Los cl¨¢sicos nunca mueren
Seducir a los electores espa?oles a costa de Catalu?a nunca se hizo sobre las brasas de un fuego candente que tiene a los habitantes del lugar tan divididos como dolidos
En el planeta Netflix donde vive la pol¨ªtica espa?ola orbitada por la catalana, esta semana han emitido Borgen. Esta serie danesa describe los avatares de los intereses p¨²blicos, miserias incluidas, como ya hab¨ªa hecho El ala oeste antes de que secuelas como House of cardsse convirtieran en desprop¨®sito. S¨®lo que si aquello suced¨ªa en la Casa Blanca, esto pasa en el palacio de Christianborg, conocido popularmente por Borgen, del pa¨ªs de Hamlet.
All¨ª donde algo ol¨ªa a podrido, seg¨²n Shakespeare. All¨ª donde la protagonista asume el poder contra pron¨®stico compaginando sus virtudes p¨²blicas con los condicionantes de sus problemas personales. All¨ª donde todo tiende a confundirse porque as¨ª es la vida. All¨ª donde Carles Puigdemont esta semana ha pasado s¨®lo un par de d¨ªas pero que han dado para mucho. Han dado para tanto, que el juez espa?ol que le mantiene encausado no facilit¨® su detenci¨®n internacional como pretend¨ªa la fiscal¨ªa, que el gobierno espa?ol tuvo que volver a las andadas intentando rebajar la tensi¨®n diplom¨¢tica y la ilusi¨®n informativa sin conseguirlo y que el propio expresident se vio obligado a enfrentarse a la dureza de un interrogatorio que, de haberse producido en Catalu?a, sus huestes habr¨ªan saltado a la yugular de la provocadora dej¨¢ndole a los pies de los caballos. Eso es, de ellos mismos.
Ignoro si el candidato propuesto a renovar el cargo a la Generalitat hab¨ªa visto la serie y si ello le marc¨® su recorrido por el interior de la c¨²spide del poder dan¨¦s. Incluso si fue motivo de conversaci¨®n con los diputados que le acogieron. De lo que s¨ª que estoy seguro es que compartieron algunas astucias aplicadas para seguir marcando la pauta a trav¨¦s de sus mensajes permanentes y sus titulares impactantes. Porque el tiempo sigue demostrando que Puigdemont domina esa habilidad ya definitivamente negada a la maquinaria propagand¨ªstica del Estado. Porque mientras le ridiculizan, le menosprecian o le insultan siguen hablando de ¨¦l, de sus andanzas y de sus provocaciones.
Le van a la zaga. La misma que ¨¦l consigui¨® imponer durante su mandato. La misma que el tiempo y la distancia le permiten tramar y desplegar con el apoyo ahora de sus contactos internacionales. Peque?os pero lo suficientemente efectivos como para que los medios le sigan. Estrategia de la nueva temporada de la serie. Cosa distinta es cu¨¢nto va a durar, c¨®mo va a acabar y cu¨¢l ser¨¢ el papel determinante del p¨²blico al que tanto debe y todo le debe. Porque este ciudadano motivado primero y activista despu¨¦s dej¨® su mensaje en las urnas y est¨¢ por ver si lo interpretan adecuadamente teniendo en cuenta el reciente pasado convulso. ¡°Sobretodo hubo palabras: el relato que alejaba la pol¨ªtica catalana de la realidad, el relato que buena parte de la sociedad catalana prefiri¨® a la descripci¨®n de la realidad. Un relato que flirteaba con la posverdad y creaba una falsa sensaci¨®n de consenso¡±.
Jordi Amat en La conjura de los irresponsables remata el desenga?o ¨ªntimo con los pol¨ªticos catalanes concluyendo que: ¡°cuando despu¨¦s de a?os de relato nos despertamos el d¨ªa que la pureza se hab¨ªa concretado en algo tr¨¢gico, m¨¢s all¨¢ de centenares de miles de personas comprometidas, no hab¨ªa nada s¨®lido¡±. Y, efectivamente, no lo hab¨ªa all¨ª donde hubiera correspondido que estuviera pero sigue hoy existiendo en el leg¨ªtimo anhelo de esa parte importante de la ciudadan¨ªa que refrend¨® su prop¨®sito antes de Navidad.
La cuesti¨®n a¨²n por descifrar es si todav¨ªa sigue existiendo por el leg¨ªtimo anhelo de una esperanza inquebrantable o por la defensa gen¨¦rica del sentimiento enraizado de pa¨ªs que sigue ampar¨¢ndose en el hecho diferencial convertido en baza indestructible. Y que se tradujo en una advertencia a Rajoy y, por ampliaci¨®n, a los defensores del 155. Un gesto, entre s¨®lido y sereno, equivalente a un acto de resistencia a trav¨¦s del voto. M¨¢s democr¨¢tico, imposible. ?No se trataba de decidir? pues decidieron. Libremente. Y repartieron su solidaridad entre presos y huidos, s¨ª, pero sobretodo blindando la esencia del pa¨ªs que no merece ni tanto desprop¨®sito ni tanta afrenta.
Un pa¨ªs hoy en riesgo de convertirse en el ring donde se enfrenten los dos p¨²giles que ya calientan ante su combate para las elecciones generales. PP y Ciudadanos. Su reto est¨¢ en la contundencia. Seducir a los electores espa?oles a costa de Catalu?a es habitual pero nunca antes se hizo sobre las brasas de un fuego candente que tiene a los habitantes del lugar tan divididos como dolidos. Tanto por las formas abruptas como por la ausencia de alternativas. Y como cada uno es cada cual, resurgen los motivos reales del sentido del sufragio. En cualquier caso, fuera por razones sentidas o por emociones pensadas estas pueden verse desbordadas por intereses individuales o partidistas. Todos envueltos con la bandera del bien com¨²n. Por supuesto.
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