La escuela como f¨¢brica de independentistas

Es frecuente escuchar en el debate p¨²blico el argumento de que uno de los principales responsables de la crisis catalana es el sistema educativo catal¨¢n. Seg¨²n esta tesis, los distintos gobiernos nacionalistas habr¨ªan usado la educaci¨®n p¨²blica como una f¨®rmula de fomentar la identidad nacional catalana y la adhesi¨®n al separatismo. Desde esta perspectiva, el proceso soberanista ser¨ªa fruto de una estrategia planeada desde hace d¨¦cadas con el fin de poner las aulas al servicio de la construcci¨®n de una mayor¨ªa independentista.

Quienes avalan esta tesis consideran que la mejor f¨®rmula para afrontar el reto independentista es intervenir la educaci¨®n catalana y acabar especialmente con el modelo de inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica. Incluso la Moncloa parece simpatizar con esta idea seg¨²n confirm¨® ayer el ministro de Educaci¨®n, I?igo M¨¦ndez de Vigo.

Pero, ?realmente el adoctrinamiento en las aulas es el responsable de la actual crisis catalana? ?Intervenir la educaci¨®n catalana es una f¨®rmula para poner fin al proceso soberanista? Cualquier propuesta que pretenda resolver la crisis catalana debe partir de un buen diagn¨®stico sobre por qu¨¦ una porci¨®n tan elevada de los catalanes ha decidido dar la espalda al proyecto en com¨²n con Espa?a. Y ese diagn¨®stico debe realizarse libre de prejuicios y con los datos en mano.

Si la educaci¨®n estuviera detr¨¢s de la adhesi¨®n al independentismo, entonces deber¨ªamos observar un aumento lento y progresivo del sentimiento nacionalista catal¨¢n derivado del reemplazo de las viejas generaciones por las nuevas educadas con el modelo impulsado por los gobiernos de Jordi Pujol. Sin embargo, las series de opini¨®n p¨²blica de las que disponemos muestran justo lo contrario. El aumento del independentismo no se ha producido de forma gradual a lo largo de estas tres d¨¦cadas de inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica sino que creci¨® de forma abrupta durante el per¨ªodo 2010-2013. Adem¨¢s, las series demosc¨®picas con que contamos muestran que el sentimiento nacionalista catal¨¢n ha crecido de forma muy similar en las distintas cohortes. En efecto, el ritmo de crecimiento del independentismo entre los j¨®venes ¡°adoctrinados¡± en las escuelas catalanas y entre los mayores de 65 a?os que fueron escolarizados durante el franquismo ha sido pr¨¢cticamente id¨¦ntico. De hecho, las preferencias territoriales de los catalanes est¨¢n hoy menos relacionadas con la edad que a?os atr¨¢s.

El auge del independentismo en los ¨²ltimos a?os tampoco es un fen¨®meno exclusivo de ¡°els de casa¡± (o de los catalanes de toda la vida). Entre los catalanes nacidos en otras partes de Espa?a la preferencia por un Estado independiente se ha multiplicado por tres desde 2010 y entre los nacidos en Catalu?a pero con padres provenientes de otras regiones se ha pr¨¢cticamente duplicado, alcanzando el 40 por ciento. As¨ª pues, el proceso soberanista ha tenido un impacto transversal y ha logrado penetrar en colectivos muy dispares de la sociedad catalana, al margen de su origen o de si se educaron durante el franquismo o con el actual sistema educativo catal¨¢n.

En definitiva, los datos no parecen dejar demasiadas dudas sobre esta cuesti¨®n. Los elevados niveles de adhesi¨®n a la independencia no responden tanto a un efecto cohorte (o de reemplazo generacional) como a un efecto per¨ªodo, pues se trata de un cambio que ha afectado a toda la poblaci¨®n independientemente de su edad. No es f¨¢cil determinar las causas de la actual crisis catalana pero lo m¨¢s probable es que est¨¦n vinculadas a la coyuntura de crisis econ¨®mica y pol¨ªtica que sufr¨ªa Espa?a en el momento de producirse este importante aumento de adhesiones al soberanismo.

Con ello, no pretendo negar el papel que tiene el sistema educativo en la construcci¨®n de identidades. No hay duda de que todos los Estados han usado, desde siempre, la educaci¨®n como un instrumento para afianzar la conciencia nacional. Catalu?a y Espa?a no tienen por qu¨¦ ser una excepci¨®n. Los esc¨¦pticos s¨®lo deben recordar la pol¨¦mica propuesta del exministro de Educaci¨®n, Jos¨¦ Ignacio Wert, de utilizar la educaci¨®n para ¡°espa?olizar¡± a los alumnos catalanes.

Ciertamente, puede que la educaci¨®n fomente la identidad nacional. Pero otra cuesti¨®n es afirmar que tras las elevadas cifras de adhesi¨®n al independentismo se encuentra el modelo educativo impulsado por Converg¨¨ncia. En 2010, aunque el modelo de inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica llevaba activo ya casi tres d¨¦cadas, la preferencia por una Catalu?a independiente se encontraba muy lejos de ser mayoritaria.

En el debate p¨²blico se airean con excesiva frecuencia teor¨ªas y afirmaciones carentes de rigor y sin ninguna evidencia que las avalen. Esto es particularmente cierto cuando la discusi¨®n se centra en la crisis territorial catalana. Un buen ejemplo de ello es la tesis de que las escuelas catalanas son responsables de dar aliento al proceso soberanista. Los partidos pol¨ªticos tienen plena legitimidad en plantear modelos educativos alternativos al actual, pero poner la inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica en el epicentro de la crisis catalana s¨®lo puede responder a una estrategia deliberadamente oportunista.