La sombra de Franco
El autor critica que Carles Puigdemont sacase a pasear la sombra del dictador para justificar su huida de Espa?a
Un demente en Dinamarca, pol¨ªglota y enflecado, asegur¨® con dudosa confianza que ¡°en Espa?a sigue presente la sombra de Franco¡±. Ya entrado el siglo XXI, la declaraci¨®n merece atenci¨®n m¨¦dica, no solamente porque una generaci¨®n feisbuquera ya tiene al viejo dictador empotrado en la vitrina de los carcamanes, sino porque la mentada sombra no se ve ni en la acera del costado de los Nuevos Ministerios donde en un ayer cabalga su enana majestad sin palio. Al general¨ªsisimo de la voz tipluda no se le ve la niebla en la Espa?a de hoy, a pesar y m¨¢s all¨¢ de los gazapos, tropiezos y errores del respectivo gobierno; una cosa es denostar la err¨¢tica pol¨ªtica de la nulidad y otra, pisotear a un pa¨ªs plural e incluyente, ajeno a la pena de muerte, hospitalario hogar de millones de migrantes, seguridad social y qui¨¦n sabe cu¨¢ntos pros intacahables, a pesar de inevitables contras ligadas al c¨¢ncer de la corrupci¨®n.
El demente en Dinamarca olvida que la saliva de la cerraz¨®n e intolerancia, el placebo de la mentira como garante de libertades y los bulos de la propaganda que conformaban la sombra del caudillo cuando sopeaba madalenas al tiempo que firmaba sentencias de muerte es un coctel mucho m¨¢s cercano a la rabia con la que la estelada niega los vuelos de cualquier otra bandera, la estulticia con la que millones de personas ilusionadas se han cegado ante la estela de corruptelas y la descarada artima?a de disfrazarse de libertarios los hijos y nietos de la rancia y casposa burgues¨ªa catalana que extend¨ªan los brazos para celebrar cada visita de Franco y sus sombras.
No se le ve en la sonrisa entra?able de miles de espa?oles que abren los brazos con el m¨ªnimo saludo y no se le ve en las fachadas de los viejos edificios que han sido reformados para que precisamente se les borre la sombra de sus viejas mazmorras; no se le ve en las monedas de uso ni en los caf¨¦s o mercados donde se ejerce la libertad de reuni¨®n y expresi¨®n. Esa sombra s¨®lo se observa en la memoria viva de los miles de muertos y en la herencia trasatl¨¢ntica de los miles de hijos del exilio que huyeron de esa tiniebla y han vuelto para celebrar precisamente su ausencia. Eso que tanto obsesiona al demente en Dinamarca se proyecta n¨ªtidamente en los charcos de Bruselas o en el fango que dej¨® olvidado en un callej¨®n de Barcelona: es la enga?osa imagen del espejo donde cualquier mentiroso se topa de pronto con su propia sombra.
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