Reencuentros
Josep Pons dirige a la Orquesta Sinf¨®nica de Galicia en un Wagner sin fisuras, rico en detalles y matices
Los conciertos de abono de la Orquesta Sinf¨®nica de Galicia en este fin de semana han tra¨ªdo su reencuentro con Josep Pons y con un compositor tan excepcional como siempre comprometido de interpretar. El genio alem¨¢n, creador de ¨®peras como g¨¦nero cuyo concepto revolucion¨® como ¡°obra de arte total¡±, es tambi¨¦n un viejo conocido ya que la Sinf¨®nica lleg¨® a hacer su tetralog¨ªa completa en una anterior fase de su historia.
El concierto del s¨¢bado fue transmitido en ¡°streaming¡± de alta definici¨®n. Durante el descanso, el canal de You Tube de la OSG emiti¨® una entrevista al maestro catal¨¢n. En ella, mostr¨® a quien quisiera y supiera escucharlo c¨®mo su direcci¨®n es fruto de un exhaustivo conocimiento de la obra de Wagner, m¨¢s all¨¢ de la mera interpretaci¨®n y an¨¢lisis de su m¨²sica, pues profundiza en su esp¨ªritu a trav¨¦s del conocimiento de su obra literaria y ensay¨ªstica.
Las obras programadas describen un arco con bases en el Preludio y muerte de Isolda inicial y las tres piezas de El ocaso de los dioses con que finaliz¨®. Sobre estas, el preludio de Los maestros cantores de N¨¹remberg en la primera parte y el de Parsifal en la segunda. La clave del arco fue la Cabalgata de las valquirias. El p¨²blico dedic¨® a esta ¨²ltima pieza una enorme ovaci¨®n que fue preludio de gozosas conversaciones en los corrillos del descanso y de un estado de receptividad total cara a la segunda parte. No se puede programar mejor en busca del reconocimiento del p¨²blico. Esto es conocer aquello a lo que el p¨²blico reacciona s¨ª o s¨ª.
Curiosamente, fue la Cabalgata la ¨²nica obra del concierto cuya ejecuci¨®n se separ¨® algo en parte de la ortodoxia por su tempo algo apresurado, pero que puso en valor la calidad de los profesores de la Sinf¨®nica, que son capaces de tocarla as¨ª de grandiosa a tal velocidad. Y d¨¢ndole un final mayest¨¢tico, por encima incluso del t¨¦rmino musical maestoso.
En cuanto a los preludios de Los maestros cantores y de Parsifal tuvieron unas versiones tambi¨¦n dignas de alabanza, con sus respectivos y encontrados ambientes de festival. Fiesta de gremios llena de wagneriana iron¨ªa el primero y de solemne festividad religiosa el segundo.
Pero fue en las obras inicial y final del programa donde mejor se pudo apreciar la maestr¨ªa de Pons en este repertorio. El Preludio y muerte de amor de Isolda, de su ¨®pera Trist¨¢n e Isolda tuvo una enorme carga de tensi¨®n musical y emocional. La ins¨®lita lentitud en un pian¨ªsimo llevado al l¨ªmite y un crescendo sin salto alguno en su recorrido por toda la gama din¨¢mica dieron la salida a un Wagner repleto de matices..
Pons muestra con una claridad di¨¢fana todo el entramado contrapunt¨ªstico de Wagner, ¨²nicamente alcanzado posteriormente por Gustav Mahler. Una caracter¨ªstica puesta en valor por Pons que nos ocultado versiones digamos m¨¢s rudas, que podr¨ªan tener su equivalente arquitect¨®nico en un castillo militar medieval frente a la multiplicidad de estructuras del g¨®tico o la pl¨¦tora ornamental del barroco.
Y fue as¨ª como las piezas de El ocaso de los dioses mostraron toda la grandeza de Wagner como compositor desde la oscuridad previa al amanecer. El canto del clarinete de Juan Ferrer y el del clarinete bajo de Pere Anguera fueron como dos ramas de hiedra serpenteando alrededor de los manzanos de Freia hasta secarlos. La luminosidad del Viaje de Sigfrido por el Rin tuvo dram¨¢tico contraste en el dolor de la Marcha f¨²nebre.
El canto de los trombones tras la intervenci¨®n del corno ingl¨¦s de David Villa tuvo el color bronc¨ªneo propio del sol en atardecer c¨¢lido y despejado. Espl¨¦ndida la trompa de David Bushnell, tanto en el escenario como en su intervenci¨®n entre cajas. Brillante, como siempre la secci¨®n de trompas que comanda Bushnell, aumentada para la ocasi¨®n a nueve componentes. El sonido de las tubas Wagner fue como su sombra; como su lado oscuro. Las secciones de cuerda, sonando espl¨¦ndidas toda la noche, tuvieron puntos culminantes en el preludio de Trist¨¢n y en el final de El ocaso.
Fue precisamente aqu¨ª donde la emoci¨®n lleg¨® a su m¨¢s alta cota en este concierto. Gracias a la claridad expositiva de Pons y la calidad interpretativa de la Orquesta Sinf¨®nica de Galicia pudimos gozar del desfile de un leitmotiv tras otro. Algo que se hace evidente a nada que se haya escuchado la m¨²sica de la tetralog¨ªa wagneriana, pudi¨¦ndose ¡°ver¡± auditivamente c¨®mo se apaga cada miembro de la comunidad de dioses y la demolici¨®n piedra a piedra del edificio entero del Walhalla.
La ovaci¨®n del p¨²blico fue, tanto el viernes como el s¨¢bado, de las que quedan en la memoria. Curiosamente, el s¨¢bado unos pocos aplaudieron antes de que Pons bajara totalmente las manos. Fue apenas un momento que no lleg¨® a romper el hechizo de una gran noche, casi como la chispa que desencaden¨® luego la gran explosi¨®n general de aplausos y bravos. Enhorabuena por sus reflejos a este p¨²blico, menos vestido pero m¨¢s encendido; con ce porque, al fin y al cabo, la emoci¨®n es la esencia misma de la m¨²sica.
La transmisi¨®n por You Tube del s¨¢bado permiti¨® saborear el concierto desde una diferente perspectiva a un total aproximado de 1500 espectadores, que se sumaron al casi lleno que mostraba el Palacio de la ?pera de A Coru?a. Tambi¨¦n se pudo ver y escuchar una entrevista a Pons en la que el director manifiesta sus puntos de vista sobre Wagner como m¨²sico y artista total. La realizaci¨®n de Antonio Cid, impecable como de costumbre en su atenci¨®n sobre la partitura, revel¨® detalles visuales que se pierden inevitablemente en el directo.
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