Tardes de caf¨¦ con ni?os
En Madrid est¨¢ creciendo la oferta de locales que combinan los espacios de recreo infantil con zonas de ocio para adultos
Un d¨ªa de abril cualquiera, con un 80% de probabilidad de lluvia, el peque?o Isaac, de cinco a?os, se balancea fren¨¦ticamente en uno de los pocos columpios a cubierto en Madrid. En realidad es una ex¨®tica minihamaca de bamb¨² colgada en el interior de la cafeter¨ªa Alayuela (avenida del Santuario de Valverde con vuelta a avenida del Monasterio de El Escorial), donde Isaac camina en calcetines sobre una alfombra acolchada. En un espacio decorado con formas y texturas naturales, tiene a su disposici¨®n una docena de juguetes y peluches. Completan el escenario las lib¨¦lulas en el techo, los tejidos suaves, el color pastel, un castillo secreto, la pedagog¨ªa del juego libre... y el caf¨¦ que est¨¢n desayunando sus padres unas mesas m¨¢s all¨¢. La entrada al ed¨¦n de los ni?os cuesta cinco euros.
En los ¨²ltimos a?os, Madrid ha experimentado un boom de cafeter¨ªas-ludotecas que dan respuesta a la doble demanda de ocio y espacios familiares. Muchas no sobreviven m¨¢s all¨¢ de dos a?os. Otras se traspasan. Es un modelo de negocio dif¨ªcil, con gastos extraordinarios como pagar a monitores o pedagogos que imparten talleres y actividades, reposici¨®n de los juguetes y del material que se rompe cada poco, y desinfecci¨®n de la zona infantil. Esto se retribuye con el precio del caf¨¦ o brunch y el cobro de una entrada a la zona de juegos ¡ªen algunos casos, por horas, y en otros, por jornadas¡ª, que es el peaje necesario para que los padres disfruten de un rato de ocio mientras los ni?os juegan.
¡°Venimos porque es una de las pocas cafeter¨ªas amplias que hemos encontrado, donde puedes entrar con el carrito sin molestar a otros clientes ni a los camareros, donde no te preocupas de si el ni?o llora, puedes cambiarle con comodidad en el ba?o y ves a otros ni?os correteando por aqu¨ª en un espacio seguro y tranquilo¡±, reflexiona Luc¨ªa S¨¢nchez, madre de Santiago, de 18 meses.
En Alayuela, las j¨®venes emprendedoras Carolina Portela y Franca Ragioneri apostaron en 2016 por la creaci¨®n de un espacio que no encontraban. ¡°Alayuela surge de la necesidad. Yo tengo ni?as peque?as y no encontraba d¨®nde ir con ellas el fin de semana, por ejemplo¡±, explica Portela. ¡°Conoc¨ªa este concepto de cafeter¨ªa family friendly en Alemania o en Suiza, pero en Madrid faltaban sitios as¨ª. Quer¨ªamos crear un espacio confortable, donde los padres pudieran disfrutar de comida casera de calidad mientras los ni?os participaban en talleres y espacios que fomentan la creatividad y el juego libre¡±, explica Portela.?
En la misma l¨ªnea trabaja Lara Chaves, directora de Planeta Invisible (Doctor G¨®mez Ulla, 26) y una de las pioneras de este tipo de negocios en Madrid, que ofrece cuentacuentos, talleres de musicoterapia, conciertos tipo Yo soy rat¨®n o teatro para beb¨¦s, entre otras actividades. Por las tardes abre las puertas de su peque?a escuela matutina a los padres que busquen un rinc¨®n tranquilo para charlar, contemplar la lluvia desde los ventanales o leer un libro mientras sus hijos juegan.
¡°Nuestro objetivo fue crear un espacio familiar, donde los clientes no se preocupen por el reloj; de ah¨ª que tengamos una tarifa plana para toda la tarde. Quer¨ªamos que pudieran tomar su t¨¦ o caf¨¦ con tarta, cualquier producto ecol¨®gico de los que ofrecemos, con tranquilidad, mientras los ni?os disfrutan del espacio. Yo soy madre de tres y echaba de menos lugares as¨ª, porque en una cafeter¨ªa o restaurante tradicional siempre tienes la sensaci¨®n de que molestas si vas con ni?os¡±, explica la directora.
Vanesa Carlini y Mar¨ªa Ruiz, cofundadoras de la cafeter¨ªa Alopeke (calle de Alcal¨¢, 91), tambi¨¦n han abierto brecha en la escasa oferta de restauraci¨®n para familias. Despu¨¦s de trabajar en el desaparecido Baby Dali fundaron este nuevo espacio con ideas innovadoras. ¡°Hemos ido evolucionando y reinvent¨¢ndonos en los ¨²ltimos cinco a?os: desde una tienda de productos infantiles, con una peque?a zona de juegos y cafeter¨ªa, hemos pasado a un espacio donde ahora proponemos un proyecto educativo estandarizado, con una metodolog¨ªa concreta, talleres de estimulaci¨®n temprana, juegos y actividades¡±, cuenta Carlini.
Entre los talleres que consiguen colgar el cartel de ¡°entradas agotadas¡± destaca la ¡°granja m¨®vil¡±, en colaboraci¨®n con la Granja Los Tetes. Ovejas, cabritillos, tortugas, cobayas o conejos dejan su tranquilo entorno para pasar una tarde de mano en mano al lado del Retiro. ¡°La actividad se celebra cada dos meses y consiste en una primera parte que dura media hora, para que los ni?os puedan ver y acariciar a los animales. La segunda parte es un taller de manualidades con lana de oveja¡±.?
Lo que parece un denominador com¨²n en estas cafeter¨ªas es el componente femenino. Son mujeres quienes inician estos negocios; arquitectas quienes se encargan de cuidar el interiorismo, como el trabajo de M¨®nica Diago en Alayuela, j¨®venes que buscan profesionales de la pedagog¨ªa y el tiempo libre como fichajes.?En Dando La Nota (Belvis, 3, esquina a Fuencarral), por ejemplo, Cecilia Ortiz ha reconvertido su productora en un espacio multiusos para celebrar cumplea?os, tomar unas cervezas con amigos mientras los ni?os juegan en el escenario bajo la supervisi¨®n de una monitora o disfrutar del sol en la terraza de verano. Pero no es tarea f¨¢cil mantener el negocio. ¡°El cliente local todav¨ªa no est¨¢ acostumbrado o no entiende por qu¨¦ se cobra el acceso de sus hijos a la zona infantil, pero todo esto necesita un mantenimiento¡±, explica Ortiz. De hecho, su ubicaci¨®n estrat¨¦gica en pleno Fuencarral es un valor a?adido para tomar el aperitivo los domingos en familia.
¡°Los d¨ªas de lluvia en invierno y los de calor sofocante en verano, tener una cafeter¨ªa con juegos organizados para los m¨¢s peque?os es un desahogo¡±, comentan Alejandro y Jacobo, dos amigos con hijos de edades similares que aprovechan este espacio para verse y tomar algo. ¡°El hecho de que la salida de la cafeter¨ªa no d¨¦ a la calle sino a un callej¨®n peatonal tambi¨¦n es un plus de tranquilidad. Solemos pasar entre media hora y hora y media: el tiempo te lo marcan un poco los ni?os y lo entretenidos que est¨¦n¡±. En ese momento, en otra mesa, un peque?o cae entre colchonetas y acude llorando para que su padre le mire el chich¨®n. Fin de las cervezas de domingo.
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