originalmente¡±. Cornisas, pin¨¢culos de zinc y vidrios originales tambi¨¦n fueron restaurados.
Piezas originales
La fachada del edificio, sin embargo, conserva m¨¢s del 90% de sus piezas originales, seg¨²n Fern¨¢ndez. La arquitectura modernista madrile?a, un fen¨®meno marginal y totalmente eclipsado por la brillantez del catal¨¢n, ¡°desgraciadamente est¨¢ en muy mal estado¡±, reconoce Jos¨¦ Mar¨ªa Ezquiaga, decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM).
La raz¨®n es simple. Muchos de los oficios artesanos con los que fueron construidos estos inmuebles, como la forja del hierro, el trabajo de la cer¨¢mica y el manejo del estuco y el yeso, han sido olvidados por la arquitectura moderna y es complicado y caro intervenir en ellos, agrega Ezquiaga. En la ciudad existen casi 200 construcciones que datan de aquella ¨¦poca, por ello su valor es especial. Sanz lo reconoce: ¡°Poder hacer una obra as¨ª es preservar un legado. Fachadas como esta ya no se hacen ni se har¨¢n, ya no est¨¢n de moda¡±.
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