O'Neill: ¡°No hay nadie a quien quiera fotografiar¡±
Los retratos del artista ilustran, en la Filmoteca, una generaci¨®n de leyendas del cine y la m¨²sica
Terry O'Neill empez¨® a fotografiar por casualidad. Su sue?o era convertirse en bater¨ªa de jazz. Para conseguirlo, pens¨® hacerse auxiliar de vuelo para agilizar sus viajes a Estados Unidos, pero recal¨® en el servicio fotogr¨¢fico de la compa?¨ªa a¨¦rea British Airways. Esa primera casualidad le llev¨® a capturar, por accidente, al secretario de Exteriores brit¨¢nico en el aeropuerto mientras dorm¨ªa rodeado de un grupo de africanos engalanados con ropas tribales. Era su billete al mundo profesional de la fotograf¨ªa. La imagen le vali¨® su primer contrato en un peri¨®dico (Daily Sketch) y signific¨® el inicio de una carrera como uno de los mayores retratistas de las principales figuras del cine y la m¨²sica del momento.
Nacido en el este de Londres, O'Neill ha desarrollado su carrera como retratista. El reportero, de 79 a?os, repas¨® el pasado jueves desde la Filmoteca de Catalunya alguna de sus innumerables an¨¦cdotas en su dilatada carrera en la inauguraci¨®n de Terry O'Neill. El rostre de les llegendes, una selecci¨®n de 66 de entre 30.000 de sus retratos que se puede ver hasta el 13 de mayo. La muestra empez¨® su andadura en 2013 en la Fundaci¨®n Telef¨®nica de Madrid y aterriz¨® en marzo en la Filmoteca de la mano de su autor.
Con su peque?a c¨¢mara de 35 mil¨ªmetros, O'Neill retrat¨® el star system de los sesenta y setenta. Inmortaliz¨® a leyendas como Steve Mcqueen, Clint Eastwood o Audrey Hepburn. "Imposible sacarle una mala foto", recuerda, de esta ¨²ltima, con sonrisa de travieso. El fot¨®grafo de Frank Sinatra durante 30 a?os es, ciertamente, de otra ¨¦poca en la que el retratista pod¨ªa pasar hasta dos semanas con el personaje. Lo acompa?aba, viv¨ªa con ¨¦l. Era su sombra y eso le permit¨ªa congelar momentos irrepetibles.
Su capacidad para ser "invisible", su paciencia y su discreci¨®n, adem¨¢s de dotes para las relaciones p¨²blicas, son los trucos que O'Neill, dice, utilizaba para acercarse a sus objetivos. Suya es la hist¨®rica imagen de los Beatles en el patio de los estudios de Abbey Road. La primera portada de un peri¨®dico ilustrada por un grupo de m¨²sica pop se agot¨® en unas horas. A esa portada le siguieron muchas m¨¢s en Time, Stern, Paris Match o Vanity Fair.
Con cara amable, Amy Winhouse mira relajada al objetivo. David Bowie fuma abrazado a Elisabeth Taylor. Keith Richards apoya su cabeza en una sobremesa. Son momentos ¨ªntimos, de descanso y tambi¨¦n muchos instantes de los numerosos rodajes en los que estuvo el fot¨®grafo.? Rompi¨® la monoton¨ªa de los ganadores de los Oscar de cine cuando retrat¨® a una ensimismada?Faye Dunaway sentada en la piscina de un hotel ante su estatuilla de la academia.
De Sinatra, O'Neill? recuerda que ¨¦l mismo "era una historia". De Mandela, "un hombre realmente maravilloso" y de Elton John, que odiaba que le hicieran fotos. O'Neill ha plegado. Ahora, cuenta, "el showbusiness es muy aburrido". "Es una pena que los famosos no den acceso a los fot¨®grafos", se lamenta. Al veterano fot¨®grafo no le interesa seguir disparando su m¨¢quina. A su juicio, las grandes figuras se echan a perder, mal aconsejadas, en los programas "rosas" de la televisi¨®n. "No hay nadie a quien quiera fotografiar", concluye. Aunque tiene una excepci¨®n. No le importar¨ªa retratar a Messi.?
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