?Y ahora qu¨¦?
La derrota del unilateralismo abre un nuevo tiempo pol¨ªtico y la posibilidad de explorar un acuerdo de unidad catalanista que supere la pol¨ªtica de bloques

Catalu?a vive desde hace dos d¨ªas una explosi¨®n de emociones. Con el encarcelamiento de otros cinco dirigentes nacionalistas, entre ellos el candidato a ser investido presidente de la Generalitat, una parte importante de la plana mayor del independentismo est¨¢ fuera de Espa?a o en prisi¨®n y con la perspectiva de no salir en muchos a?os. M¨¢s de media Catalu?a se debate estos d¨ªas entre la tristeza, la indignaci¨®n y la rabia. Este estado de ¨¢nimo no se limita a las multitudes que el viernes por la noche salieron a las calles en protestas que se saldaron con 25 heridos. Abarca tambi¨¦n a quienes, sin ser independentistas ni estar de acuerdo con los m¨¦todos que utilizaron las fuerzas soberanistas la pasada legislatura, est¨¢n abatidos por las consecuencias que puede tener el rumbo que han tomado las cosas.
La fallida sesi¨®n de investidura del jueves sirvi¨® al menos para dos cosas: puso en marcha el reloj que ha de conducir en un plazo de dos meses a formar gobierno o a celebrar nuevas elecciones; y sirvi¨® tambi¨¦n para certificar el final del Proc¨¦s, o mejor dicho, del procesismo, esa nefasta estrategia por la que soberanismo qued¨® atrapado en una agenda que todos sab¨ªan que solo pod¨ªa conducir al fracaso. Fue precisamente Carles Riera, portavoz de las CUP, quien emiti¨® el certificado de defunci¨®n. De forma expl¨ªcita, sin ambig¨¹edad. El proceso, y las alianzas que lo han hecho posible, han terminado, dijo.
?Y ahora qu¨¦?
Ahora se abre un tiempo de incertidumbre y peligro, desde luego, porque la dureza de la respuesta judicial seguir¨¢ provocando reacciones en la calle. Pero tambi¨¦n se abre un tiempo de oportunidad: la posibilidad de superar la pol¨ªtica de bloques y de confrontaci¨®n que ha conducido a peligrosa polarizaci¨®n pol¨ªtica y social de los ¨²ltimos a?os. El independentismo sabe que la v¨ªa unilateral ha fracasado. Aun habiendo logrado un apoyo electoral muy importante, impensable hace apenas diez a?os, la fuerza acumulada ha sido insuficiente no ya para imponer una ruptura con Espa?a, sino siquiera para obligar al Gobierno del PP a negociar. Lo ¨²nico que ha conseguido el unilateralismo es reforzar las tendencias recentralizadoras que est¨¢n en el origen del conflicto y despertar al nacionalismo espa?ol m¨¢s beligerante y extremista.
Una parte del independentismo aboga ahora por dar un paso atr¨¢s, ganar tiempo para ampliar la base social y acumular as¨ª la fuerza que le ha faltado. Pero si lo que pretende es acumular fuerza para llegar al mismo sitio, corre el peligro de caer de nuevo en la irrealidad que le ha llevado a la actual situaci¨®n. Dif¨ªcilmente sumar¨¢ m¨¢s fuerza si lo que defiende es una agenda unilateral y de ruptura. Retomar o no la unilateralidad es su gran disyuntiva. Desde esta perspectiva, resulta significativo que en las dos sesiones parlamentarias de esta semana solo la CUP haya defendido la agenda unilateral y de confrontaci¨®n. Como tambi¨¦n fue muy significativo que tanto Xavier Dom¨¨nech, portavoz de los comunes, como el socialista Miquel Iceta abogaran por acuerdos transversales que permitan superar la divisoria entre independentistas y constitucionalistas.
Esa es la puerta que podr¨ªa abrir un nuevo tiempo pol¨ªtico para Catalu?a. Existen diferentes f¨®rmulas a explorar, incluido un gobierno de unidad catalanista lo m¨¢s amplio posible y alejado de las disputas partidistas, con figuras independientes de prestigio, que tenga como objetivo recuperar el autogobierno, preservar la econom¨ªa e impulsar una propuesta para un nuevo pacto institucional en Espa?a. Los independentistas deben elegir entre persistir en una v¨ªa que ya se ha demostrado fallida, o recomponer fuerzas para obligar desde Catalu?a a replantear un sistema que da muestras de agotamiento y abordar la grave crisis territorial e institucional que el Gobierno del PP se niega a reconocer. Hace tiempo que la crisis catalana se ha convertido en una crisis institucional espa?ola.
Cegado por la percepci¨®n de victoria es muy posible que el Gobierno de Rajoy y quienes le acompa?an en la batalla para derrotar al independentismo caigan ahora en la irrealidad de pensar que pueden dar la batalla por ganada. Aunque tienen elementos para acariciar la idea de que han aplastado la cabeza de la ¡°serpiente separatista¡±, como algunos se refieren al problema catal¨¢n, la realidad es que la derrota del independentismo unilateral no zanja el conflicto y que el encarcelamiento de sus dirigentes no pone fin al descontento y el malestar que desde hace tiempo anida en ampl¨ªsimas capas de la poblaci¨®n catalana. Lo ¨²nico que hace es echar sal a la herida.
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